Los Antidisturbios de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña llegaron el pasado viernes a Movistar dispuestos a crear debate en torno a la violencia y el papel que estos agentes de la fuerza desempeñan en la sociedad como meras herramientas que perpetúen que el sistema que nos rige, siga siendo el que es. Roberto Álamo, Patrick Criado y Álex García interpretan a tres de sus protagonistas, tres hombres que nada tienen que ver entre sí, pero que se comportan como si formaran parte de la misma familia.
Los actores han experimentado en primera persona cómo es el día a día de las personas que se dedican a este oficio, que no se sitúa precisamente en lo más alto de ranking de profesiones mejor valoradas. No obstante, García defiende que el fin de la producción “no es que la gente cambie su punto de vista” respecto a ellos, sino que “pone al espectador un espejo que ocurre y profundiza más allá de las portadas de los periódicos que solemos ver”. Es más, explica que la reflexión está dirigida “hacia qué hacemos cada uno de nosotros con estas cosas que ocurren y qué y quién hay detrás de las decisiones que se toman a pie de calle. Siempre hay alguien por encima que ha dado una orden, al que a la vez la habrá dado otro con unos intereses creados que, por supuesto, el de abajo, ni huele”.
En esta mímesis, Álamo reconoce que lo que más le ha sorprendido al meterse en su piel es que “ellos también tienen a veces mucho miedo”; mientras que Criado destaca “lo dura que es esta profesión, lo tocado que te puedes ir a tu casa después de hacer tu trabajo y los pocos recursos y herramientas que tienen para sobrellevarlo”. El actor de La línea invisible y Vivir sin permiso revela que para prepararse fue clave “ir a Moratalaz a ver las instalaciones, la comisaría. Ver el ambiente, la atmósfera y energía que tienen estos lugares”. Además de los “debates internos” que establecían dentro del propio elenco.
La ficción de Movistar tiene como protagonistas a un grupo de hombres que poco tiene que ver con la figura del héroe a la que estamos acostumbradas a ver. Y al mismo tiempo, tampoco encajarían en un perfil de antihéroe. Argumento que vale a Álamo para opinar que “Antidisturbios es una serie para la gente que no está acostumbrada a este tipo de series”. “No es una ficción con héroes o antihéroes”, expone, “sino de seres humanos con conflictos; que pueden ser tu vecina, tu padre, tu hermano o tu novio”. En definitiva, la compone “gente a la que le pasan cosas”.
Una “gente” que pertenece a una comisaría y que como se muestra en la producción no dejan de ser una herramienta de un sistema corrupto. En esta línea, el propio actor es quien considera que efectivamente, “apunta a la posibilidad de que la policía, no solo en España sino prácticamente en cualquier parte del mundo, está en manos del poder, que tiene unos intereses”. En este contexto, García comenta que todos los personajes van a “tener un margen de rebelarse” contra lo establecido, pero será “la personalidad de cada uno” la que les lleve a actuar de una forma u otra. Criado suma que lo que van a hacer es “intentar librarse del sistema a través de la propia corrupción del sistema”.
Por lo tanto, cabría plantearse que aquellas acciones que llevan a cabo y la violencia que ejercen son en sí necesarias. Y precisamente por ello, el ganador de dos Premios Goya por La gran familia española y Que Dios nos perdone, sostiene que para que dejara de serlo, “haría falta que el mundo entero cambiara”. “La revolución pendiente de la historia de la humanidad es la afectiva”, defiende, “cuando la base de la formación de los seres humanos sean el afecto y el amor, posiblemente la violencia decrezca”.