Supervivientes 2024

Arkano habla del “infierno” que vivió en 'Supervivientes': “Así consiguen ese punto de desesperación tan real”

“Estar en Supervivientes es vivir un infierno diario”. Quien lo dice es Arkano, concursante de la edición que se emitió en Telecinco entre marzo y junio de este año 2024. El rapero llegó al programa con la idea de que podría afrontar la experiencia sin hacer demasiados esfuerzos, pero el hambre y el aislamiento le acabaron pasando factura.

“Nos trataban muy mal, y así consiguen ese punto de desesperación tan real”, ha explicado en el podcast El sentido de la birra, donde ha contado algunas curiosidades sobre su paso por el reality, que este año se ha estrenado bajo el paraguas de la productora Cuarzo en sustitución de Bulldog. “Para que te hagas una idea, en las nominaciones te tiran pintura a la que le han metido mierda para que huela peor. Es algo que no se ve en la tele y lo hacen para que tu yo interno piense que eres una mierda y estás fatal”, ha relatado. “Es muy real, es tal y como se ve”.

El aislamiento le hizo flaquear. Aunque agradeció estar desconectado de las redes sociales durante 103 días (los que aguantó en la isla hasta que fue expulsado), le costó entablar relación con sus compañeros: “Lo he pasado muy mal con gente que, en la mayoría de los casos, no te cae muy bien”.

En la recta final del concurso se sintió sobrepasado. “Hubo un momento en el que me quise ir. Lo digo de verdad: ir a Supervivientes es vivir un infierno diario desde que te despiertas. No tienes nada para huir o despejarte. No puedes coger el móvil, no te puedes tomar una cerveza, no puedes hablar con tu gente... es un espacio muy limitado”, recuerda el campeón de free style.

Al verse contra las cuerdas, pensó en abandonar la isla. “Me dio algo, no sé si fue un ataque de ansiedad, y empecé a llorar. Lo dije en directo: 'Me quiero ir porque esto es un infierno. Decidme cuánto tengo que pagar de multa, y me piro de aquí'”. Finalmente aguantó dos meses más, pero necesitó la ayuda psicológica que se les brinda a los robinsones.

“Hay una psicóloga con la que hablas cada semana. Yo en los primeros días decidí no ir porque había estado toda mi vida en terapia y no veía que me fuera a ayudar”, confiesa durante la entrevista, según la revista Diez Minutos. Sin embargo, tenía motivos para seguir cuidando la mente: “Fíjate cómo estaba mi cabeza que yo lo único que pensaba era que cuando saliera de allí, me tomaría una cerveza, a pesar de que es algo que llevo trabajando años”.

Gracias a ello profundizó en determinados aspectos de su vida que le ayudaron a conocerse mejor. “Salía de las sesiones con ella convencido a nivel racional de que no quiero beber, al menos en esta etapa de mi vida, porque no me viene bien. Y conforme pasaban los días se me desdibujaba [ese deseo]”.

En general, y a pesar de todas las dificultades –o quizá por ellas– la experiencia de Supervivientes fue “una bendición” para él: “Me han obligado a la fuerza a estar cuatro meses solo en un sitio conviviendo con gente con ayuda psicológica tratando un tema muy importante para mi y labrándome un camino sobre el que he salido muy reforzado”.