Todos los veranos se escucha entre la audiencia un deseo que se repite año tras año: ¡Que vuelva el Grand Prix! La legión de fans con la que cuenta el histórico concurso de TVE se activa por estas fechas para pedir a los directivos de las cadenas de televisión que den otra oportunidad a un programa que fue un auténtico fenómeno de masas pese al progresivo desgaste que sufrió en sus últimas temporadas.
Este año, la esencia del Grand Prix ha vuelto a la pequeña pantalla, aunque lo ha hecho por la puerta pequeña. El pasado 2 de agosto España Directo estrenó 'Rural Prix', la sección en la que los vecinos de varios municipios españoles compiten en pruebas similares a las que tenían que superar quienes hace más de una década participaron en la versión original del concurso.
Marina Sala sustituye a Ramón García como maestra de ceremonias en esta sección que también se ha dado a conocer como los Juegos del Verano. Hasta el próximo 3 de septiembre, la reportera de España Directo recorrerá la geografía española buscando pueblos cuyos vecinos quieran participar en este Rural Prix que recuerda vagamente –y así lo perciben algunos espectadores– al mítico programa de TVE.
Diez entregas se han emitido hasta la fecha, una por cada día de este caluroso mes de agosto en el que muchas localidades, en ausencia de sus fiestas patronales, han optado por organizar otro tipo de actividades lúdicas en espacios abiertos. Actividades frescas con música, juegos y bailes como las que se plantean en Rural Prix.
En cada pueblo se forman dos equipos –blanco y rojo– con seis integrantes. Quien vence en la primera prueba tiene el honor de tomar el micrófono de TVE para trasladar a los espectadores la riqueza de su municipio. La segunda prueba es un conjunto de juegos que en esencia imitan a los del Grand Prix; por ejemplo, 'La patata refrescante' es la nueva versión de 'La patata caliente' que tantísimas risas despertó años atrás. Y, por último, la tercera prueba, 'Canta la letra', sirve para medir los conocimientos musicales de los concursantes, que se enfrentan al karaoke de España Directo con más o menos desparpajo pero siempre con buen humor.
Una aproximación que no contenta a la audiencia
No cabe duda de que TVE ha intentado evocar el espíritu del Grand Prix con la nueva sección de España Directo. El logotipo del Rural Prix es muy parecido al que Ramón García tenía tras de sí en el histórico concurso, con la diferencia de que ahora es una oveja –y no un toro– la que protagoniza el cartel.
Pero las comparaciones son odiosas y en este caso no favorecen al magacín que cada tarde presentan Àngel Pons y Arancha Bello. Dejando a un lado que al Rural Prix le faltan recursos para ofrecer retransmisiones de mayor calidad –la profesionalidad de Marina Sala y sus compañeros no es suficiente–, la simple comparativa entre el original y la copia es ya de por sí un disparate para los fans del concurso.
“No es el Grand Prix, pero algo es algo. Es lo más cerca que lo hemos tenido en más de 15 años”, escribió en Twitter un espectador antes de que se estrenara la nueva sección de España Directo. Tras su emisión, hizo un importante matiz: “Estoy destrozado por ver lo que han hecho con la marca del Grand Prix”.
“Es como comparar un pata negra con el jamón de un euro del Mercadona. Si fuese un programa como tal... pero encima es la sección de otro programa”, se quejaba otro seguidor, en la línea de lo que manifestaban algunos más: “Es el Grand Prix a lo cutre”.
En cualquier caso, el estreno del Rural Prix ha despertado la nostalgia de los fanáticos de un programa que divirtió a varias generaciones. Con su estreno en el verano de 1995 nació un concurso que no se viralizó en las redes sociales –básicamente porque no había– pero sí en los audímetros.
Su primera edición fue vista por una media de 3.160.000 espectadores, el 27% de los que esa noche encendían el televisor. Ramón García, las azafatas y la vaquilla calaron entre el público, que dio un impulso a la segunda temporada, la más vista de todas al contar con 3.877.000 seguidores y un 36.6% de cuota de pantalla. La 1 emitió su último Grand Prix en 2005. El concurso se despidió del público en su undécima edición, en la que acumuló una media de 2.205.000 espectadores y un 19.2% de share.
Aunque había decaído el interés por sus disparatadas pruebas, el programa regresó en 2007 con una segunda etapa que se emitió en las televisiones autonómicas. Fueron tres temporadas, presentadas en este caso por Bertín Osborne, que sirvieron para constatar que su club de fans sigue siendo amplio. Casi medio millón de espectadores (el 18.4%) se engancharon a esta segunda etapa que, al menos de momento, es su última incursión televisiva.
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