Cecilia Suárez: “Hollywood engloba a las mujeres latinas en una perspectiva que no comparto”
Cecilia Suárez (Tampico, 1971) fue la primera actriz hispanohablante nominada a los Emmy por la serie de HBO, Capadocia, ha prestado su voz en Coco, ha trabajado a las órdenes de Tommy Lee Jones y James L. Brooks, es miembro activa de la compañía de teatro de Chicago, ha aparecido en Sense 8 y es embajadora de la ONU para temas de violencia machista y feminicidios en México. Pero no es por eso por lo que la saludan en las panaderías españolas, sino por olvidarse de “cancelar el mariachi”.
Su papel como Paulina de la Mora en La casa de las flores ha sido, sin lugar a dudas, el que ha disparado el éxito de la telenovela de Manolo Caro a nivel internacional. La desesperante y pegadiza cadencia de su voz, su amistad con el Cacas y su regencia de un club de drag queens le han convertido en un personaje sin frontera conocida. Allá donde vaya, a Cecilia le persigue Paulina.
La actriz quiere pensar que el público adora a su álter ego “por incluyente, porque no discrimina ni por raza, ni por condición sexual, ni por estatus socio-económico”. Sea como fuere, no solo cosecha triunfos entre los espectadores, sino también en los certámenes cinematográficos como los Platino, donde se alzó como ganadora por su rol en la serie de Netflix.
Ahora, La casa de las flores prepara su segunda temporada en Madrid, ciudad desde la que Suárez ha recibido una “respuesta sorprendente”. “El resultado de la serie en España tiene que ver con que somos culturas conectadas. Aunque no sean tan fanáticos de las telenovelas, algo de esa educación sentimental compartimos. Antes, el género era un guilty pleasure allí. Ahora, La casa de las flores no más es un pleasure”, ríe en una entrevista con eldiario.es.
Si bien la telenovela es un formato arraigado hasta la médula en México, y en el que Cecilia Suárez no es una primeriza (ya que fue con el que debutó en la televisión de su país), reconoce que recibió con recelo el guion de su amigo Manolo Caro. “No fue una preocupación menor ver el género. Pero lo lleva adonde tendrían que haber ido las telenovelas hace muchos años para mantenerse vigentes”, opina.
61,5 millones de mexicanos consumen telenovelas, según el Instituto Federal de Telecomunicaciones. ¿Y qué fue Netflix a buscar a México? Una telenovela. Lo que nadie esperaba es que La casa de las flores fuese a revolucionar el concepto arcaico de ficción rosa atrapando al público más dispar y en todas las partes del planeta.
“Al final, forma parte de la educación sentimental de toda América Latina. No hay que tenerle miedo a un género que nos cuenta y nos describe tan bien como sociedad”, concede la actriz. Eso sí, reinventándose, y empezando la revolución por los roles de las mujeres, quienes según ella encuentran en Caro un embajador con gafas moradas excepcional. “Nunca ha tenido esa tintura misógina que le suelen dar desde la óptica masculina. Él escribe personajes femeninos poderosos, enteros, fuertes e inteligentes desde el respeto”, promete quien ha trabajado varias veces con el director.
Y no hay razón para dudar de su palabra, pues la profundidad del guion siempre ha sido una línea roja para Cecilia Suárez hasta el punto de rechazar a Hollywood por su visión reduccionista y sexualizada de las mujeres latinas. “Nos engloban en una perspectiva que no comparto, que no implica un reto a nivel de interpretación y que no dignifica a mi género”, reconoce con seguridad.
Al fin y al cabo, son casi tres décadas de profesión que le permiten analizar las cosas en su justa medida, incluido el éxito “avasallador” de Netflix. “Todo lo que sube, baja”, dice con una mirada de suma serenidad. Por eso siempre ha agradecido públicamente a la plataforma que secuestrase el acento de Paulina y no le permitiese usarlo fuera de la ficción. Incluso el chascarrillo más gracioso quema, y para la misma Suárez empezó a ser un poco inquietante. “Netflix la resguardó para que pudiéramos regresar a ella con gusto”, afirma.
Aunque escuchar de continuo chistes sobre los mariachis, el Cacas o imitaciones de su tonillo impostado se puede antojar pesado, la actriz no cree que Paulina sea un personaje más absorbente que los demás. “Los personajes son absorbentes hasta donde tú lo permitas. Lo que es absorbente es la televisión en sí misma. La gente se cree que es un trabajo muy glamuroso, pero son muchas horas muy duras de implicación total”, explica.
“Por eso también tenemos la responsabilidad de salir del set y de volver a ser lo que somos. Es lo que nos conserva como actores y actrices que pueden seguir contando cosas distintas. Conectar con la vida es la herramienta más poderosa que tenemos”, dice Suárez.
En su caso, empatizar con la funesta violencia machista de su país es la forma que tiene Cecilia Suárez de mantener los pies en la tierra. “La ONU me pidió que fuese embajadora por los derechos de la mujer y, en particular, para atajar este enorme problema que son los feminicidios”, recuerda. Porque, aunque está de moda entre algunos intérpretes aparentar ser imparcial, hay temas en los que no caben medias tintas: “Si en algo podemos aportar a que esta casa en la que vivimos todas y todos cambie, a mí me toca hacerlo. No sé si todos piensan igual, pero yo sí que lo quiero intentar”.