La periodista Sarah Rainsford, corresponsal de la BBC en Moscú, no podrá volver a Rusia. A finales de agosto, cuando caduca su visado, la reportera británica tendrá que abandonar el país en el que ha pasado gran parte de su vida.
La prensa oficial rusa señala que el Gobierno de Vladimir Putin ha tomado esta decisión porque Reino Unido no ha concedido visas a varios periodistas rusos. Según Rossiya-24, el Ejecutivo británico ha denegado la acreditación a los periodistas de la cadena de televisión RT y el periódico digital Sputnik –ambos con respaldo estatal– para que cubran eventos internacionales.
La portavoz de Relaciones Exteriores de Rusia ya había advertido de que las autoridades de su país tomarían represalias por la persecución que, a su juicio, viven los periodistas rusos en Inglaterra.
El director de la BBC ha condenado que “la expulsión de Sarah Rainsford es un ataque directo a la libertad de prensa”. “Sarah es una periodista excepcional y valiente. Habla ruso con fluidez y ofrece informes independientes y en profundidad sobre Rusia y la ex Unión Soviética. Su periodismo informa a la audiencia de la BBC que está conformada por millones de personas en todo el mundo”, sostiene el máximo responsable de la televisión pública inglesa.
“Es devastador”, dice la reportera
En una carta publicada por la BBC, Sarah Rainsford ha lamentado profundamente que se le haya expulsado del país: “No es por no renovar mi visa, aunque técnicamente eso es lo que es. Me expulsa y me dicen que no podré volver nunca”. “Para ser honesto, personalmente es devastador, pero también impactante. Rusia nunca ha sido un destino para mí: no es un lugar cualquiera. Es un país al que he dedicado una gran parte de mi vida a tratar de entender”.
“Calculo que es casi un tercio de mi vida lo que he vivido en Rusia, aprendiendo el idioma, estudiando la cultura, la historia, viviendo aquí, tratando de entender a la gente y, por supuesto, como periodista, durante muchos años para la BBC”, continúa la periodista, que advierte de la compleja situación que viven ahora los periodistas independientes que informan sobre el terreno.
“Me encantó tratar de contar la historia de Rusia al mundo, pero es cada vez más una historia difícil de contar. Sin embargo, debo decir que no esperaba que esto sucediera. Hubo señales claras para los medios rusos: recientemente ha habido problemas realmente serios para los periodistas independientes rusos, pero hasta ahora, la prensa extranjera, de alguna manera, habíamos estado protegidos. Pero esto, creo, es una señal clara de que las cosas han cambiado. Es otra señal realmente mala sobre la situación en Rusia y otro giro a la baja en la relación entre Rusia y el mundo, una señal de que Rusia se está acercando cada vez más a sí mismo”.
A su juicio, el Gobierno de Putin no quiere que en Rusia haya periodistas internacionales que entiendan tan bien como ella lo que ocurre en el país: “Es mucho más fácil tener menos gente aquí que entienda y que pueda hablar directamente con la gente y escuchar sus historias. Es mucho más fácil, quizás, tener gente que no hable el idioma y no conozca el país tan profundamente. Creo que es indicativo de un entorno cada vez más difícil y represivo”.
El pasado mes de febrero, China retiró la licencia de emisión a la BBC después de que Reino Unido hiciera exactamente lo mismo con la cadena estatal china.