Tras una semana siendo El Bribón de Cuatro, las cosas no pintan bien para el nuevo concurso presentado por Pablo Chiapella. El formato arrancó mejorando su franja en el canal con 3.8%, pero ha vivido una pérdida diaria de audiencia: 3.2%, 2.7%, 2.1%, 2.4% y 1.8%, este mismo lunes 2 de diciembre.
Unos datos que dejan poco margen de maniobra y mejora al formato, y que más bien le sitúan a expensas de la paciencia que Mediaset quiera tener con él, o del número de entregas que ya haya grabado y vaya a emitir aunque no esté respondiendo.
Más allá del análisis de los datos objetivos de audiencia, El Bribón es un nuevo intento de Mediaset para tratar de reverdecer los laureles de Cuatro, apostando por un formato de entretenimiento como concurso y además mostrando la faceta como presentador de Pablo Chiapella. Y, esto ya subjetivamente, apena que no haya cuajado.
Cuatro sigue hundida en audiencias, especialmente en la tarde, y que El Bribón no esté siendo una solución podría hacer que Mediaset tire definitivamente la toalla con la cadena y vuelva a postar por reponer capítulos de series USA como Hawai 5.0. Algo que, se mire por donde se mire, no es positivo ni beneficioso para la producción televisiva en España.
Cumple la fórmula básica de los concursos en TV
¿Pero qué ha podido fallar? Si hubiese una respuesta clara, los primeros que lo habrían solucionado serían los encargados de la productora Mandarina y de Telecinco y Mediaset. Un ejemplo claro de la incertidumbre que supone cualquier estreno audiovisual es que antes de llegar a los cines 'Shrek' sus creadores reconocían ante la televisión que esperaban al menos recuperar los 60 millones invertidos. Acabó multiplicando su inversión por ocho (485 millones) y ganó el Oscar a la mejor película de animación.
Tras haber recolocado en la franja vespertina Me quedo contigo para acabar sus emisiones, Cuatro ha reformulado sus tardes manteniendo Todo es Mentira con Risto, estrenando El Bribón y poniendo a Joaquín Prat al frente de Cuatro al día. Pero de poco ha servido. Y eso que el intento con el concurso contenía algunos ingredientes que ya habían triunfado en nuestra televisión.
Las entregas ya emitidas del programa han permitido ver la apuesta de Cuatro por este concurso de preguntas y respuestas que su propio presentador promocionó diciendo que “se puede jugar con el volumen apagado”. Y es cierto, porque aplica con acierto una fórmula básica para estos formatos.
Para que un concurso triunfe es primordial hacer que el espectador “juegue” desde su casa. Y como también se ve en La Ruleta de la Suerte, Saber y Ganar, Ahora Caigo, Boom o Atrapa un millón; en El Bribón las preguntas y las posibles respuestas aparecen en pantalla para que, efectivamente, pueda seguirse incluso sin volumen. Algo que, por lo tanto, no es una novedad.
Donde sí hay diferencia es en la dinámica. Mientras en los ejemplos antes mencionados puede decirse que es “siempre lo mismo”, El Bribón se asemeja más a Pasapalabra, con diferentes pruebas y fases que hacen al formato menos repetitivo. Sin embargo, también dificulta en su comienzo el acostumbrarse a su desarrollo y conocer cada una de ellas.
Ingredientes acertados y contrastados, pero sin éxito
El Bribón tampoco innova, pero sí acierta, al permitir que sus concursantes acaben siendo reconocibles para el público manteniéndose en el programa una entrega tras otra si ganan. Algo que desde hace años ha explotado en España Saber y Ganar, y que ha alcanzado su máximo exponente en Pasapalabra (Orestes, Jero, Paz Herrera, David Leo o Lilit) y ¡Boom! (Rockampers o Los Lobos).
Una curiosidad divertida del concurso de Chiapella es que también incluye en su juego a famosos, yendo más allá por ejemplo que ¡Ahora caigo! al mostrar fotos de actores para adivinar cualquier tema. Hasta el propio presentador ha llegado a aparecer, lo que favorece las risas y las bromas y da más aire al desarrollo.
Pequeños ingredientes, como ofrecer distintas opciones de respuestas cerradas para poder mostrarlas en pantalla, la acertada “negociación” final con el presentador y la intriga del desenlace por la cantidad de dinero que contendrán las bolas que, pese a todo, no han convencido al público.
El debut de Pablo Chiapella, uno de los grandes alicientes
En su primer día, al presentar a dos concursantes que eran pareja desde hacía solo tres meses y que ella aprovechase las cámaras para presentar a su novio a la familia, Chiapella ya bromeó diciéndole a él: “Te están analizando, más que a mí”. Su debut como presentador era una aspiración de Mediaset que él mismo ha reconocido, y como tal es uno de los grandes alicientes del concurso.
A Pablo Chiapella se le notan los lógicos nervios por hacer una labor que es nueva para él, y parece un tanto atenazado cuando toca seguir el guión para por ejemplo explicar las normas. Su naturalidad y espontaneidad sí afloran cuando interactúa libremente con los participantes, y sobre todo cuando bromea con ellos, con los invitados y con “la voz” del plató. El problema es que la dinámica del concurso es muy rápida, y apenas hay tiempo para ello.
Lo mismo ocurrió con la presencia de Eva Isanta y Ernesto Sevilla como invitados en el primer programa, que permitió ver la faceta más espontánea y fresca del presentador, apoyada en la confianza que tiene con ambos. Pero de esa entrega en adelante, ese apartado ya desapareció.
En definitiva, es la propia mecánica y rapidez del formato la que no permite explotar por completo la espontaneidad de Pablo Chiapella, una cualidad que sin duda atesora y que traslada a sus personajes en la ficción. Con el paso de las entregas, y al tener que explicar menos las pruebas, ha sabido encontrar más momentos para salirse del guión y soltarse como presentador con bromas y espontaneidad.