Aviso, spoilers: esta noticia desvela lo ocurrido en el final de la temporada 4 de 'El Ministerio del Tiempo'
El Ministerio del Tiempo cerró su cuarta temporada en TVE con un final con aroma a despedida definitiva. La serie fantástica de La 1 puso el broche a su actual tanda con el capítulo Días de futuro pasado, cuyo título tomó prestado del mítico cómic de los X-Men. La historia mutante de Chris Claremont y John Byrne no fue el único guiño a la cultura popular que hizo el episodio de este martes, que estuvo lleno de homenajes en clave cinematográfica. Aunque para homenaje, el que la propia serie hizo a sus protagonistas mediante un epílogo que invita a pensar que El Ministerio del Tiempo acabó anoche para siempre. Pero vayamos al principio.
Días de futuro pasado nos sitúa en la noche del 20 de noviembre de 2020. Ese día, la policía encuentra el cadáver de un niño muerto en los alrededores del Ministerio. Carmen Ayala, inspectora encargada del caso, visita el Ministerio a la mañana siguiente. Salvador le explica la importancia de su institución y la capacidad de sus agentes de viajar en el tiempo. Ayala no cree en las palabras de su interlocutor, al que para entonces ya hemos visto firmar su carta de dimisión como subsecretario del Ministerio y soltar una frase reveladora: “Si no hubieran secuestrado a Julián, no habría aparecido ningún niño enterrado al lado del Ministerio.”
Mientras tanto, Julián despierta en 2070. Allí se encuentra con una señora mayor. Es Lola Mendieta. En 1937, cuando fue secuestrada por Díaz Bueno, no se tomó el fluido García que permite viajar al futuro sin envejecer. Por eso vemos a una Lola en avanzada edad explicando a Julián cómo funcionan (o funcionarán) las cosas dentro de 50 años. En 2070 el Ministerio del Tiempo seguirá vigente y con más poder que nunca. En parte, gracias al anacronópete con el que Lola llegó al futuro. Tras su descubrimiento, el Ministerio ordenó su reproducción en masa hasta alcanzar las cien unidades en apenas cinco años. De esta forma, los agentes del Ministerio pueden viajar al momento exacto que quieran del futuro y comprobar si los planes del Gobierno se han cumplido o si alguien amenaza con arrebatar su poder. En caso de esto último, basta con viajar al presente y destruir a aquel que ose alzarse contra las autoridades.
España, una aterradora distopía en 2070
Es el caso de Iria, la nieta de Julián. Una joven activista que pretende cambiar la sociedad de 2070 por una más justa e igualitaria. Y es que las cosas en el futuro no están nada bien. Con una estética al estilo Blade Runner, la serie nos presenta un futuro distópico en el que el Ministerio del Tiempo, a través de su flota de anacronópetes, viaja al pasado para extraer de él toda clase de bienes, desde alimentos hasta niños para vender por millones de pesetas. Sí, pesetas, que volvieron a España en 2028 después de que nuestro país abandonara la Unión Europea por orden de nuestro presidente del Gobierno en esos días, Bertín Osborne, que arrasó en las elecciones con su lema 'Mi patria es la tuya', tal y como Lola le explica a Julián.
Salvo Saber y ganar y Cuéntame, que siguen en emisión – “joder, sí que ha dado de sí la familia Alcántara”, reacciona Julián-, el resto de España parece sacada de las más aterradoras distopías. La inflación es mayúscula, el aire está más contaminado que nunca, la mayoría de población y la sanidad y la educación solo están al alcance de los más privilegiados. Aunque a efectos prácticos sigue siendo una democracia, en realidad esta nueva España funciona como una dictadura con Juan Salcedo, subsecretario del Ministerio del Tiempo, como uno de los pilares en los que se sostiene. Él sabe que en el futuro Iria liderará al pueblo para acabar con su poder. De ahí que se haya propuesto acabar con ella en el presente. El objetivo de Julián, ese por el que fue secuestrado y llevado al futuro, será salvarla ante la incapacidad de Lola de hacerlo por su delicado estado de salud. El mismo que impide que pueda viajar a 2020 y reencontrarse con Pacino, como así le cuenta a través de una carta.
Una misión homenaje a 'Los Intocables de Elliot Ness'
Para salvar a Iria, Julián reaparece en el presente tras su secuestro y cuenta a sus compañeros dónde ha estado. Pese a las dudas iniciales, finalmente consigue convencer a todos para trazar un plan e impedir que Juan Salcedo asesine a su nieta y convierta a España en ese desolador país que él ha visto.
Por ello, la patrulla construye el árbol geneálico de Juan Salcedo y da con el paradero de Emilio, su tatarabuelo, que en el Madrid de 1890 es un niño que espera ser dado en adopción en un orfanato. Alonso e Irene se hacen pasar por un matrimonio para conseguir al bebé. Y lo logran, aunque por el camino una ‘monja’ aliada de Juan Salcedo amenaza con arrebatárselo a punta de pistola. Todo ello dentro de una escena homenaje a la secuencia de las escaleras de Los intocables de Elliot Ness, que al igual que la mítica película de Brian de Palma, acaba con Pacino (en la cinta Andy García) matando al malo (la monja en este caso) desde el suelo y a punta de pistola.
Cumplida la misión, la patrulla deja al bebé en brazos de Salvador, que decide rematar la faena de la peor de las formas: matando al niño. De ahí el cadáver en las inmediaciones del Ministerio y su posterior carta de dimisión, pues considera que ha traspasado la “línea roja” que nadie, y menos él como subsecretario, debía traspasar. Esto ocurre en nuestro presente, pero en noviembre de 2020, la inspectora Ayala, que hasta entonces no había podido conseguir información del Ministerio por su carácter secreto, deambula por los pasillos de la institución hasta que finalmente, y gracias a Ernesto, viaja al momento exacto en el que Salvador va a cometer el infanticidio. “Si no intervengo, este Ministerio dejará de tener cualquier sentido y será el origen de todos los males”, se justifica el subsecretario. “No. Si lo hace, será usted quien cambie la razón de ser de este Ministerio. Y usted nunca volverá a ser el mismo”, replica Ayala, que consigue así convencer a Salvador para que no lleve a cabo el crimen.
Un epílogo que suena a despedida
De todas formas, sigue adelante con su dimisión y cede su sitio a Ernesto. Mientras deja atrás en coche el Ministerio del Tiempo, la voz en off de Salvador lee la carta que le ha dejado a Ernesto en su despacho. En ella elogia a sus principales agentes, agradece su desempeña y sitúa a cada uno de ellos en su nueva posición. Ernesto, como decimos, asume el control de la institución. Angustias recibe de Salvador el billete ganador de un sorteo de la lotería que quedó desierto hace un año. Carolina se encarga de criar a Emilio Salcedo y de llevarlo por el buen camino para que nunca haya alguien como Juan Salcedo en el futuro. Irene consigue su objetivo y se pone al frente del nuevo Departamento de la Memoria histórica femenina. Alonso se va a vivir en La Haya, en cuyas tierras luchó siglos atrás, por el nuevo trabajo de Elena. Y Julián logra recuperar definitivamente a Maite, que a su vez descubre la existencia del Ministerio. Ambos, además, van a ser padres.
Por último, este repaso nos muestra a Pacino viajando a febrero de 2065 para reencontrarse con Lola. Lo hace sin tomar el fluido García y, por tanto, con un aspecto envejecido. “Quién nos iba a que tú y yo íbamos a tener futuro”, le dice a Lola después de hacer explotar el anacronópete y evitar que éste se reproduzca en masa por orden de Juan Salcedo.
Este epílogo acompañado con imágenes pasadas de todos los personajes funciona como homenaje a los protagonistas de El Ministerio del Tiempo con la única excepción de Amelia, que ya tuvo su despedida capítulos atrás. Cada agente tiene, pues, una nueva situación vital que bien podría servir como cierre a sus propias tramas. Todo apunta, por tanto, a que éste es el final definitivo de El Ministerio del Tiempo, aunque la propia naturaleza de la serie deja abierta la posibilidad de que pueda volver en cualquier momento y por cualquier excusa. Solo el tiempo dirá si lo acaba haciendo. Por ahora, “el tiempo es el que es” y el de El Ministerio del Tiempo parece que ha llegado a su fin.