Isabel Allende publicó en 2006 la novela Inés del alma mía. En ella narró la historia de Inés Suárez, la primera mujer española en llegar a Chile tras embarcarse en una aventura, hasta entonces, solo apta para hombres. RTVE, Chilevisión y Boomerang TV apostaron por convertirla en una serie que esta semana ha llegado al catálogo de Amazon Prime Video antes de su lanzamiento en abierto el próximo otoño. La encargada de meterse en la piel de este “regalazo”, como ella misma lo define, de personaje es Elena Rivera. “Solamente en la cabecera ya se ve a una moza de pueblo con sus empanadillas que termina con la armadura y sangre en la cara, como un soldado más”, apunta tratando de resumir cómo es su álter ego en pantalla.
En la travesía le acaba acompañando Pedro de Valdivia, a quien interpreta Eduardo Noriega. “Inés es una mujer que rompe con todo tipo de convenciones, normas, costumbres. Se enfrenta a todos, a todo, la cultura, la sociedad, la religión, para trazar su propio camino”, explica sobre ella. En el caso a quien él encarna, adelanta que “su obsesión y ambición no era tanto el oro y las riquezas, sino pasar a la historia”. Tras encontrarse, “se van a enamorar”, describe, “y van a hacer un viaje inédito, porque nunca antes una mujer se había enrolado en una expedición de conquista”.
Y aunque logran bajan ancla en Chile tras recorrer “casi 3.000 kilómetros a pie, nada va a ser fácil. Les van a asediar, les van a quemar la ciudad, van a tener que trabajar cultivando”. En definitiva, ambos coinciden en que es una “historia apasionante” y aseguran que si consiguen “despertar un mínimo de curiosidad en el espectador para que investigue sobre un personaje como Inés y la conquista de Chile, habremos logrado un objetivo maravilloso”.
A lo largo de los ocho episodios que componen la ficción se narran 20 años de la vida de los protagonistas. Noriega señala que “la madurez es un grado” e incide en cómo “cuando Pedro inicia este viaje tiene unos 40 años que para la época eran muchísimos más que ahora, era un hombre entrando en la tercera edad”. Por ello, se siente “muy consciente de que es su última oportunidad para pasar a la historia”. Una determinación que provocará desencuentros con su pareja. “Cuando llegan a Chile sus caminos van a empezar a separarse, porque él va a querer seguir conquistando hacia el sur y ella establecerse como habían pensado en un principio”. Rivera comparte que aunque “Inés era una especie de Juana de Arco y se ponía la armadura cuando había que ponérsela; estaba motivada por esa cosa idealizada de conquistar el Nuevo Mundo, de conseguir la igualdad entre los indígenas y ellos, de crear un mundo mejor y nuevo”. Eso sí. “si tenía que ponerse a matar, no tenía ningún problema”.
También precisa y alaba sobre su personaje que “arrolla con todo y quien se le pone por delante. Incluso con su abuelo, que al principio intenta imponerla ciertas normas [que ingrese en el convento] y ella se niega”. Por ello defiende a ultranza el componente de “aventura trepidante” que implica que sea “alguien real, que existiese esta mujer con esos ideales, esa manera de ser, ese carácter y esa fuerza que emprende ese viaje en un mundo de hombres”. Unos hombres que, como era de esperar, no siempre la reciben con los brazos abiertos.
“Cuando ella se une a la expedición va a ser mirada en los ojos de los demás soldados como alguien que está influyendo demasiado en el capitán, Valdivia”, expone el intérprete, “piensan que lo tiene embrujado, que toma decisiones solo porque ella le influye, aconseja y determina”. No obstante, su reacción es “enfrentarse a todos ellos porque está enamorado de ella y la admira por su personalidad y fortaleza”. Lo cual no evita que “no quiera que tome según qué decisiones delante de los demás”.
“Sexo, culpa y condena eclesiástica y social”
Desde el primer episodio de la ficción, el sexo toma importancia a la hora de definir a los personajes. Inés se acuesta con Juan de Málaga, motivo por el que su abuelo la tildará de “ramera”, en el Nuevo Mundo las mujeres son violadas al antojo de los soldados y, a su vez la pasión desborda a la pareja cuyo romance sigue la ficción.
“El sexo es un elemento muy importante en la serie”, apoya Noriega, “entre otras cosas porque la influencia de la Iglesia en aquella época era muy determinante y, sobre todo las mujeres, tenían prohibido según qué cosas”. Haciendo alusión al episodio piloto, argumenta que en él “Inés ya demuestra que va a actuar según su impulso e interés al tomar sus decisiones; y se va a enfrentar a su familia, religión, sociedad, a todo por trazar su propio camino”.
Aunque existe “el trato diferenciado si eres mujer y hombre” y siendo este “un elemento también primordial en Inés del alma mía”, el actor de Tesis y Abre los ojos explica que “Pedro tendrá que volver a Perú para ser juzgado por tener una relación extramatrimonial con una mujer teniendo a su esposa en España, la única causa por la que no va a ser perdonado entre todas de las que se le acusa, es esa”. Y en el juicio, “defiende a Inés a muerte, alegando que tiene más valor, personalidad, fuerza y coraje que muchos de los hombres que le acompañaron en la expedición”. Ella, por contra, “va a ser apedreada”. Por lo que “sí”, concluye Noriega, “el sexo, la culpa y la condena eclesiástica y social va a estar presente”.
“No sabíamos si nos iban a devolver a España”
La “aventura” de la ficción se trasladó en parte a la vida real, dado que las grabaciones se vieron afectadas por las protestas sociales de Chile que se produjeron en octubre del año pasado. “Ocurrieron en pleno rodaje y tuvimos que abandonar el centro”, recuerda el actor, “vivíamos con una incertidumbre total porque íbamos día a día diciendo 'mañana rodamos', pero mañana no se rodaba”. Es más, “había toque de queda, tanques en la calle... La serie pasó a un segundo término, no sabíamos si íbamos a continuar en el país, si nos iban a devolver a España, pero finalmente pudimos retomar el rodaje”.