Con los fans y elenco de Juego de Tronos a la espera del estreno de la temporada final en HBO, Emilia Clarke ha revelado que sufrió dos aneurismas mientras rodaba la serie, la primera de ellas justo al terminar las grabaciones de la primera entrega, en 2011.
La actriz que da vida a la querida Daenerys Targaryen tenía entonces 24 años. Ahora, con 32, ha decidido relatar su experiencia a propósito del lanzamiento de una organización benéfica junto a socios de Reino Unido y Estados Unidos, SameYou, para proporcionar tratamiento a gente que se recupera de esta clase de afecciones médicas.
“Cada minuto de cada día pensaba que me iba a morir”
En una columna publicada en la revista New Yorker que recoge Efe, Clarke recuerda cómo el estrés que padecía ante la exposición pública que le supuso encarnar al personaje de Daenerys le llevó a recurrir a un entrenador personal para canalizarlo. Fue durante un entrenamiento en Londres cuando sintió “como si una banda elástica estuviera estrujándole el cerebro”. “Alcancé el lavabo, me caí de rodillas y procedí a vomitar de manera violenta y voluminosa mientras el dolor se volvía peor”, relata la intérprete, que supo entonces que su “cerebro estaba dañado”.
Fue trasladada a un centro médico y después de un escáner cerebral descubrió que había sufrido una aneurisma, una ruptura arterial en el cerebro que causa la muerte de un tercio de la gente que padece uno de ellos.
El fenómeno de Juego de Tronos estaba entonces en plena ebullición, por lo que descartó someterse a una cirugía cerebral porque “no tenía tiempo” para ello. Estando en el hospital, le detectaron una segunda aneurisma de menor tamaño en el otro lado del cerebro que podía reventar en cualquier momento, pero tampoco fue operada.
Este episodio le llevó a sentirse insegura durante el rodaje del resto de la serie y necesitó tomar morfina entre las entrevistas con medios para paliar el fuerte dolor: “Cada minuto de cada día pensaba que me iba a morir”, relata.
“Estoy feliz de estar aquí para ver el final de esta historia”
En 2013, tras otro escáner cerebral, los médicos detectaron que su segunda aneurisma había duplicado el tamaño y mientras representaba Desayuno con Diamantes en Broadway (Nueva York) le realizaron una operación para eliminarlo.
La intervención atravesó problemas ya que, de acuerdo a los profesionales, el “procedimiento había fallado y tenía una terrible hemorragia”, por lo que sus “oportunidades de vivir eran precarias” si no se sometía a otra cirugía, que requirió abrir el cráneo y de la que tardó un mes en recuperarse.
“Hay algo gratificante, más allá de afortunado, en llegar al fin de Juego de Tronos. Estoy feliz de estar aquí para ver el final de esta historia y el inicio de lo que sea que venga después”, zanja la artista, que había llevado sus problemas de salud en secreto hasta ahora.