Crítica
'En casa': encapsular la cuarentena era posible y triunfar en el intento, también

Rodrigo Sorogoyen y Marta Nieto, en 'En casa'

Laura García Higueras

“Qué difícil es que las cosas sean simplemente lo que son”. Incluido el confinamiento por el covid-19. Todavía inmersos en el estado de alarma, envueltos de una crisis sanitaria sin precedentes y una enfermedad que acecha nuestras aceras, reflexionar sobre las capas de lo que está ocurriendo parece una misión improbable. ¿Cómo se tiene perspectiva sin tiempo de poso? ¿Cómo se reflexiona cuando aún los sentimientos brotan sin miramientos en nuestro día a día? Claro que, ¿y si la conclusión no fuera lo importante y sí el durante? Llegará el día en el que esta pandemia -y el criminal año 2020- formen parte de los libros de texto que estudiarán las generaciones venideras; y será la experiencia de cada uno la que conforme la memoria colectiva de esta cuarentena que nos está poniendo, sin excepciones, al límite.

Más allá de las emociones, que brotan cuando quieren y han decidido convertir nuestros días en montañas rusas de subidas y caídas, vértigo e incluso adrenalina, hay otro gran elemento al que nada ni nadie va a poder confinar nunca: la imaginación. Por ello, a pesar de que a priori retratar el encierro puede generar rechazo por plasmar en pantalla esta extraña realidad, HBO apostó por lanzar En casa. Una serie antológica de cinco episodios, producidos por Warner Bros.IPTV España en colaboración con Caballo Films, que llega este miércoles 3 de junio a la plataforma. Las cinco cápsulas del tiempo dirigidas por Rodrigo Sorogoyen, Elena Martín, Leticia Dolera, Carlos Marqués-Marcet y Paula Ortiz consiguen ser un reflejo de todo lo que está habitando nuestros hogares estos meses: nosotros en estas particulares circunstancias. Y lo más complicado: han conseguido mezclar originalidad con rutina, y que el visionado sea placentero.

A su vez, y probablemente sin querer serlo, En casa es un 'metaexperimento' sobre cómo los propios cineastas se han enfrentado a crear un capítulo que habla de todos, pero inevitablemente también de ellos mismos. “El covid-19 democratiza el confinamiento”, apunta Manuela Aparicio, protagonista del episodio de Marqués-Marcet. Nota que abarca la experiencia de la producción del proyecto, la recepción de quienes se animen a explorar su vivencia desde la mirada de otros; y la de los periodistas que escribimos sobre la serie.

Vídeo: HBO muestra cómo es su serie confinada 'En casa' y le pone fecha de estreno 360

A cada miembro de la ecuación, el proceso nos desnuda en cierto modo. Por alusión, compartiré que el tercer grupo nos hemos visto igualmente los capítulos encerrados en nuestros pisos, quizás con quienes están siendo nuestros compañeros de cuarentena, siendo víctimas de la sacudida de realidad, empatía y emoción que implica. Y una vez nos sentamos a redactar, será inevitable que igualmente nos expongamos en nuestras reflexiones. Cada uno amparado por las vistas que nos ofrecen nuestras ventanas, nos enfrentamos a la labor que nos corresponde, unidos por un contexto único y atípico. Que al compartirlo, enriquece.

Sutil, divertido y a ratos surrealista, como nuestro día a día

El primer paso es superar la sensación de estar invadiendo la intimidad de los propios creadores. Sobre todo porque el primer capítulo no solo está rodado en la casa de su director, Rodrigo Sorogoyen, si no que él mismo interpreta a uno de sus personajes. Le acompaña la actriz Marta Nieto. Dolera aparece sola en su piso, Martín junto al grupo de seis jóvenes con los que vive en una especie de nave industrial, Marqués-Marcet reserva a Aparicio las escenas en su hogar sin más compañía que sus pensamientos, y Ortiz se desdobla en las amigas encarnadas por Celia Freijeiro y Julia Castro. Las dos últimas, por cierto, en un piso envidiable.

Sus decisiones, además de cumplir sus objetivos creativos, revelan cómo están siendo sus cuarentenas, y humanizan cada plano. Atrás quedaron las premieres, alfombras rojas y multitudinarias ceremonias de premios. En el confinamiento, las ojeras no entienden de cuentas bancarias ni glamour. Todos hacemos -o no- deporte siguiendo las clases de Patry Jordán, sufrimos, reímos, odiamos y amamos las videollamadas a partes iguales, teletrabajamos, cocinamos, limpiamos, pasamos horas en Instagram, leemos, nos emparanoiamos y aplaudimos cada tarde a las 20:00 con más o menos efusividad, según el humor de la jornada.

Sus vidas son nuestras vidas, y reconforta sentirnos reflejados en sus actitudes, miedos y locuras. Además, cada director ha logrado imprimir su sello a la hora de contar estas historias, y aproximarse a la cuarentena con respeto, coherencia y buen gusto. El resultado podría haber sido -muy- cutre, pero la imagen no da sensación de vídeo casero sin más, si no que denota un planteamiento diseñado y sopesado. Aparte de que nadie ha caído en lo burdo ni la burla. Los cinco se han tomado muy en serio la responsabilidad de aportar su grano de arena a la memoria colectiva de esta etapa, con sus nombres y apellidos.

Sorogoyen imprimiendo hasta tensión y explorando las personalidades que se han hecho hueco dentro de nosotros para hacer frente a la crisis, Martín con su forma de rodar la calma -como ya hiciera en su ópera prima Júlia ist para hablar del Erasmus-, los ratos de no hacer nada, el silencio, el llanto, la espera e incluso las conversaciones que no reproducen líneas de guion, si no que se dispersan como ocurre en la vida misma. Dolera explorando cómo la cuarentena está siendo también una oportunidad de conocernos y conocer a nuestras parejas, incluso aunque no estemos compartiendo estos días con ellas, comprobando qué es lo que nos hace, o no, bien.

Marqués-Marcet reflexiona sobre la soledad al tiempo que inserta fragmentos grabados en años anteriores, combinando recuerdos con un monólogo que ojalá pronto pueda estar en nuestras manos. Sus palabras hablan de interior a interior entre quien lo recita y quien lo recibe, sin hallar si quiera piel de por medio que distorsione su mensaje. Permite sentir que somos nosotros quienes hablamos en alto sobre algo que quizás no habíamos sido capaces de expresarnos y reconocernos. O sí, pero no habíamos logrado traducirlo en nada más que divagaciones en nuestras cabeza. Y por último, Ortiz ha dirigido a Freijeiro y Castro desde su casa, mostrando a dos amigas con una verdad, humor y vaivenes que hablan de tú a tú a los 'yoes' que se han apoderado de cada uno de nosotros en estos días. Consecuencias en la convivencia incluidas.

Y así, camuflada de una aparente sencillez, En casa ha sacado valioso partido a una situación tan sumamente atípica, que nos va a marcar para siempre, y de cuya incertidumbre seguimos siendo presas. Su mérito reside no sólo en lo que es capaz de capturar, sino el cómo. Pesadillas, temores, lágrimas, sexting, satisfyer, saturación, muerte, aburrimiento. Todos han sido bienvenidos en estos relatos, sin que ninguno se haya llevado especial atención. Sin recrearse, sin hacer nada de más ni de menos, aceptando lo vivido, consiguiendo reírnos de nosotros mismos, sincerándonos y revelándonos.

En una etapa que nos ha obligado a tener tiempo para pensar, En casa ha construido cinco historias que podrán servirnos de regresión en el futuro. Y a las que podremos mirar sin que se nos escape el brillo de los ojos. Esta es la realidad que nos ha tocado vivir, la enfermedad que nos ha obligado a frenar, repensar y reaprender. Y es bonito que cuente con su propio retrato en pantalla, como parte de una experiencia en la que delante y detrás de las cámaras, a todos nos está condicionando lo mismo.

Etiquetas
stats