Nuestra conversación con Álex de la Iglesia gira en torno a un tema principal, el miedo. El miedo expresado a través de múltiples visiones y perspectivas: la de sus recién expedidas 30 monedas, un proyecto de género “puro y duro”, después de años en los que, reconoce, no se había atrevido a realizar apuestas tan frontales como esta; el miedo a estar a la altura de un gigante audiovisual como HBO, que apostó por un proyecto que llevaba cinco años en un purgatorio esperando su destino definitivo; y también el miedo, en este caso externo, a las nuevas formas que está tomando la industria.
La vorágine promocional en torno a sus 30 monedas en HBO ha pillado al bilbaíno en mitad de su siguiente aventura cinematográfica, Veneciafrenia. Se trata de la primera entrega del sello cinematográfico The Fear Collection, la antología de horror cósmico auspiciada por Pookepsie Films, la productora que comanda junto a Carolina Bang, y Sony Pictures en alianza con Amazon Prime Video. “Sí que es cierto que es un momento de cambio y mucha gente le tiene miedo. Pero ya llevamos 15 años de miedo”, nos dice con voz tajante el director, que en su día fue el encargado de abrir el debate sobre el papel de internet dentro de la propia industria, ya en su etapa como director de la Academia de Cine. Su defensa de las plataformas digitales ha sido persistente. Cualquier analogía que, de forma algo torpe, hace este entrevistador con los pactos demoníacos que se traban en su segunda serie de televisión, tras la previa Plutón BRB Nero, recibe un rechazo “absoluto” por su lado.
“Lo que hay que hacer es aprovechar la ola, no enfrentarse a ella con un casco”, afirma. Y eso es lo que ha hecho con 30 monedas, un totum revolutum donde abraza la idea de “sindiós” sobre la que había trabajado su filmografía previa, sin temor a otras consideraciones narrativas: “Es exagerado, excesivo y no hay respiro”, dice sobre su propuesta, estrenada el domingo 29 de noviembre en el catálogo de la plataforma, que será la primera pica en una ambiciosa trilogía, con la que pretende que la audiencia disfrute “como no ha disfrutado nunca”: “Disfruta y no pienses”, agrega, sin miedo.
Hablaban los actores de '30 monedas' de que este era el proyecto más amplio a nivel argumental y creativo al que se habían enfrentado. ¿Ha sido también para ti, o al menos donde has podido trabajar sin condensar?
Siempre se dice que todo es abrumador y muy duro, pero esta vez es verdad. Han sido 27 semanas de infarto luchando contra el reloj cada día para cumplir el plan, para llegar a los objetivos que teníamos. El proyecto tenía tal envergadura que no nos podíamos permitir un retraso o un desorden, y al mismo tiempo eso requería trabajar a un ritmo enloquecedor y no fallar, hacer una buena tirada de dados al rodar, porque lo contrario hubiera supuesto un retraso y un empeoramiento de una secuencia y de un capítulo. Lo que quitabas de uno lo ponías en otro. Había que acertar siempre.
Eso lo he conseguido gracias a mi equipo, que también es un topicazo del director, pero es verdad. He conseguido salir adelante gracias a ellos, gracias a que han seguido un ritmo abrumador trabajando. No nos deteníamos por nada. Todo consistía en hacerlo, clavarlo porque no tenía tiempo de otra toma. Era muy intenso. Pero luego terriblemente esperanzador cuando ves los resultados.
Durante la última década, encadenaste un buen número de películas en muy poco margen de tiempo, 'Mi gran noche', 'El bar', 'Perfectos desconocidos', el documental de Messi... ¿Sentías necesidad de pausar el ritmo de trabajo, o de paladearlo más?
Este es un proyecto que llevo 5 años rumiando con Jorge y dos años moviéndolo por diferentes plataformas, televisiones, distribuidoras, estudios de cine... Hace casi tres años llegamos a HBO, justo cuando comenzaba en España. El mismo día de la fiesta de inauguración del departamento español hablé con Miguel [Salvat, responsable de producciones originales de HBO en España]. Le dije, 'Tengo una serie para ti, quiero trabajar con vosotros. Necesito trabajar con vosotros'.
Normalmente en el mundillo del audiovisual la gente muestra un interés relativo que no se concreta en nada: “quiero hacerlo pero tampoco quiero, porque me da miedo”, “no quiero perderte pero al mismo tiempo no quiero comprometerme”. Ese punto paranoico te destroza trabajando en cine, te anula. En cambio, HBO y concretamente Miguel, me dijo que quería la serie y, a partir de ahí, empezamos a trabajar. El proceso se puede resumir en no bullshit. Desde entonces, todo ha sido muy elegante, muy respetuoso. Ha sido un trabajo estupendo, y todo lo duro que ha sido fue precisamente por querer estar a la altura de las exigencias de una de las mejores compañías de televisión del mundo.
'30 monedas' es un acercamiento más directo al horror de lo que habías estado haciendo los últimos años. ¿Son estos tiempos más propicios para el género?
Desde luego. Hasta ahora siempre había abordado el género desde un punto de vista excéntrico. Siempre lo había visto desde fuera, quizás un poco por cobardía, por no enfrentarme al género en sí mismo, porque me parecía una apuesta demasiado frontal. No he hecho una película del oeste, he hecho una película sobre el Oeste, o en todo caso una película desde el punto de vista de un niño sobre el Oeste en el cine; como tampoco he hecho una película de payasos asesinos, sino una película sobre el enfrentamiento de dos locos que trabajaban en un circo, no un Killer Clowns. Esta es la primera vez en que hago género puro y duro, y creo que ha sido por un momento vital en el que de pronto descubres, como decía antes, el no bullshit, en el que te dices: “Vamos a hacer exactamente lo que queremos y nos gusta, vamos a hacerlo a toda potencia”.
Eso tiene consecuencias cinematográficas. El ritmo de la serie tiene mucho que ver con el ritmo que imprimíamos al rodaje. Allí exigía un nivel de concentración muy grande, el equipo sabía que no iba a haber otra toma. Podíamos estar preparando un plano durante hora y media, para rodarlo en 30 segundos y a continuación decir yo, 'Vámonos'. Y todos, claro, flipando. Esa sensación de que si no haces algo ahora no lo harás nunca era necesaria para entender el espíritu de la serie.
Recuerdo haber leído que 'El día de la bestia' nace de tu fascinación por 'La noche del demonio', que era una suerte de partida de rol a partir de esa película. ¿De dónde nace el germen de '30 monedas'? Me acordaba de Michele Soavi viendo la serie, de 'La secta' o 'El engendro del diablo'...
Por supuesto que están Soavi, [Lucio] Fulci, [Sergio] Corbucci y Dario Argento, que fue la primera persona a la que conozco haciendo cine: me encontré con él en Montreal, en un festival nada más terminar Acción Mutante, y nos hicimos íntimos... Cuando yo iba a Sitges como fan, tuve la suerte de ver una película con Walter Hill detrás. Aparte de cineasta, sigo siendo bastante fan adicto. Eso no se puede perder, tener ilusión es el motor del cine. En el caso de 30 monedas, se nota más que nunca porque efectivamente tiene algo de esa ilusión que no he perdido de El día de la bestia, pero también hay una capacidad de vertebrar la ilusión en una narrativa más extensa.
Si hablamos de vertebrar, '30 monedas' recoge múltiples tradiciones distintas, múltiples encarnaciones del horror. Se diría que hay mucha herencia del cine italiano, tanto como de Carpenter. El tema musical que clausura la primera temporada remite, y mucho, a 'El príncipe de las tinieblas'
¿Qué crees, que no lo hemos hablado? [risas] Le dije a Roque [Baños] que al final quería El príncipe de las tinieblas. Sin ataduras. Ese episodio es totalmente Carpenter. Eso está ahí. El director de cine fantástico no deja de ser espectador de cine fantástico. Quizás el espectador que ama el cine de terror y fantástico es especial. Si tú vas a grandes festivales, sin querer menospreciar, como San Sebastián, Valladolid, Málaga o Sundance o Berlín, notas la tensión. Se respira el negocio, el mercado, las diferentes tendencias... El espectador está asustado, el técnico está asustado, y solo se mueven a gusto los ejecutivos de las grandes compañías y, sobre todo, los abogados de unos y de otros que hablan entre sí. Ese es el ambiente de los grandes festivales, y en los pequeños también. Se respiran diferentes maneras de entender el cine y la industria. No hay esa amistad que existe en un festival de cine fantástico. Si vas a Bruselas o Sitges o Austin, lo único que encuentras es gente como tú, amigos tuyos. Gente que va a disfrutar, que no viene a criticar tu película, sino a sacarle el máximo jugo, van a pasárselo bien.
Eso es el cine, un entretenimiento. Un entretenimiento que puede ser más o menos interesante o acorde con tus criterios o tus intenciones y objetivos, pero no deja de ser eso. No es mejor Carpenter que Soavi o que Argento, son diferentes tipos de cine, diferentes aproximaciones al fantástico. Y eso lo sabemos todos.
Cualquiera de estas películas mencionadas tienen como trasfondo esa idea de apocalipsis inminente del universo particular al que se enfrentan los personajes, igual que en '30 monedas'. Sin embargo, aquí esa idea adquiere una concepción más absoluta, más global. Al menos en la primera temporada, se diría que hay una sensación mayor de fatalismo. ¿Lo ve ahora todo más oscuro?
Es posible, no te digo que no. Por otro lado, está ahí la concepción de la estructura de una trilogía. Piensa en dos trilogías pretendidamente perfectas, o por lo menos dos de las mejores que conozco, como son Regreso al futuro y Star Wars: Star Wars comienza con una tesis, luego llega la antítesis -porque es muy dialéctica- como es El imperio contraataca, y luego una especie de síntesis feliz que es El retorno del Jedi. A mí la que más me gusta es El imperio contraataca. No sé si para conseguir El imperio contraataca hay que haber sembrado antes Star Wars, no sé si es necesario ese primer episodio para conseguir la calidad del segundo. Pero claramente es, como dices, una película fatalista. Es una película trágica, con una visión pesimista y que acaba por la mitad. ¿Por qué me parece la mejor? Porque ni tiene la obligación de comenzar ni tiene la obligación de acabar. Al estar en medio, disfruta de la complicación del conflicto. Es un gran segundo acto.
Digamos que he intentado hacer eso en 30 monedas: esta primera temporada en realidad es un segundo acto, por eso tiene ese punto trágico. El primero sería la vida de Vergara y Santoro en Roma, de la que hablamos un poco en uno de los episodios; el segundo es el que hemos visto y el tercero es la segunda temporada que vamos a hacer ahora. Lo he tergiversado. ¿Y cómo lo hemos hecho? Sin espoilear, quiero dar pistas.
Regreso al futuro tiene otra organización: tenemos una primera película loquísima muy difícil de vender a un estudio porque si lees el guion te pierdes bastante, es terriblemente complejo; y la segunda es el sindiós, es un enorme sinsentido grotesco y demente hasta niveles preocupantes, pero igual de atractivo porque te embarca en un viaje que te deja en pañales. La gente dice que soy muy exagerado... Pues, por el amor de dios, ¿qué dijisteis cuando visteis Regreso al futuro. Parte II? Parece un episodio de Rick & Morty, de esos que tienes que ver tres veces para entenderlo. Y ya por último, hay una vuelta al principio desde el punto de vista del western, que es la que menos me gusta, igual que me pasa con El retorno del Jedi. Como quería ahorrarme ese tercer acto, la tercera parte de la trilogía de 30 monedas sería una vuelta al principio.
Hablabas del sindiós de 'Regreso al futuro 2', y lo cierto es que no solo es una sensación presente en '30 monedas'. Incluso uno de los personajes lo verbaliza así...
Es un doble juego, efectivamente no hay dios. Es lo que afirma lo terrible de la consecuencia de las afirmaciones de Lucifer no es que él no sea el demonio, sino que no hay dios, que todos somos una amalgama, personajes de una misma entidad que se está riendo de nosotros y nos usa como marionetas. Hablar de “sindiós” es efectivamente muy clarificador, y por otro lado esa es la intención.
Mi intención es que el público disfrute como no ha disfrutado nunca. Es lo que me gustaría que ocurriera con 30 monedas. Otra cosa es que lo consiga y que la gente sea como yo. En este caso, lo que busco es esa sensación de desmadre, eso que me achacan tanto. Es exagerado, excesivo y no hay respiro. ¡Ojalá fuera todo así! Si precisamente el único problema que tiene la vida son los tiempos muertos, esos tiempos en los que hay tiempo para pensar. Lo maravilloso de cuando te estás divirtiendo es que es el único momento en que no sabes si te estás divirtiendo porque no tienes tiempo de pensarlo. La alegría de divertirse está en no saberlo, y eso es lo que intento en la serie.
Quizás un crítico se vea obligado a pensar y entonces sufra, porque no tendrá tiempo para hacerlo. Hay en cambio películas muy aburridas en las que hay tiempo de sobra para pensarlas, y por eso son tan buenas, porque tienen tanto tiempo para pensarlas, que tienen tiempo a elaborar su propia teoría sobre la película. En cambio, otras películas como las de Nicholas Ray o Howard Hawks no se dejan pensar. Anything goes, como cantaban en Indiana Jones y el Templo maldito. Disfruta y no pienses.
Aparte de '30 monedas', estás rodando 'Veneciafrenia' para Amazon. ¿Son las plataformas una ayuda divina para contar historias, o se asemejan más a un mal necesario, la puerta que hay que abrir para seguir existiendo?
No es en absoluto así. Es la alegría que por fin hemos encontrado un vehículo a través del que acceder a un montón de contenidos y de información de una manera que hace crecer la oferta exponencialmente. Estamos asistiendo a un momento muy beneficioso tanto para la audiencia como la producción audiovisual en general. Los contenidos están mejorando mucho porque hay mucha más oportunidad de trabajar. Antes teníamos una partida en la que solo había tres jugadores. Ahora hay seis, siete, ocho jugadores. La partida es mucho más divertida, más apasionante. Hay más dinero, la industria se fortalece, el público tiene más oferta y por tanto genera mayor demanda... Es de locos no verlo como un momento positivo.
Sí que es cierto que es un momento de cambio y mucha gente le tiene miedo. Pero ya llevamos 15 años de miedo. Ya va siendo hora de que entienden -y de hecho, lo han hecho la mayor parte, porque corren como locos para tener una reunión con Netflix- por dónde van los tiros. Eso no quiere decir estar en contra de la exhibición, ni de las salas. Esa dicotomía entre salas de cine y plataformas digitales es absurda. Lo que sí que tenemos que tener claro es que no nos podemos negar a lo evidente. Ya hemos visto qué pasa cuando lo negamos y las consecuencias que trae. Ahora lo que hay que hacer aprovechar la ola, no enfrentarse a ella con un casco.
Desde la implantación de Netflix en España cada vez más directores se han pasado a este nuevo universo, pero... ¿No hay temor a una homogeneización del audiovisual en estos parámetros?
Desde que llegó Netflix no solamente hemos visto Velvet o Las chicas del cable, así como otras series de un contenido más comercial. Hemos tenido oportunidad de encontrarnos con Vergüenza, que es una serie tremenda y Cavestany para mí es un dios, La peste o Nasdrovia, o hemos tenido la oportunidad de ver Vota Juan. Series divertidísimas, de gran calidad y muy arriesgadas también. Ahora hemos tenido la oportunidad ahora de ver Antidisturbios... Estamos viendo un auge enorme del audiovisual. Negarse a eso es atarse un tonel de cemento y tirarse al río Hudson.
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