Para Ángela Cremonte (Madrid, 1985), Mentiras no es un proyecto más en su carrera. “Es la primera vez que me ofrecen un personaje en el audiovisual sin tener que hacer un casting”, dice sobre la nueva serie de Atresmedia, que le ha permitido desligarse de las historias de época en favor de un relato más contemporáneo. Algo que la actriz celebra tras haber participados en ficciones como Hispania, Imperium, Amar es para siempre, Carlos rey emperador y Las chicas del cable. “Amo la época, pero poder hacer algo contemporáneo y poder interpretar en vaqueros me apetecía también”, comenta entre risas a Vertele.
En Mentiras interpreta a uno de los dos papeles principales, el de Laura Munar. El otro, el de Xavier Vera, recae sobre Javier Rey, que rehusó ver Liar, la serie británica en la que se basa Mentiras, para prepararse el personaje. Cremonte, sin embargo, se empapó al máximo de la ficción original: “Quise disfrutar cada segundo de esto que me estaba pasando, y podía disfrutar más si me ponía desde el principio, antes incluso de empezar a rodar. Así que vi la serie, la estudié y pensé y repensé el personaje”.
De ahí que la madrileña sea una voz autorizada al decir que “Mentiras es muy fiel” a Liar, aunque con diferencias. “Había cosas de la trama original que no nos parecían verosímiles, que hacían poco creíble lo que estaba sucediendo”, comenta la madrileña antes del estreno del segundo capítulo, mañana domingo, en ATRESplayer Premium.
Será entonces cuando los espectadores puedan descubrir más sobre esa supuesta violación que narra la serie. Un tema delicado sobre el que Mentiras puede llegar a concienciar a la audiencia, tal y como cree su protagonista. “Lo que hace esta serie es quitarnos de la cabeza los prejuicios de lo que nosotros pensamos que es una víctima y un verdugo. Pensamos que un agresor es alguien con cara de malo y con un cartel en la cara que dice que nos va a arruinar la vida y la víctima alguien con cara de corderito degollado, tonta y fácil de manipular. Y es mentira. Hay víctimas muy inteligentes echadas para adelante que son engañadas porque los agresores están disfrazados de ángel y son perfectos encantadores de serpientes y de sociedades”, reflexiona Cremonte al respecto.
¿Qué fue lo primero que te sedujo de 'Mentiras'?
Es una serie muy de interpretaciones. Yo sabía que lo iba a poder gozar como nunca si conseguía agarrar al personaje. Además, es un thriller trepidante que va por delante del espectador y que le hace dudar. Eso me gustaba mucho. Y también me apetecía salir de la época. Amo la época, pero poder hacer algo contemporáneo y poder interpretar en vaqueros me apetecía también (ríe).
Javier Rey no quiso ver la serie original para construir su personaje desde cero. ¿Tú optaste por la misma estrategia?
No, yo no me pude aguantar. Es la primera vez que me ofrecen un personaje en el audiovisual sin tener que hacer un casting. Y en cuanto me dijeron que habían pensado en mí y que Mentiras se basaba en otra serie, no solo la vi sino que la estudié. Quise disfrutar cada segundo de esto que me estaba pasando, y podía disfrutar más si me ponía desde el principio, antes incluso de empezar a rodar. Así que vi la serie, la estudié y pensé y repensé el personaje.
El primer episodio sigue el mismo planteamiento que la serie original. ¿A partir de ahí se desvía o sigue un camino similar?
La trama es la misma porque Mentiras es muy fiel a la original. Ahora bien, hay dos elementos diferenciadores. Por un lado, que nosotros somos españoles, por lo que nuestra manera de sentir y de interpretar es diferente. También el escenario, que no es tan gris como el británico donde se ha rodado, sino que es una explosión mallorquina de colores que contrasta con el sentir de los personajes.
El otro elemento diferenciador es que había cosas de la trama original que no nos parecían verosímiles, que hacían poco creíble lo que estaba sucediendo. Nosotros hemos querido llevar la verdad y la verosimilitud al límite, que la gente no sienta que está viendo una serie sino a seres humanos. Entonces, hemos cambiado algunas cosas que no modifican la trama, porque los buenos y los malos siguen siendo los mismos, pero hay situaciones que no nos entraban y las hemos cambiado con un par. A veces, a falta de dos minutos para decir acción. Y eso es un riesgo (ríe).
Tu personaje, Laura, tomará muchas decisiones a lo largo de la serie. ¿Te gusta todo lo que hace?
A toro pasado es muy fácil decir que sí, porque sé lo que sucede y adónde la llevan. Pero había momentos en los que decía: “Pero esta señora cómo se atreve a echarse esto a las espaldas y cómo es tan valiente de hacer esto”. Ella hace cosas que son peligrosas y que no debería hacer. Objetivamente, si yo fuese su hermana le diría: “No”. Pero, claro, ella no lo puede evitar y a toro pasado la entiendo.
Decías que te apetecía hacer algo contemporáneo. Ya que 'Mentiras' lo es, ¿qué sociedad refleja la serie?
Refleja la sociedad que tenemos, que tiene cosas maravillosas y otras que no lo son. La serie refleja una sociedad con muchos prejuicios, que victimiza doblemente a la víctima y que le hace una doble vida, porque no le concede siquiera el beneficio de la credibilidad sino que directamente duda de ella. Al final, queda estigmatizada doblemente por el agresor y por una sociedad contra la que tiene que luchar. Y esto es muy injusto. Creo que tenemos muchos prejuicios todavía. Pensamos que el agresor tiene cara de malo y un cartel en la frente que dice que te va a estropear la vida, y no es así. Hay padres ejemplares y víctimas que son mujeres poderosas. Esto sin desvelar si es verdad lo que dice Laura que le ha sucedido, pero esta es la sociedad que refleja la serie.
¿Pueden un hombre y una mujer ver la serie con los mismos ojos?
No sé qué contestarte a esto. Yo la veo con mis propios ojos de ser humano y de mujer, obviamente. No sé cómo la ve un hombre. Me encantaría que la respuesta a tu pregunta fuese sí, porque significaría que empezamos a entendernos mejor. Creo que hay cosas que no deberían tener que ver con el género, sino con la justicia.
¿Llega la serie en un momento donde se miente más que nunca?
Siempre hemos mentido. Si te lees las obras de Shakespeare, por ejemplo, ahí mentía hasta el apuntador. Y eran mentiras muy graves con muertos debajo de la alfombra. Creo que el ser humano tiene cosas luminosas y es un gran defensor de la verdad, pero también se miente mucho a sí mismo. Miente muy mal y de una forma muy cruel a los demás. Lo tenemos todo en la tienda, amigos (ríe).
No creo que mentir sea algo de ahora, sino de siempre. Pero hay gente, entre la que me gustaría incluirme, que lo que quiere es descubrir la verdad y poner luz ahí. Y está bien, dentro de lo que se puede, poner la atención en la luz y no tanto en la sombra, aunque ahora sea difícil.
Los que también quieren descubrir la verdad son aquellos que hayan visto el primer capítulo de ‘Mentiras’. Van a tener que reflexionar mucho sobre los actos de Laura y Xavier.
Me encantaría que fuese así. Y si lo hemos hecho bien será así porque era nuestra intención. Si el espectador va por delante de la serie se aburre. A priori, nos enganchamos a las series que son más inteligentes que nosotros. Al principio podemos darnos el placer de sentirnos más inteligentes que la trama de una serie, pero luego dejas de verla para engancharte a serie más “listas” que nosotros, por así decirlo.
Al espectador le llega la información a través de los flashbacks que recrean la cita entre Laura y Xavier, probablemente los únicos momentos en los que tu personaje te da un respiro. ¿Cómo ha sido interpretar un papel tan intenso emocionalmente?
Cuando tocaba rodar flashbacks yo estaba supercontenta porque sabía que me tocaba sonreír, que me iban a poner guapa y que todo iba a ser amor y lujo (ríe). El resto de la serie lo he gozado, pero ha sido un rodaje emocionalmente duro e intenso porque yo no me dejaba a mí misma ni un solo respiro. Quería transmitir lo que había que transmitir, poner el corazón y romper de verdad si había que romperse y llorar desde el alma.
Me comprometí mucho con este personaje y con esta historia, y eso a nivel emocional es cansado y deja huella. Había días que esa tristeza se me pegaba, pero es parte del oficio de actor. Luego hay que cuidarse mucho y, en mi caso, saber bailar un poco de salsa para quitarse esto de encima. Y también pensar que son tres meses de rodaje y no una vida entera.
La serie aborda las consecuencias de una posible violación. ¿Dónde está la línea entre tratar bien y tratar mal un tema tan delicado como ese?
La línea está en el mismo sitio que plantea el conflicto de la serie: en la verdad. Y en la hiperrealidad. Por muy emborronada que esté una situación siempre hay una verdad objetiva. Por lo menos en estos casos, donde la verdad o la mentira de la que se está hablando está penada en el Código Penal.
Si no frivolizas con eso y planteas el conflicto de los personajes con la más absoluta sinceridad, si estudias lo que es ser víctima de violación y cómo puede ser o no ser un presunto violador, y si sabes cómo funciona para bien o para mal la justicia y cómo el ser humano funciona con los prejuicios que tenemos, acabas viendo que la línea está ahí, en intentar simplemente mostrar, no en aleccionar. La serie, por lo menos la versión española, no juzga a ninguno de los personajes. Ni siquiera al presunto violador. No justificas, pero entiendes lo que le pasa a cada persona.
Te puedo asegurar que Laura, que es una persona presuntamente violada, está escrito de manera superreal y no hemos dejado escapar ninguna arista ni hemos frivolizado nunca. Todo por lo que pasa ella es por lo que pasa una víctima.
¿La serie puede llegar a concienciar sobre esta cuestión? Y si es así, ¿quién crees que debería verla encarecidamente?
Sí que puede concienciar, porque lo que hace esta serie es quitarnos de la cabeza los prejuicios de lo que nosotros pensamos que es una víctima y un verdugo. Pensamos que un agresor es alguien con cara de malo y con un cartel en la cara que dice que nos va a arruinar la vida y la víctima alguien con cara de corderito degollado, tonta y fácil de manipular. Y es mentira. Hay víctimas muy inteligentes echadas para adelante que son engañadas porque los agresores están disfrazados de ángel y son perfectos encantadores de serpientes y de sociedades. Un “padre ejemplar” o el “vecino perfecto” también son agresores porque han desarrollado unas habilidades sociales que el resto de la sociedad no tenemos porque no estamos para engañar a los demás, sino para vivir con amor y alegría.
Y en cuanto a quién debería verla, pues cualquiera que se quiera entretener porque engancha. Y si alguien la ve y le ha sucedido lo que supuestamente le sucede al personaje de Laura, a lo mejor se puede ver un poco identificada o reconfortada porque Laura los tiene octogonales. Es una presunta víctima, pero es una tía muy valiente y con un montón de virtudes. Y a mí me gustaría pensar que una víctima se siente eso. Que no se siente víctima sino que se siente valiente. Y si algún agresor ver Mentiras, que al menos se cargue de vergüenza.