J.J. Vaquero hace 'El Roast de España': “Si con algo que digo la mayoría se ofende, entonces me he equivocado”
Hasta ahora, JJ Vaquero acostumbraba a definirse como “un cómico rudo y directo, sin filtros y al que le nace el pelo muy fuerte”. Tras la experiencia de grabar El Roast de España, el nuevo formato que Comedy Central estrena este domingo 15, puede añadir la de entrevistador a ese conjunto de cualidades. Al fin y al cabo, no cualquiera debuta en ese campo enfrentándose a una charla con el mismísimo exnarcotraficante gallego Manuel Fernández Padín, como él tuvo la oportunidad de hacer al inicio de su viaje por seis zonas de España.
Cinco comunidades autónomas (Galicia, Catalunya, Castilla y León, Valencia y Asturias) y una provincia (Sevilla) son las primeras protagonistas de este formato, cuyo rodaje estaba planteado para la primavera, antes de que el coronavirus impactase de forma crucial en nuestras vidas. Eso ha obligado a algunos cambios de planes: “Se me ha quedado la espina de hacer Madrid, pero grabar en estas semanas era imposible”, reconoce el cómico y guionista, que aborda en cada programas temas controvertidos que afectan a cada región, a través de diferentes testimonios con los que construye un monólogo ante una audiencia de cada zona. Entre esos testimonios, el de personalidades tan variopintas como el ya citado Padín o el diputado Gabriel Rufián, que tiene madera de “roaster” según el cómico.
“Solo sé que es la mayor panzada a trabajar que me he dado en la vida”, afirma rotundo a Vertele sobre esta nueva propuesta, en la que ha aprendido a entrevistar, a escuchar y a ver de otra manera a su público: “No sé si están sonriendo o no. Ya solo veo ojos”, recuerda sobre el uso obligatorio de mascarillas, una de las nuevas rutinas que ha traído consigo la pandemia. Una pandemia que ha afectado a su sector, el del espectáculo y el del entretenimiento; de hecho, en paralelo a este programa estrena la película Ni de coña, a cuyo director califica de “valiente” por insistir en estrenarla en un momento tan complicado para los recintos culturales. Vaquero tiene claro que en los nuevos tiempos “la cultura está sufriendo, pero hay muchos otros sectores que también lo están”, y se acuerda de gremios como el de los hosteleros catalanes, “que llevan ni se sabe cuánto cerrados”.
Presentas 'El Roast de España', con el que pasas por seis comunidades autónomas para sacar a relucir sus estereotipos. ¿Es más fácil rostear en plural que en singular o da más miedo la reacción colectiva?
Da más miedo la reacción de un colectivo. Lo tengo clarísimo. He roasteado a una persona y también a un colectivo y, si te has equivocado -y digo equivocado, porque yo busco hacer reír, nunca ofender- es más gente a la que le puedes molestar un poco, y no es lo que se quiere.
Entrando un poco más en detalle, ¿en qué consiste este roast tan particular? Porque no solo te vemos “repartiendo”, sino en movimiento hablando con gente.
Hay un monólogo a público, al uso de lo que estamos acostumbrados sobre mi experiencia tras varios días de viaje. Por ejemplo, he estado en Galicia hablando con gente de todo tipo tratando los temas principales, en ese caso el narcotraficantes, los percebes, y tras informarse sobre todo hago un monólogo. El programa va intercalando mi monólogo y mi experiencia.
Catalunya, Asturias, Castilla y León están entre las primeras regiones a las que viajas. ¿En qué criterios se basaba la selección?
Hay comunidades autónomas o provincias. Sevilla es Sevilla, porque si hubiera que hacer Andalucía, siendo tan grande y tan dispar, tendrías que dejar claro que no es lo mismo un sitio que otro. Nos centramos en Sevilla que ya de por sí es bastante grande y tiene bastantes aristas como para sacar un programa. Pero luego Asturias sí que es Asturias, Galicia, Catalunya...
A mí se me queda la espinita de no haber hecho Madrid. Hemos ido a los sitios que se podían elegir cuando menos riesgos había para hablar con gente, viviendo el 2020 que estamos viviendo. Hemos intentado ir a los lugares que menos problemas tenían con la pandemia.
Empezáis fuerte yendo a Catalunya, donde está el tema “calentito”, nunca mejor dicho por los chistes que ya hemos podido ver en el avance.
No sé si el tema ahora mismo está tan caliente como lo estaba hace unos meses, pero la grabación del monólogo coincidió en fechas con la noticia de la inhabilitación de Torra. Y durante el reportaje, para el que me tiré cuatro o cinco días en Catalunya entrevistando a políticos independentistas y no independentistas, a ciudadanos nacionalistas y hasta a un independentista que vive en Barcelona pero es de Valladolid, fue la Diada. Y ahí andábamos nosotros, a otra cosa pero también sacando información para un monólogo donde el tema central es la independencia.
No sé si fue la primera que grabasteis. ¿Fue la prueba de fuego para saber si el programa funcionaba?
La primera que grabamos fue la de Galicia. La primera entrevista que hice en mi vida como entrevistador fue a un excomisario de policía de Vilagarcia de Arousa, que estaba en activo durante la Operación Nécora y que ya había hecho muchas entrevistas después del éxito de Fariña, tanto del libro como de la serie... Pero la segunda fue a [Manuel Fernández] Padín, que tuvo que ser por videollamada porque está en paradero desconocido. Y eso sí que fue mi prueba de fuego. Pensé, 'Bueno, si has salido de esta...'. En Catalunya, con el tema de la independencia, la gente está muy acostumbrada a expresarse. En Galicia sería más raro ver a gente debatiendo sobre narcotraficantes, pero en Catalunya se habla y se debate el tema.
'El Roast de España' te permite ahondar en una faceta de sobra conocida como la de monologuista, pero también está esa otra que comentas, como entrevistador, con un tono diferente. ¿Cómo te enfrentabas a este desafío?
Al principio pensaba unas preguntas y me centraba en que tenía que hacerlas hasta que me di cuenta de que si solo estaba pendiente de eso, no estaba pendiente de escuchar a la persona que me contaba cosas. Sacábamos cierta información, pero yo tampoco aprendía. Era muy importante escuchar a la persona y según me fueran diciendo, preguntar. Sobre eso debía construir un monólogo de humor, en el que busco la risa. No me valía de nada estar pendiente de otras cosas por mi poca experiencia. Tenía que empezar a adaptarme y decidí tener una conversación. Tenía una pregunta inicial, y a partir, teníamos una conversación.
Vemos en el avance del programa la participación, sin ir más lejos, de Gabriel Rufián, que te dice que gozó “como un loco” con el gol de Iniesta a Holanda del Mundial de 2010. Aunque haya excepciones, como esta o la de Echenique en los 'Roast Battle' de Comedy Central, se hace raro ver a la clase política reírse de sí misma, o relajarse. ¿Por qué crees que es así?
Rufián es una excepción, igual que Echenique. Cuando me propusieron hacer este programa, el de Rufián fue uno de los nombres que pasó por mi cabeza, porque me parece que es un roaster. Él en el Congreso roastea. Es una persona que hace un roast a lo que tenga que ser, un partido, una situación o una persona en concreto.
Podíamos haber hecho humor Rufián y yo, y de hecho creo que él venía con esa intención, pero yo necesitaba otra cosa. Me viene muy bien que me diga que cantó “como un loco” el gol de España, porque de ahí nos vamos a una pieza del monólogo. Si yo hubiera hecho un chiste, y luego él otro, ¿qué haría luego en el monólogo? Si en cambio, cortamos y aparezco, lo comento y digo que ha inventado el “independentismo fusión” y que es “el Pitingo de la estelada”, puedo aprovecharme del dato que me da. Porque estamos hablando de que sí, es independentista, y de repente es sincero y valiente. Además, ¿por qué no va a cantar el gol de Iniesta? Sería complicadísimo pensar que lo iba a decir delante de una cámara.
Más allá del humor, Comedy Central nos había habituado al Roast en los últimos años. ¿Qué tiene de poderoso este concepto del Roast? Parece liberador para el autor de la broma, pero ¿crees que lo es también para la “víctima”?
Creo que depende del chiste y del enfoque. En la Roast Battle Dani Rovira me daba un repaso importante, me vence claramente, me destroza. Pero lo que hace tiene un arte: no me llama gordo, hace un chiste. Por ejemplo: él tocaba un tema que a mí me podía molestar mucho como que en mi casa hay mucha mierda, una premisa lo tiene mal para que no me cabree; pero me suelta, 'Eres la única persona que tiene el felpudo dentro de casa para salir a la calle', y eso me hace mucha gracia.
La gente tiene que tener en cuenta una cosa y es que esa es su misión. No es gratuito. No tenemos que pensar en ese colega que llega a joderle la tarde a otro y se pone a hacer chistes cuando nadie se lo ha pedido, sin saber si la otra persona tiene un mal día. Hay ahí algo de abuso. En un Roast hay personas con un encargo y tienen que hacerlo. Dentro de eso, lo intentamos hacer con la mayor clase posible, y siempre buscando la risa, nunca la ofensa. ¿Que se va a ofender alguien? Ya te lo digo yo. Pero también se va a ofender alguien por esta entrevista y por la pregunta que me has hecho. Por decir “buenos días” te va a denunciar la gente a la que le gustan las noches. Pero si con alguna de las cosas que digo la mayoría de la gente se ofende, entonces es que me he equivocado, que lo he hecho mal.
Reírte de los tópicos y elementos más polémicos del país delante de sus gentes, ¿te ha hecho derribar algunos tópicos a ti mismo?
No hay mucho tópico como la gente se puede imaginar. No hay ningún chiste de catalanes tacaños y no son relevantes los de sevillanos flojos, puede que haya caído alguno por rematar algún tema. No son temas que se aborden en ningún momento. En Castilla y León, el tema es la despoblación, como en Catalunya lo es la independencia o en Valencia la corrupción. Y ese tema lo he descubierto totalmente y eso que vivo aquí. Me he dado cuenta del problema que puede llegar a ser que se vacíen los pueblos, y no solo los pueblos sino las ciudades, porque Soria puede llegar a desaparecer. Los campos están sin sembrar, no hay ganadería... He aprendido muchísimo. Ya se me habían derribado los tópicos, pero hacen gracia y como humorista te aprovechas. Pero cuando viajas los tópicos se derriban casi todos.
Tras tantos meses de sufrimiento e incertidumbre, la comedia se hace también necesaria, pero no siempre es fácil. Ayer mismo hablaste en El Hormiguero de las dificultades a las que se está enfrentando el teatro, el cine y los propios artistas para realizar espectáculos. ¿Es un tópico decir que en España el sector cultural está maltratado, o es una realidad?
Hay muchos sectores que lo están pasando fatal. Yo me doy cuenta de lo que pasa en el mío y tengo un altavoz. Ahora todo el mundo dice que hacen las cosas con todas las medidas de seguridad, y esa frase ya no significa nada. No hay sitio que no diga eso y luego cuando llegas te encuentras con un bote de gel. Pero en los teatros y cines ves a la gente separada, ya con su mascarilla, con unos techos altos y con la ventilación... Los estudios ya demuestran que allí la incidencia es casi nula. En cambio, yendo en el tren a Madrid ves que está lleno, que estás sentado al lado de un desconocido, con un solo apoyabrazos... Me parece injusto. No quiero que esté lleno el teatro, quiero que haya espacio de separación en el tren.
¿Está maltratada la cultura? Ahora mismo es una putada: el director de mi película es muy valiente por estrenar. Los cines están abiertos legalmente, les podremos dar una película para que estrene... La cultura está sufriendo, pero hay muchos otros sectores que también lo están y a lo mejor su gente no tiene tantos seguidores en redes o acceso a programas de televisión como nosotros.
Precisamente hablabas de esto al promocionar 'Ni de coña', que se rodó en Colombia justo antes del confinamiento y que ahora se estrena en España...
La rodamos en Colombia justo antes del confinamiento y volví cuando llevabais siete días confinados. Me fui cuando Barajas era un hervidero, y cuando volví, estaba vacío el aeropuerto. Daba miedo, parecía que iban a rodar una peli snuff conmigo. Aquello fue vertiginoso. Llamaba a casa y mi mujer me contaba que cerraba el bar y que las confinaban, pero colgaba y estaba en el paraíso, en un resort en Santa Marta viendo el mar con un daikiri con Jordi Sánchez y Goyo Jiménez. Trabajando, sí pero muy ajenos a todo. Cuando llegué a España, me dio todo de golpe: me cogieron en Barajas en un coche, me dejaron en la puerta de mi casa y 83 días después salí.
¿Cómo se afronta el cambio tan drástico en estos momentos? Estás presentando una comedia coral que rodaste en el extranjero, lo que ahora se hace extraño; y un programa basado en el viaje por todo el país. ¿Cómo cambia tu trabajo?
Lo ha cambiado todo. Yo iba a grabar El Roast de España en abril. Lógicamente no se hizo, si no ya se habría estrenado. En otra situación, estaríamos haciendo la promo de la película diciendo a la gente que fueran a verla porque es muy divertida; ahora estamos diciendo que vayan al cine porque es seguro y que apoyen a un director al que todo el mundo le había recomendado que se guardara la película para estrenarla en otro momento, y que ha querido dar algo que estrenar a los cines. Fíjate qué cambio.
Con El Roast se me ha quedado la espina de hacer Madrid, pero grabar en estas semanas era imposible. No solo eso, hubiera sido imprudente. Hemos hecho todo de la mejor manera posible y una prueba es que de las seis personas que han ido grabando por toda España, ninguno ha tenido ningún incidente. Pero en el programa, durante el monólogo, el público lleva mascarilla y no sé si están sonriendo o no. Todo lo que tenía aprendido ya para los monólogos sobre mirar a la gente y saber cuánto falta para hacerles reír, lo estoy reaprendiendo, porque ya solo veo ojos.
En ese reaprendizaje, ¿ves posibilidad de que haya más Roasts en el futuro? Con solo seis regiones, hay espacio para más viajes...
Estoy nervioso, pero mucho menos que si fuera un estreno de teatro, porque ya no puedo hacer nada más que sentarme a verlo. El programa está. Ahora no me queda más que esperar que le guste a la gente. ¿Si quiero seguir? Cómo no voy a querer trabajar y en un programa de televisión. Depende de que a la gente le guste y que hayamos acertado con el formato. Pueden pasar muchas cosas y todas serían entendibles: que se haga una segunda temporada, que no se haga, o que la haga otro cómico dando variedad al asunto. Solo sé que es la mayor panzada a trabajar que me he dado en la vida, incluyendo cuando era camarero de bodas. No he trabajado tanto en mi vida. Le he echado todas las ganas y el trabajo que he podido. Hay cosas con las que estoy contentísimo a muerte, y si no he quedado tan contento con otras es porque no he podido hacer más en ese momento. La suerte está echada, así que espero que vaya bien y que la gente se divierta.