¿Por qué arriesgarse cuando podemos revivir un éxito rodado? Eso es lo que, aparentemente, deben de estar pensando las grandes productoras de ficción. Y es que los clásicos -y los no tanto- están de moda. Embrujadas; Sabrina, cosas de bruja; Roseanne; Will & Grace; Las chicas Gilmore; Heathers; Lost in space... la carrera por el relanzamiento ya ha empezado y cada vez son más quienes se animan a competir.
En este sentido, también podríamos estar asistiendo a una probable sequía de ideas o a iniciativas algo más “cómodas”, pues relanzar un proyecto ya emitido tiene su a qué; evidentemente no se parte de cero, pero hay que regresar a la masa madre para volver a moldear a placer y el potencial espectador puede disgustarse.
No obstante, las “fábricas” de ficción parecen estar llenas de optimismo y, en vista de los resultados obtenidos por quienes se atrevieron primero, no es muy posible que se vayan a arrepentir. Así pues, en medio de esta locura de brote por el reboot, enumeramos algunas otras series que deberían regresar a la pequeña pantalla:
The Office (EE.UU.)
El que diga que no echa de menos al emblemático Steve Carell como Michael Scott, miente. Por supuesto, es posible que un hipotético revival no incluya al actor como protagonista -más si él mismo abandonó la ficción original porque su personaje le agotaba-, pero si encuentran a alguien la mitad de “chalado” que Carell, merecería la pena.
The Office narraba, en píldoras cómicas de 20 minutos, las desventuras diarias de los empleados de Dunder Mifflin Scranton. Estos eran controlados por un jefe absolutamente incompetente con aires de deidad, del cual despotricaban en una suerte de “confesionario” con cámara, pues se encontraban grabando lo que parecía ser un falso documental.
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Un chapuzas en casa
Otra sitcom que sería curioso volver a ver, muy popular en su momento y responsable del salto a la fama de Tim Allen, es Un chapuzas en casa. El actor daba vida al conductor de Tool Time, un programa de bricolaje en televisión en el que demostraba unas habilidades manuales que posteriormente brillarían por su ausencia en las labores domésticas.
Padre de tres revoltosos varones y sumergido en una afectuosa relación matrimonial -con destacados problemas de comunicación- con Jill, su mujer, varias serán las ocasiones en las que el patriarca acabe acudiendo a su vecino, una especie de gurú tan “sabelotodo” como él, en busca de consejo.
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Buffy, la cazavampiros
Joss Whedon creó Buffy, la cazavampiros, en 1997. Un teen drama que apostó por uno de los triángulos amorosos más potentes de los últimos tiempos que generó serios debates posteriores. La serie, además de suponer un bastante acertado regreso a los inicios del vampiro, generó un fenómeno fan tal que tuvo su prometedor spin-off, Angel.
Buffy (Sarah Michelle Guellar) es una joven que trata de tener una vida lo más ordinaria posible, una tarea que no se le presenta especialmente sencilla dado su linaje como cazadora del mito iniciado con Nosferatu. Por esta razón, resulta natural que en el instituto el bibliotecario pretenda hacer de ella una depredadora notable.
Los vigilantes de la playa
El fracasado Baywatch demostró que la ficción merece volver a sus orígenes y seguir apostando por la pequeña pantalla. Los socorristas de la playa de Santa Mónica encandilaron a toda una legión de espectadores a principios de los 90, después de que David Hasselhoff optara por reimpulsar el proyecto, también cancelado, que inició Gregory J. Bonann.
El éxito de la serie se tradujo en una secuela, Baywatch Nights, y en otra película más: Baywatch: Hawaiian Wedding. Los vigilantes de la playa supusieron el Anatomía de Grey de los socorristas, donde el mítico elenco compaginaba su labor profesional con sus relaciones personales durante 11 sendas temporadas. En la ficción, producto de la nostalgia de muchos, todo tenía su lugar: desde ataques de tiburones, pasando por terremotos, hasta bombas nucleares. No había un episodio igual.
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Alf
Seguro muchos recordarán al simpático Alf, del planeta Melmac. Aquel extraterrestre anaranjado de hocico arrugado, amante de los gatos -fritos-, que fue acogido por la familia Tanner cuando aterrizó en La Tierra escapando de la inminente destrucción de su lugar de origen.
Su convivencia con los terrícolas recuerda a la protagonizada por Roger en American Dad, aunque mucho menos violenta y con un humor más apto para todo tipo de público. Por otra parte, este célebre personaje no solo se ganó el cariño popular sino de la propia crítica también, obteniendo numerosos premios en Estados Unidos.
Probablemente Alf diría que “no hay problema” a un posible reboot. Ojalá la última decisión estuviese en sus manos.
La familia Addams
Pensad en Oscar Isaac y Eva Green. Ciertamente, están en el ideario de los seguidores de la familia más macabra conocida para ser los próximos Gómez y Morticia Addams. Cabe recordar que las primeras imágenes que tenemos de sus integrantes se remontan a 1964 con la comedia fantástica de ABC.
Amén de los progenitores, merecen mención por supuesto sus hijos, Miércoles y Pugsley, así como su tío Fétido y la Abuela, residentes en la tétrica mansión de la calle Cementerio 0001. En esta, trabajan el mayordomo que parece sacado de una novela de Mary Shelley, y “la cosa”: una mano amputada con vida propia. Así que, hablando de famosas familias disfuncionales, el resurgir de los Addams podría suponer una seria competencia para la de Shameless.
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Los Soprano
Y llegamos al final, con el “dramón” de Los Soprano. HBO comenzó su andadura hacia lo que hoy puede presumir ser con esta serie. Esta, mostraba al espectador el día a día, así como la nada ortodoxa profesión de una familia de mafiosos de Nueva Jersey. James Gandolfini encabezó un reparto de aúpa dando vida al capo Tony Soprano.
La ficción ha sido considerada una de las más aclamadas de la plataforma y un triunfo entre público y crítica, llegando incluso a ser considerada por algunos como la mejor serie de televisión de la historia. Un título con expectativas tan altas debería tener, no obstante, un relanzamiento a la altura. Hay veces, dicen, que es mejor quedarse con el recuerdo de lo que fue para evitar un posible fiasco, y aunque puede parecer que Los Soprano es uno de esos ejemplos, la premisa de la historia per sé es lo suficientemente alentadora como para no -volver a- intentarlo. Y si sale mal, siempre podremos acudir al despacho de la Dra. Melfi.
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