Eurovisión ha sido centro de un estudio por parte de tres politólogos de las universidades de Ámsterdam y Tilburg, que a partir de los numerosos datos recabados del gran número de ediciones del festival musical europeo, han llegado a unas conclusiones sobre la extrema derecha populista.
Pop populism: ethno-traditionalism beyond national borders and the populist radical right (Populismo pop: etno-tradicionalismo más allá de las fronteras nacionales y la derecha radical populista) es el nombre que ha recibido el estudio llevado a cabo por Alessandro Nai, Elizabeth L. Young y Linda Bos. “Todo el mundo sabe que Eurovisión refleja amplias tendencias geopolíticas” ha dicho Nai, coatura de la investigación, que según ella “muestra cuán importantes pueden ser los datos de Eurovisión (docenas de países, cada uno otorgando puntos a los demás, durante un período de muchos años) para revelar dinámicas políticas estructurales fuertes a través de patrones de votación”.
El estudio se ha basado en 30.000 votos generados por más de 700 canciones de 40 países durante 20 años. Como resultado de ello, se ha detectado que los países con mayor apoyo a los partidos populistas de extrema derecha votaron más por canciones de otros países que presentaban lo que los autores denominaron señales “etno-tradicionales”.
“La derecha radical populista tiende a estar asociada con narrativas muy nacionales, una especie de defensa nativista introspectiva de las tradiciones culturales nacionales contra la influencia modernizadora y homogeneizadora de la globalización” aclaró Alessandro Nai. Por ello, acabaron preguntándose si “ver expresiones de identidad local (trajes tradicionales, instrumentos antiguos, música folclórica, la elección del idioma nacional) pero de otros países actuaría como una señal de apoyo, y así fue”, sentenció el politólogo.
El análisis de las actuaciones eurovisivas
Basándose en el estudio, el 28% de todas las actuaciones de Eurovisión desde 1999 (cuando los concursantes podían elegir en qué idioma cantar) hasta 2019 contenían al menos uno de los elementos etno-tradicionales citados anteriormente, incluso en algunas ocasiones se presentaban todos ellos.
Entre los ejemplos destacados, se encuentra la actuación de Albania en 2006, donde se vieron dos hombres vestidos con atuendos locales tradicionales mientras uno tocaba el gajde y el otro la gaita albanesa. Por su lado, también se resalta la actuación de 2012 de Rusia con Abuelitas de Buranovo, con vestidos bordados, pañuelos en la cabeza y zapatos de corteza mientras horneaban pan en un horno y cantaban en el idioma regional de Udmurt.
Según el estudio, también las actuaciones de Irlanda en 2007, la de Polonia en 2014 y la Grecia de 2010 podrían categorizarse de manera similar como ampliamente etno-tradicionalistas, a lo que se le sumaría la performance de Rumania en 2000, la de Moldavia en 2005 y la de Eslovenia en 2010.
“Al hacer coincidir los votos de estas canciones con el porcentaje de parlamentarios de partidos populistas de derecha radical en los países votantes, encontramos un aumento distintivo donde los populistas de derecha tienen una mayor proporción de escaños en el parlamento”, se argumenta en el estudio.
“Los resultados se controlaron por múltiples factores”, explicó Nai, “incluida la pertenencia a uno de los bloques de votación más conocidos de Eurovisión, y el aumento de votos en cada caso fue de dos a tres puntos porcentuales modestos, pero consistentes”, terminó añadiendo.
“Lo que sugerimos”, dijo Nai, “es que dentro de la cosmovisión nativista supuestamente introspectiva de la derecha populista radical, las expresiones extranjeras de etno-tradicionalismo se ven como aliados dentro de una lucha normativa más amplia: El sentimiento populista interno en realidad impulsa los patrones de votación de Eurovisión”.
No obstante, se advierte que “los resultados deben verse con cautela”, ya que no hay datos sobre los espectadores individuales, su apoyo a los partidos populistas de derecha radical y cómo votaron por canciones extranjeras etno-tradicionalistas. “Pero realmente proporciona una nueva visión interesante de la relación entre el nativismo, el populismo radical de derecha y el etno-tradicionalismo extranjero”, comentó Nai, quien afirmó que fue “muy divertido. Pudimos ver 20 años de participaciones en Eurovisión”.