“Olvídate de ella”, le dicen a Félix continuamente. “No puedo”, responde él y exactamente eso es lo que me ha pasado con la propia serie desde que vi el primer capítulo el 27 de febrero.
La ficción dirigida por Cesc Gay y protagonizada por Leonardo Sbaraglia en realidad se estrena en Movistar+ el próximo 6 de abril, pero si alguna ventaja tenemos los periodistas de tv es que a veces nos adelantan el piloto. Aunque para mí esta vez no fue una suerte, porque me dejó con el mono de seguir viendo capítulos hasta que, tras tanta insistencia, me enviaron los otros cinco.
Confieso que no me había pasado con ninguna de las otras producciones propias de Movistar+: ni con La Zona, ni con La Peste (sí con Vergüenza pero esa compite en otro género). Los dramas anteriores, que habían llegado con una acción promocional que retumbaba el suelo que pisábamos, eran apuestas tan colosales que me perdía en su forma sin encontrar el fondo. Todo lo contrario que Félix, al que han presentado en sociedad de una forma tan discreta que rápidamente supera expectativas y te muestra sin pretensiones que es uno de los tesoros con más alma del catálogo.
Así brilla esta pequeña joya de la que poco te han hablado (y eso siempre es mejor para su conservación):
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(¡Cuidado Spoilers!)
La búsqueda que da sentido a un adormecido protagonista
Félix es un mediocre escritor al que da vida un Sbaraglia tan irreconocible como atrayente: enamoradizo, inseguro, complaciente y con una inocencia que confunde a terceros, creyéndolo menos inteligente de lo que es. Él queda prendado de Julia, una mujer con la que intima una noche y tras eso desaparece.
Este inicia una búsqueda de su chica que, por primera vez, parece que le convierte en el protagonista de una emocionante historia. Los detalles que él le había regalado se acaban convirtiendo en pistas de un misterio sin resolver. Y el supuesto embarazo de la joven acaba de redondear la ilusión de una nueva vida que él buscaba desde hacía tiempo.
Por lo tanto, Félix pasa de rechazar “cenas de mujeres desesperadas” a llenar las páginas de una novela que por fin leería alguien. No la busca a ella, se busca a sí mismo.
Una delicia para los sentidos
Cesc Gay, como buen cineasta, busca la narración perfecta tanto en guion como en dirección. De forma que cada plano tiene un significado y nada se deja al azar: los numerosos exteriores son exquisitos, nunca había visto a Andorra de esa forma, tan salvaje y con tanta presencia. La nieve constante, lejos de dar frialdad a la historia te invita a quedarte para abrigarte con ella.
Eso lo consigue el “color” de los personajes, unos verdes, otros marrones y, por supuesto, el deseo de Félix, Julia es rojo. Todo un diseño de producción trabajado hasta el detalle.
También la música acompaña tanto en los momentos de tensión, como en los de comedia y cuando no existe ninguno de ellos mece al espectador convirtiéndose en el broche de oro de esta producción.
Mezcla de géneros “poco corriente pero con personalidad”
Es difícil situar a Félix en un género en concreto. Podría ser un thriller romántico pero dejaríamos fuera sus particulares dosis de comedia. Tampoco es solo drama, ni solo policíaco.
La serie se alimenta de varios de los ingredientes de estos géneros para cocinar a fuego lento un plato arriesgado pero muy placentero.
De hecho, al inicio de la serie no definen su género pero sí describen su esencia: “Félix es un nombre muy bonito, poco corriente pero con personalidad”.