Hasta hace relativamente poco, Miguel Ángel Gil, forjador criado en Valdequemada (Madrid) se había hecho un nombre en su gremio merced a una cuchillería con la que se ha abierto paso a nivel internacional; una producción artesanal en la que funde la tradición española con los procesos, materiales y acabados de nuestro presente, una unión indispensable para rendir y resistir con efectividad ante la vanguardia del tiempo. Hasta hace relativamente poco, era “un currito que tiene un taller”, como se refiere a sí mismo, que se topó con una convocatoria de casting a través de sus redes sociales para participar en Forjado a fuego.
“Cuando me quise dar cuenta, estaba en México”, nos cuenta este artesano, que ha tenido la oportunidad de defender el honor de España en la versión latinoamericana de este insólito talent show de armeros que, sin que nadie lo esperase, hizo una honda hendidura en la epidermis de la programación temática nacional a finales de 2018, a través de Mega, canal del que el formato se ha convertido en afilada punta de lanza. Cuatro meses después de su emisión en el universo de pago a través de Canal Historia, la marca masculina de Atreseries concentra la atención con la gran final de esta Edición Internacional del programa, con la que Miguel Ángel Gil, más conocido como Miguel Barbudo, ha notado un calor bien distinto al que desprende la fragua. Cuando se ha querido dar cuenta, se ha convertido en una celebrada celebridad a la que paran por la calle: “Que te digan algo por la calle es impresionante”.
Su experiencia, hasta cierto punto, puede considerarse análoga a la de Doug Marcaida, acaso el juez más característico de Forjado a fuego. El estratega militar reflexionaba hace un año sobre cómo el formato le había “absorbido” hasta convertirlo en “un trabajo a tiempo completo”. No en vano, en este último lance de la competición, el fundador del Marcaida Kali estará presente para testar los trabajos del español y sus contendientes -una daga de izquierdilla, protagonistas de las páginas más violentas de la conquista de América-, antes de pasar a doblar turno y convertirse también en jurado de pleno derecho de la siguiente edición: “Es un tío muy sencillo que se ha encontrado con la popularidad de sopetón sin esperárselo”, comenta Miguel, quien ha notado a un nivel obviamente más modesto esa posibilidad de diversificar más allá de su propio negocio en otros ámbitos desde que apareciera por primera vez ante las cámaras. Desde entonces, también se han sucedido entrevistas y apariciones catódicas en espacios como Zapeando, donde eso sí, dejaba bien a la vista un ejemplar de La navaja clásica, estudio de Arturo Sánchez de Vivar sobre esta arma blanca, la más enraizada en la cultura española.
Precisamente sobre el valor cultural de la navaja, del mismo Forjado a fuego y hasta de El Ministerio del tiempo hablamos con Gil, que nos atiende en una pausa de su trabajo en su taller de Valdequemada, donde elabora las piezas como las que tiene a disposición en su página web. Donde sigue fiel a esa labor gremial que ahora le permite batirse el cobre ante el gran público.
Lo primero de todo es saber cómo llega a ti 'Forjado a fuego' primero como espectador. El programa arrancó sus emisiones en 2015 en Estados Unidos, pero no sería hasta finales de 2018 y principios de 2019 cuando se convirtió en un fenómeno de culto en España. Para ti, que la profesión te viene de familia, ¿qué suponía ver un programa sobre herrería?
Lo descubrí como todo el mundo, de casualidad. Cuando lo empecé a ver pensaba que sería algo bastante marginal, que sería algo un poco residual que habría comprado la cadena de forma barata. Pero cuando empecé a hablar con la gente, resulta que todo el mundo lo estaba viendo entusiasmado casi desde el minuto 1 en el que emitieron los capítulos en televisión en abierto. Viví a la vez que todo el mundo que se convirtiera en un programa de culto.
Y como herrero, imagínate lo que significa: me parece todo un reconocimiento. Me parecía una oportunidad buenísima, siendo un programa además de tanto éxito era una promoción estupenda para lo que hago y para mi sector. Para mí fue algo positivo de todas las maneras.
Tengo entendido que te llegó una convocatoria para participar a través de Facebook. ¿Cómo fue el proceso hasta llegar al set de México?
Me muevo mucho en redes sociales y ahí es donde me he dado a conocer dentro del sector, donde he encontrado a mis clientes. En una de esas que abro Facebook, vi que me habían etiquetado unas cuantas personas en la misma publicación. Al entrar, me encontré con un anuncio que decía: “¿Eres tú el artesano que debe ir en representación de España a una edición internacional de Forjado a fuego?”. No lo dudé ni un segundo. De hecho, me puse hasta nervioso porque no quería que se me colara nadie [risas]. Me puse en contacto con la productora y seguí todo el proceso, pasando las pruebas del casting hasta que me eligieron. Y así empezó todo: una vez terminó el casting todo eran prisas, íbamos tarde con todo y cuando me quise dar cuenta, estaba en México.
¿Fue largo el proceso?
El casting duró unas tres semanas, pero una vez confirmaron que me habían seleccionado, en cuestión de una semana ya estaba en México. Luego fue todo muy rápido. No te da tiempo ni a pensar nada. Lo recuerdo muy atropellado, muy de sopetón. Muy intenso y muy divertido.
Una vez allí, ¿cómo se vive el proceso desde dentro? ¿Cómo afrontas la competición?
Algo común para los concursantes era que íbamos muy mentalizados. Antes nos habían dado las posibilidades de las pruebas que podían salir y todos teníamos en la cabeza cada proceso que había que hacer para forjar cada cosa... Pero ninguno teníamos en la cabeza que íbamos a un programa de televisión. Al llegar, encontrarte con las cámaras y toda la dinámica de grabación de un programa te deja fuera de lugar. Hasta que te adaptas a esto, es un estrés triple.
Fue un proceso muy estresante. Después de haber vivido esta versión mexicano, que fueron tantos días con tanta tensión, ves el programa americano como una pompa. Este, en cambio, es muy mantenido. En ese sentido fue muy duro y estresante, durante muchas horas y muchos días.
¿Cuántos días se necesitaron para rodar la edición?
Estuve 23 días allí. Eso contando con que al pasar a la final del primer grupo [nota: el orden de la competición se ha invertido, emitiéndose la fase eliminatoria con Barbudo en segundo lugar], tuve un montón de días libres. En realidad, rodamos todo en apenas 15 días. Era todo muy atropellado. Empezabas pronto, terminabas tardísimo, no sabías ni dónde estabas.
¿Qué prueba te resultó más laboriosa?
El mayor desafío a nivel técnico, aunque fue el que más disfruté haciendo, fue hacer el cuchillo de trinchera. Es un cuchillo que lleva una guardia integral, una manopla, por lo que tienes que forjar los huecos, trabajar el interior... Lo demás era un poco más asequible.
A diferencia de la versión original, de naturaleza episódica, esta versión latinoamericana se plantea como una competición a largo plazo. ¿Consideras que sea una modalidad más justa, al tener más oportunidades y no basarte en el azar de una prueba concreta?
No lo había pensado nunca así, pero es verdad que al enfrentarte mínimo a tres forjas quizás no dependas tanto de la suerte como en el original, donde por mucha técnica que tengas y por mucho que lo tengas planeado, depende de que la cagues y sepas reaccionar a tiempo. Teniendo tres oportunidades no estás tan sujeto a los factores externos... Pero a la vez te pasa mucha factura el estrés acumulado y el cansancio. En el americano trabajan más frescos durante el capítulo en el que estás; aquí, al tercer ya estás molido [risas].
Habituados como estamos a que los talent shows de cocina, música... se hagan más sofisticados, que un programa tan basado en un oficio tan artesanal gane tantos adeptos resulta como poco curioso. Más aún si comprobamos el talante constructivo que, al menos desde fuera, destaca en la competición. ¿Por qué crees que 'Forjado a fuego' ha tenido ese “letalidad”?
Creo que es eso que comentas. La televisión se deja llevar por lo histriónico, el éxito se basa en la falta de respeto, en llamar la atención a cualquier precio para llegar adonde quieres. Esto es, como dices, todo lo contrario. Por ejemplo, el trato entre concursantes es estupendo. En nuestro caso, hicimos una hermandad, hablamos a diario y tenemos una relación buenísima y nos abrimos las puertas de nuestras casas cuando haga falta. Quizás sea la clave: estás viendo a unos tíos poner en juego sus habilidades sin más. Se juzgan habilidades y no actitudes.
Aparte, lo veo como el triunfo de lo políticamente incorrecto. Pese a que el trato entre la gente es cordial y respetuoso, casi caballeroso, el programa saca todo lo que se quiere tapar: oír eso de que “Este cuchillo mata” resulta muy chocante, lo mismo que el hecho de que en plena época del animalismo se cuelgue un cerdo boca abajo y se le haga trizas. A lo mejor la gente en el fondo está aburrida de que le digan lo que es correcto o no y este concurso ha enganchado un poquito con esas ganas de todos tenemos de hacer el salvaje. Además de que saca al jubilado que llevamos dentro: a todos nos gusta ver a alguien trabajando, como hacen esos jubilados que se apoyan en la valla a ver cómo trabajan los albañiles. Forjado a fuego toca muchos factores internos de la personalidad oculta de las personas.
Hace un año hablamos con Doug Marcaida, que decía que había algo romántico en la fabricación de armas como las que vemos en Forjado a fuego, porque nos conectan con el pasado, con el folclore y la cultura. ¿Estás de acuerdo con esa apreciación de este como un programa cultural?
Más que para conectar con el pasado, con la cultura. La cultura es una línea continua. Para hablar de la cultura tienes que remontarte al pasado estando en el presente y el futuro. Puede ser, como dices, que esa parte cultural la tenemos desarrolladas todos los pueblos de forma diferente y es algo que se presta a compartir. Lo he podido ver en el programa: te juntas con los argentinos, que son tan buenos en lo suyo; los brasileños, con una cultura buenísima de la cuchillería y las armas; los mexicanos tienen su propio estilo... Estamos compartiendo cultura: cómo hacían las cosas ellos y de dónde aprendieron, qué técnicas... Es un nexo que nos une a la vez que diferencia mucho. Sí que lo veo como algo muy cultural. Le doy la razón a Marcaida al 100%.
Te vamos a ver en la final este martes en Mega, si bien el programa ya se emitió en marzo en Canal Historia y obviamente antes en Latinoamérica. ¿Ha tenido algún impacto ya en la proyección de tu oficio?
Yo tengo ya una trayectoria y un nombre a nivel internacional en el mundo. Vendo, más que para España, para Estados Unidos, donde tengo un distribuidor en Texas y en Arizona; tengo al segundo distribuidor más importante de Europa en Alemania... Ahí se me conocía un poquillo más. Lo que sí que he tenido son muchas ofertas diferentes de otros ámbitos. Me han llamado para dar clases en varios sitios, para hacer otro tipo de actividades no relacionadas con los cuchillos. Se me han abierto unos campos con los que no contaba. Ha tirado por diferente dirección, más que por la promoción de los cuchillos, por la artesanía y la herrería.
En lo personal, ahora he tenido muchísima repercusión. Me han reconocido por la calle unas cuantas veces y me paran... Soy cerrajero, soy un currito que tiene su taller, y que te digan algo por la calle es impresionante.
No son pocos los concursantes y jueces que, al menos en Estados Unidos, se dedican también al trabajo de atrezzo para cine y televisión. ¿Te ha permitido abrir el negocio a ese ámbito?
Aquí las películas son más sociales, por lo que lo que necesitan de atrezzo es más relativo... Sí que me puse yo una vez en contacto con la productora de El Ministerio del tiempo. Fue hace bastante tiempo, por el capítulo del 2 de mayo [n.e.: se refiere al episodio 1x01 de la serie, El tiempo es el que es, emitido en 2015]. Y el 2 de mayo, para una persona que se dedica a las navajas, es el gran hito histórico, porque fue la revolución de las navajas y de la gente del pueblo que se levantó contra los franceses con navajas. Y en el episodio sacaron unas chinas de una calidad bajísima y de una marca muy fácilmente reconocible... Y aquello me llegó al alma. Me puse en contacto con ellos y les pedí por favor que si volvían a hacer otro episodio así, que me llamaran, que se las prestaba. Tengo navajas tradicionales hechas por mí que prestaría sin problema. Pero... ninguna respuesta [risas]
Allí en Estados Unidos esa clase de cosas se lo toman más en serio. También es que aquí el cine es más social y no se presta tanto a este tipo de cosas.
Esta edición internacional de 'Forjado a fuego' ha demostrado que es probable encontrar “mano de obra” en otras partes del mundo. ¿Crees que en España hay talento como para poder planteárselo? ¿Conoces al menos a profesionales que bien podrían competir también?
En España hay buenísimos forjadores y armeros todavía. Claro, son pequeños talleres que trabajan a nivel local y hay poca gente que viva de esto al 100% como yo, que he tenido mucha suerte. En España hay tradición enorme y muy antigua. El problema que tenemos es que es un país pequeño. Estados Unidos es 10 veces más grande, por lo que a poco que hagan, rápidamente llenan un programa. Yo lo he hablado más veces: tendríamos que repetir mucha gente durante muchos capítulos y acabaríamos saliendo los mismos y se acabarían hartando de nosotros. ¿Pero para exportarlos? Sin ningún problema. Tanto para hacer una edición europea o programas internacionales. Hay muy buenos artesanos aquí, sin ninguna duda.