2020 ha sido el primer año sin Gran Hermano en nuestra televisión. Desde que el 23 de abril de 2000 Telecinco revolucionara a los espectadores con el reality, el formato se ha emitido en la cadena año tras año, hasta que en 2017 las bajas audiencias de GH Revolution mandaran la edición de anónimos a talleres un tiempo. GH VIP tomó el relevo los dos siguientes años hasta que la fuga de anunciantes, en plena emisión de la séptima tanda, por el caso de abuso sexual de José María López ocurrido en aquel GH 18 atemorizó tanto a la cadena que prefirió dar un descanso a la marca para hacerle un “lavado” de imagen y regresar por todo lo alto.
Una decisión que, a tenor de las declaraciones que hizo Manuel Villanueva -director de contenidos de Mediaset España- en la rueda de prensa de La casa fuerte 2, ya está tomada: “Estamos comenzando conversaciones y yo creo que volverá el año que viene. No puedo decirte a qué altura, pero volverá” desveló confirmando el regreso de Gran Hermano en 2021.
Por lo que este año ha sido el único huérfano del buque insignia de los realities. Un vacío que Telecinco ha intentado llenar con mayor o menor éxito en una parrilla en la que es casi obligatorio tener un programa de telerrealidad en emisión cada mes. [Así lo analizamos en un especial que demostraba el bajón de audiencias de la cadena cuando cuando no tenía reality en curso].
Entonces, ¿qué ha ganado la cadena y qué ha perdido en este año sin la marca Gran Hermano?
Las prisas nunca fueron buenas para “sobrevivir”
En diciembre de 2019 se despidió GH VIP 7 con el triunfo de Adara Molinero y la sombra de la polémica por el caso de abuso sexual. Telecinco decidía, entonces, prescindir de la marca en un futuro próximo. De esta forma, cuando enero siempre había arrancado con el reality y todo apuntaba a que GH Dúo estrenaría 2020, los planes tuvieron que dar un giro de guión y la cadena apostó por El tiempo del Descuento, que supuso alargar las tramas que se habían quedado abiertas en la edición de famosos un mes más, y aguantar hasta que Supervivientes pudiera emitirse.
El híbrido de Gran Hermano no obtuvo los resultados del GH Dúo del año anterior, ni la repercusión, pero sí cerró con pleno de victorias y a tiempo para dar el relevo a los robinsones. Unos aventureros que adelantaron su estreno a marchas forzadas y, por primera vez, viajaban a Honduras en febrero (cuando antes lo habían hecho a mediados de abril) lo que supuso protagonizar la edición más extrema de la historia del formato: provocó una climatología más adversa de lo habitual con fuertes temporales, “olas de hasta cinco metros”, que azotaron a la isla principal durante los primeros días de convivencia, precisamente jornadas claves para la aclimatación al modo de vida y que obligaría a la evacuación de los participantes.
La situación obligó a plantear medidas extraordinarias para los concursantes, quienes durante unos días comieron más de lo habitual en el concurso, a fin de garantizar su salud. “Están siendo los días más complicados de los seis años que llevo en Supervivientes, llegó a decir Lara Álvarez. Estos problemas también afectarían a la propia realización del programa, pues la instalación que permite la conexión desde Honduras a España se vio comprometida, como se pudo comprobar en las dificultades para coordinar los directos entre el plató de Madrid y la ubicación en la isla y el retardo imperante en las comunicaciones.
Por lo tanto, la decisión de adelantar dos meses un reality como Supervivientes que depende tanto de la climatología fue una opción desesperada y poco acertada para la cadena, para sus seguidores que no vieron lucir el programa como debería y sobre todo para unos concursantes que sufrieron las consecuencias. Eso desde el punto de vista más cualitativo, puesto que en lo cuantitativo no hubo dudas: Supervivientes volvió a arrasar con un promedio del 29% de cuota y 3,5 millones de espectadores.
Cuando se cierra una puerta, se abre una 'Isla de las tentaciones'
Pero si algo ha aprendido Telecinco del vacío existencial que supuso apartar la marca Gran Hermano es que existen formatos a la espera de una oportunidad y que pueden darle aún muchas alegrías. Ese fue el caso de La isla de las tentaciones. La primera edición presentada por Mónica Naranjo se grabó en mayo de 2019 y esperó en un cajón durante ocho meses para ser emitida en Cuatro, por falta de confianza en el contenido.
Con la necesidad de llenar la parrilla, Mediaset decidió lanzar el programa también en Telecinco y ver cómo respiraba... y el resto es historia. Se convirtió en la revelación absoluta del curso televisivo, con audiencias de récord, creando conversación social, siendo el tema más comentado del día siguiente en las calles y convirtiendo a sus participantes en los nuevos protagonistas del universo Mediaset.
De golpe, el que parecía estar destinado a ser un programa de segunda (cadena), aprovechó la oportunidad y demostró que los espectadores aún están sedientos de fórmulas nuevas. A falta de las paredes de Guadalix, las dos villas de la República Dominicana supusieron en soplo de aire fresco, con rostros (casi) desconocidos, reacciones inesperadas, nuevas mecánicas y frases que quedaron grabadas para siempre en el imaginario colectivo (“Hay más imágenes para ti”). Las dos siguientes temporadas se firmaron casi de forma automática y, sin que nadie lo predijera, la falta de Gran Hermano dejó que La isla de las tentaciones llegara para quedarse.
La oportunidad perdida con 'La casa fuerte'
Sin embargo, lo que ha dejado claro Mediaset es que sin el formato de Zeppelin tienen dificultades a la hora de crear nuevos realities propios. Lo demostró con El Tiempo del Descuento que simplemente fue un Gran Hermano con otro nombre. Y lo confirmó con La casa fuerte, un programa que, a pesar de ir por su segunda temporada, a día de hoy no tiene clara ni su mecánica, tanto que concursantes como Sonia Monroy amenazaron con abandonar por estar participando en algo que no fue lo que firmó en el contrato.
Empezó sin tener expulsiones, con galas los jueves, con asaltos y robos que acababan en nada y solo alimentándose de las pocas tramas que surgían entre el casting. En la actualidad hay expulsiones individuales y por parejas, depende de cuando el programa decida, hay tres días de galas pero pocos conocen el fin de cada una, y hasta los presentadores se lían al dar paso a una escaleta siempre en construcción.
La ausencia de Gran Hermano podría haber sido una oportunidad para creativos con ganas de apostar por un nuevo formato de telerrealidad que volviera a ser un experimento social, con nuevas localizaciones, situaciones a las que enfrentar a perfiles novedosos, mecánicas sorprendentes y giros inesperados con los que la audiencia pudiera debatir desde unos hogares que creen haberlo visto todo ya. Pero lejos de todo eso, Telecinco apostó por una casa fuerte habitada por un casting trillado, con historias repetidas, situaciones comunes y nada nuevo que afrontar. Como si los directivos siguieran con la premisa de “si algo funciona no lo toques”, pero olvidándose de que aquello ya dejó de funcionar.
Además, al contrario que Supervivientes y La isla de las tentaciones, La casa fuerte no es tan infalible en audiencias. La primera edición, como analizamos detalladamente, dejó una imagen que no corresponde a sus resultados, puesto que lideró 11 de sus 13 galas, con pleno en jueves y siendo segunda opción en dos domingos, para una media de 19% y 1,9 millones de espectadores. Su segunda edición, que emite actualmente Telecinco, está renqueando aún más: ha liderado en 8 de sus 13 galas en jueves y domingo, con una media hasta el momento de 16.9% y 1,7 millones, y aún no ha liderado en martes, conformándose con datos en torno al 13%.
Los retos de Gran Hermano en su regreso
Si Gran Hermano vuelve en 2021 lo hará en una televisión que ha cambiado y frente a una audiencia que tampoco es la misma. Por lo que tendrá que adaptarse a una nueva situación si no quiere repetir el desplome de GH Revolution. Algo de lo que es plenamente consciente la productora y así dejó claro al publicar su nuevo protocolo contra abusos sexuales.
Pero también la cadena tendrá que sumarse a esta actualización para volver con toda la fuerza. Como demostró Operación Triunfo en su regreso, las redes sociales pueden ser grandes aliadas de los realities si se saben aprovechar. Un canal 24 horas desde el que enganchar al público más joven, que no ve la televisión lineal, para atraerlo a las galas sería uno de los grandes aciertos, e incluso podría aprovecharse para potenciar su plataforma de pago Mitele Plus.
El casting, tanto de anónimos como de famosos, podría ser otra buena baza si se escogen nuevos perfiles con miradas distintas y discursos más modernos y constructivos. Todo ello en una casa que acoja la magia de la tele y la de la realidad con momentos que hicieran soñar a la audiencia con vivir allí una temporada y no con vivir de ello el resto de su vida.
En definitiva, Gran Hermano debería volver para plasmar a la nueva sociedad que representa, y no para perpetuar a la que dejó atrás.