Gran Hermano está a punto de entrar en su recta final. Salvo sorpresa, que pasaría por una improbable dilatación de la convivencia más allá de la Navidad, el reality proclamará dentro de un mes al ganador de su decimonovena entrega en Telecinco. Se pondrá el broche así a una edición que ha hecho verdaderos esfuerzos por volver a sus orígenes, pero que ha acabado torpedeándose a sí misma al trufar su mecánica de múltiples giros e impactos que, por su continua recurrencia, han perdido en buena medida gran parte de su efecto.
El último es el de su repesca, que, tras el descarte de Vanessa el pasado martes en el Límite 48 horas presentado por Jorge Javier Vázquez, queda en manos de Elsa, Lucía o Ruvens. La entrada de uno de ellos, previa eliminación de Manu o Nerea, dejará en la casa a un total de 12 participantes, una cifra inédita a estas alturas del concurso, cuando apenas restan cuatro semanas para la gran final. Se intuye, por tanto, que el programa se verá obligado a implementar nuevos cambios en su dinámica para agilizar las expulsiones en las tres galas previas a su desenlace.
Se daría así una cascada de salidas de Guadalix que no harían sino confirmar esa sensación de que Gran Hermano ha ido de alguna manera improvisando en el transcurso de la temporada, provocando constantes hitos grandilocuentes con los que intentar acaparar la atención de la audiencia. Una estrategia totalmente lícita, e incluso necesaria en tiempos de bajo consumo de televisión, especialmente en la franja del prime time, pero de la que tal vez este año han abusado, generando en muchos momentos la impasibilidad tanto de los espectadores como de los propios concursantes.
Una suerte de 'todo vale' que tuvo su máximo exponente en la gala del pasado jueves, donde la organización del reality dio a los participantes cinco grandes superpoderes que van a adulterar de forma importante el devenir de la competición. Así, Manu tuvo la potestad de 'resucitar' de la expulsión a Laura, Juan quitó a Óscar para siempre la posibilidad de nominar, Jorge nominó de forma perpetua a Daniela y esta obtuvo el don para salvar cada semana a uno de los nominados. Además, Edi usó con Maica el poder de la supuesta expulsión fulminante que terminó por no ser tal cosa, ya que el programa acabó dejando a última hora esa decisión en manos de la audiencia.
En definitiva, un batiburrillo de plot twists que sirvieron, por un lado, para que Gran Hermano lograse esa noche uno de sus mejores registros -con un 17.1% de share y 1.013.000 espectadores- y para que el reality detonase al fin una guerra abierta entre los habitantes de la casa, que, dos meses después, han despertado definitivamente de su letargo, afianzando rivalidades y alianzas, para entregarse de lleno a la competición. Sin embargo, puede que sea demasiado tarde y que la maniobra no atraiga a nuevos espectadores, ni termine de encandilar a un público fiel pero anestesiado ante los diversos “bombazos” que GH les ha venido ofreciendo hasta la fecha. Porque cuando todo es sorpresa nada lo es. Lo analizamos.
El riesgo de 'GH' de apostarlo todo al 'hito'
Siete años después de su última edición con anónimos -el GH Revolution en el que se produjo el abuso sexual a la concursante Carlota Prado que acabó con condena para su productora y para su agresor, José María López-, y tras unos discretos GH VIP 8 y GH Dúo con los que Mediaset retomó la marca, Telecinco rescató la versión original del programa intentando cautivar a los más nostálgicos al prometer llevar el formato “a su esencia”.
Así lo deseaba también el propio Jorge Javier Vázquez en palabras a verTele, durante la presentación del reality en el pasado FesTVal de Vitoria: “Creo que todos hemos perdido la capacidad de ilusionarnos. Estamos demasiado profesionalizados, y cuando vemos una emoción tan de cerca, nos sigue impactando. Eso es lo importante de la tele, que te remueva. Gran Hermano tiene que volver a la esencia y nosotros tenemos que volver a ser espectadores; tenemos que sentarnos delante de la televisión a ver televisión. Todo el mundo sabe ya mucho de televisión. Cuando ves mucho sabes más, y eso va en contra del disfrute”, reflexionaba.
Pues bien, llegados a este punto cabe preguntarnos si se ha cumplido el objetivo al que aspiraba atinadamente el presentador. ¿Realmente ha logrado GH volver a ilusionar a sus seguidores? ¿Ha conseguido que ese público experto en televisión se entregue a la edición sin verle las costuras al formato? Y, lo más importante, ¿ha logrado que sus tramas conecten de verdad con las emociones del espectador? La sensación es que, pese a los intentos iniciales, esa apuesta obsesiva por el hito y por el impacto en cada gala lo ha acabado empañando todo.
Se atisbó desde muy pronto cierta falta de paciencia por los responsables del programa, que no dejaron reposar lo suficiente las relaciones entre los concursantes para que fluyeran con naturalidad historias que fuesen percibidas por la audiencia con una mayor autenticidad. En cambio, desde prácticamente el comienzo de la edición, Gran Hermano ha 'bombardeado' su mecánica semana a semana, como verTele ha repasado atendiendo a las notas de prensa enviadas a los medios previas a cada emisión, con múltiples cambios y novedades en su funcionamiento. Por verlo sobre el papel, esta es la lista aproximada en la que la mayoría de ellos quedan reflejados:
- Gran novedad con las (dobles) expulsiones
- Existencia de la segunda casa con los 'falsos eliminados'
- Creación de la figura el Big Bro, aparte de la del inmune
- La “expulsión fulminante” y disciplinaria de Silvia que no sucedió
- Fin del “doble juego”
- Selección del “casting final”
- Primeras expulsiones definitivas de Elsa y Maite
- Creación de “la vida extra” gastada a la primera por Adrián con Juan
- El intercambio fugaz de Maica con el 'GH' italiano
- Nominaciones “especiales” cada semana
- Visita de Tomasso 'a la fuerza'
- Visionado de los concursantes de imágenes de su convivencia
- Gala de los poderes, con los mencionados cinco 'bombazos'
- Anuncio de la repesca
Como vemos, una batería de golpes de efecto con los que Gran Hermano ha tratado de trufar de contenidos sus emisiones, condenado también, cabe reconocerlo, por el hecho de tener que mantener el nivel durante los tres prime times y los dos access que ocupa en la parrilla de Telecinco. En total, 14 horas de programa en directo a la semana (entre galas, debates, 'límites 48 horas' y 'últimas horas') con los que se ve obligado a intentar retener la atención de un público hoy por hoy fragmentado y sin capacidad ya para hacer el seguimiento que exige el formato ofrecido en esta magnitud.
No obstante, como contrapartida, tanto vaivén, tanta entrada y salida de la casa, tanta falsa eliminación, ha provocado algunos lastres importantes. Por un lado, ha generado la desconfianza de los concursantes ante todo lo que ha ido sucediendo en el transcurso de la edición. Así, hemos visto en más de una ocasión cómo los participantes se han mostrado incrédulos ante muchas expulsiones, incluidas las que realmente eran ciertas y se supone que debían afectarles emocionalmente, con Jorge Javier o el famoso Súper teniendo que hacer hincapié, ante la pasividad de los participantes, de que dichas marchas iban en serio.
Por otro, tanto giro ha provocado también que Gran Hermano cayese en algunas contradicciones, como, por ejemplo, que Elsa y Maite, que no formaban parte de ese “casting final” y supuestamente no figuraban como “concursantes oficiales”, sí hayan optado a la repesca. O que Edi se haya visto 'vendido' ante los espectadores al jugarse su imagen con el 'golpe maestro' de echar a la favorita Maica con su 'poder de la expulsión fulminante' para ver cómo, minutos después, la murciana volvía a la casa 'salvada' por la audiencia y, para más inri, siendo inmune de las nominaciones, ya que se produjeron durante su ausencia. Con todo, GH ha perdido fuerza y capacidad de impacto en sus liturgias y 'puntos álgidos', incluso en su icónica ceremonia de expulsión con esa famosa frase de “la audiencia ha decidido...” que ha sido utilizada este año hasta la saciedad, siendo posiblemente la edición en la que más se haya pronunciado.
Pese a todo, Gran Hermano ha vuelto a los anónimos con un casting realmente atractivo que logró generar bastante expectación entre el público al comienzo de la edición y que ha traído frescura a una cadena necesitada de caras e historias nuevas tras muchos años tirando de sus habituales famosos. También ha sentado las bases para futuras entregas de esta versión del formato, que no le ha funcionado nada mal teniendo en cuenta el contexto actual de las audiencias televisivas, especialmente las de Telecinco. Además, aunque llega algo tarde, el reality está a tiempo de, una vez ha logrado 'agitar el avispero', dejar que las tramas sigan su curso por sí mismas durante este último mes, sin necesidad de activar nuevas 'bombas' en su gran batalla final.