29 de octubre de 2011. La Noria, formato líder de la noche de los sábados, recibe en plató a Rosalía García, madre de 'El Cuco', uno de los principales acusados por la desaparición y muerte de Marta del Castillo. La entrevista se produce rodeada de una gran polémica por la entrevistada, por el contexto -el juicio por el asesinato de la joven había comenzado apenas 12 días antes- y por la decisión de Telecinco de pagar entre 7.000 y 10.000 euros a García para que acudiera al programa presentado por Jordi González.
El formato se aseguró con su presencia un buen dato de audiencia (15.1% de share y 1,9 millones de espectadores, su segundo mejor dato de la temporada), pero a cambio firmó su propia defunción. Al día siguiente de la entrevista, el periodista Pablo Herreros inició una campaña para presionar a los anunciantes de La Noria a que abandonaran el espacio. Algo que las marcas terminaron haciendo durante los siguientes días, lo que supuso el principio del fin del programa, que terminó siendo cancelado el 25 de abril de 2012 tras haber sido relegado previamente al late night.
Ahora, más de siete años después de la desaparición de La Noria, Mediaset se enfrenta a un panorama parecido con el buque insignia de su parrilla, Gran Hermano VIP, que ha perdido 30 anunciantes hasta la fecha por el caso de abuso sexual a Carlota Prado en GH Revolution, ocurrido en noviembre de 2017 y que ha vuelto ahora a la palestra a raíz de las informaciones publicadas por El Confidencial. Una situación que guarda numerosos paralelismos con lo ocurrido con La Noria, y que, como ya ocurriera entonces, Telecinco no está acertando a la hora de gestionar.
Mediaset evita responsabilidades y ataca a Atresmedia
Siguiendo lo que ya hizo en 2011, Telecinco no ha asumido responsabilidades en el caso y ha optado por señalar directamente a Atresmedia de la progresiva retirada de anunciantes que se inició el lunes 25 de noviembre con Fi Network como la marca que abrió la veda. En el comunicado emitido este miércoles a raíz de la fuga de anunciantes, Mediaset acusa a su gran rival de llevar a cabo “acciones de desprestigio” en sus informativos como parte de una “campaña denigratoria contra Gran Hermano”, del que destacan que es “uno de los programas preferidos por la audiencia española”.
Hace ocho años, el grupo optó por una estrategia similar: señalar al enemigo antes que a sí mismo. Entonces Jordi Gónzalez se erigió como portavoz de Telecinco para apuntar que Antena 3 y Cuatro también habían entrevistado antes a la madre de 'El Cuco'. “Rosalía García no es la primera vez que pisa un plató de televisión en las mismas condiciones en las que estuvo aquí el sábado. Repito, en las mismas condiciones”, dijo el presentador, insinuando con sus palabras que las otras dos cadenas habían pagado a García antes de que lo hiciera La Noria. Concretamente, cuando intervino en Tal cual lo contamos (Antena 3) y Las mañanas de Cuatro (Cuatro), aunque en ambos casos lo hizo sin cobrar y antes de que 'El Cuco' fuese condenado.
De todas formas, González siguió defendiendo que la competencia estaba detrás del boicot a su programa, igual que ha hecho ahora Mediaset con el caso de Carlota Prado. “Tengo la teoría de que esto en el fondo es una guerra comercial. No puede ser casual que pocos días después de presentar la cuenta de resultados del último trimestres, en la que la única cadena que ha tenido beneficios ha sido Telecinco, haya sucedido esto. No voy a acusar a nadie, pero aquí hay una guerra teledirigida por los rivales”, declaró a La Otra Crónica.
En otra entrevista, esta vez a 'El món a Rac 1', el periodista sí puso el nombre de Pablo Herreros sobre la mesa. “De este empresario se ha publicado que trabajó en Antena 3, en Espejo Público […] Hay unos intereses comerciales por parte de otras cadenas. No tengo ninguna prueba, pero ya hace años que trabajo en la tele y creo que a nadie con dos dedos de frente se le escapa”, comentó al respecto del precursor de la campaña, uno de los primeros en manifestarse porque La Noria pagara a la madre de 'El Cuco' por hablar en su programa. Un hecho, este, irrelevante para Jordi González. “A mí no me escandaliza que esta señora cobre. Cobrar en la tele no es noticia, es como decir que la han maquillado antes de ir al plató”, afirmó en esa misma entrevista.
No fue hasta un mes después de la controvertida entrevista cuando Mediaset, a través de Paolo Vasile, reconoció su error. “Nos equivocamos, nos equivocamos muchísimo, y si supierais cuán doloroso es equivocarse... A veces cuán humillante y cuán difícil corregir rapidamente un error”, dijo el consejero delegado sin explicar la polémica de La Noria y criticando el “ataque salvaje” que estaba sufriendo su compañía.
En esta ocasión, Mediaset ha evitado entonar el mea culpa recordando que “no forma parte ni ha sido llamada a declarar” en ningún proceso judicial y manteniendo la postura que ya expuso hace dos años: “permanecer atenta a los resultados de la investigación y al esclarecimiento total de los hechos , respetando la intimidad de las personas afectadas”. Es decir, distanciándose del escándalo como si le fuera ajeno y no tuviera ningún tipo de relación con su gestión.
De esta forma, las responsabilidades para que no se repitan casos como el de Carlota Prado han llegado por parte de Zeppelin. Dos años después de la noche de autos y en pleno vendaval mediático, la productora se ha comprometido a “reforzar la privacidad del confesionario en situaciones excepcionales, instaurar la política de cero alcohol y reforzar la atención a los concursantes durante y una vez que hayan abandonado la casa”. Además, la compañía ha reconocido que la forma de comunicarle a Carlota la presunta violación que sufrió por parte del también concursante José María López “no fue la correcta”. Aun llegando tarde esta respuesta pública, la empresa de Endemol Shine sí ha hecho un ejercicio de autocrítica sin entrar en valoraciones sobre cómo está afectando esta situación al formato que actualmente tiene en emisión, GH VIP 7.
Mediaset vuelve a tropezar con la violencia machista
Una vez que el caso de Carlota salió a la luz y el programa comunicó la expulsión de José María por “conducta intolerable”, Telecinco tuvo la oportunidad de cancelar de inmediato GH Revolution. Pero no lo hizo. El reality siguió adelante a pesar de haber vivido el episodio más oscuro de toda su historia, cerrando la temporada más aciaga en términos de audiencia: teniendo en cuenta que los datos que venía marcando el programa hasta el momento distaban con mucho de lo que se esperaba de un formato como GH, la repercusión y el tratamiento que la propia dirección acabó dándole a la posterior vuelta a la casa de la víctima días después de los hechos, terminó por ensombrecer el resto de emisiones y por enterrar sine die la versión con perfiles anónimos del reality.
El paso del tiempo fue silenciando lo ocurrido hasta el pasado 3 de septiembre, cuando Carlota habló abiertamente de lo sucedido en una entrevista con El Confidencial. En estos casi dos años, Telecinco y GH tuvieron que hacer frente a otro suceso que, si bien no alcanzó la magnitud del que aquí nos ocupa, también demostró la deficiente gestión de ambas partes ante un caso de abuso sexual. Nos referimos a lo ocurrido en octubre de 2018 en la casa de GH VIP 6: tras una fiesta con alcohol de por medio -igual que en el caso de Carlota-, Miriam Saavedra terminó la noche en un evidente estado de embriaguez siendo ayudada por Asraf Beno, también concursante del reality, para acostarse en su cama; fue entonces cuando Omar Montes incitó a su compañero a aprovecharse sexualmente de la modelo a pesar de estar ella bajo los efectos del alcohol.
Después de que las imágenes se hicieran virales en las redes sociales, numerosos seguidores del programa pidieron la expulsión disciplinaria de Montes. El programa se limitó a abrir una encuesta para que la audiencia decidiera si el concursante debía o no ser nominado, pero en ningún caso lo expulsó fulminantemente. Ni Telecinco ni el programa tomaron tampoco decisión al respecto sobre los comentarios vejatorios y machistas que otros dos concursantes, Suso y Tony Spina, realizaron sobre las mujeres con las que compartían la convivencia; el primero solo recibiría la reprimenda de Jorge Javier Vázquez en plató, tras ser expulsado por la audiencia.
Estos dos casos sucedieron al de La Noria en el tiempo, aunque sin embargo, y salvando las distancias, partían de una misma problemática de fondo. En el caso de la entrevista a Rosalía García, la indignación respondía al hecho de pagar a la madre de un implicado en el asesinato de una menor de edad, y así, frivolizar con los hechos que además se estaban juzgando en aquel momento. En lo que respecta a Gran Hermano, de nuevo es una mujer la víctima de un presunto delito, en este caso de tipo sexual, que es explotado en términos televisivos. Es decir, casos de violencia machista que quedan emborronados o bien publicitándose a la parte presuntamente autora o bien sobreexponiendo a las víctimas.
El trato de Mediaset hacia los protagonistas de los hechos
Aunque Paolo Vasile reconoció que Mediaset se había equivocado con el caso La Noria, lo cierto es que el grupo acabó llevando a Pablo Herreros a juicio tras cancelar definitivamente el programa. “[Herreros] no es tan anónimo y con el tiempo se verá si ha tenido algún interés general o no para retirar las marcas y señalarlas con el dedo”, confiaba entonces Javier López Cuenllas, director de Marketing de Mediaset.
Así, el Juzgado de Instrucción número 14 de Madrid admitió a trámite la querella que la compañía interpuso contra Herreros por supuestos delitos de amenazas y coacciones. En concreto, por una frase de la carta que envió a los anunciantes para que retiraran su publicidad de La Noria: “Si no se adhirieran a nuestra propuesta, seguiríamos exigiéndoselo en adelante y promoveríamos un boicot de sus productos”.
Aunque Herreros pidió disculpas solo unos días después de la publicación de la carta, Mediaset se querelló contra él para exigirle una indemnización de 3,7 millones de euros, el dinero que el grupo estipuló que había perdido por la fuga de anunciantes. Además, el periodista se enfrentó a una posible condena de tres años de cárcel, aunque nunca llegó a cumplirla porque Mediaset llegó a un acuerdo extrajudicial con él. Que el bloguero reconociera que “los anunciantes no pueden ser responsabilizados de los actos de los medios de comunicación en los que publicitan sus productos”, como así anunció la compañía en un comunicado, ayudó a ello. Pero también lo hizo que sobre Mediaset pesara la amenaza de un nuevo boicot publicitario. Si el grupo de comunicación mantenía actitudes cuestionables, por qué no pensar que el público no iba a repetir iniciativas contra dichas actitudes. Esta campaña se convirtió así en un precedente que, sin embargo, la cadena acabó olvidando.
En cuanto a Carlota Prado, la concursante volvió a la casa tras unos días de ausencia con una declaración a cámara durante la tradicional gala de los jueves, que dedicó su primer bloque a hablar de este asunto después de que Telecinco pidiera esta semana “respeto a la intimidad de los afectados”.
El papel de la presión social y la audiencia que no se resiente
Los casos de La Noria y Carlota Prado, así como el de Omar Montes en GH VIP 6, no podrían entenderse sin la presión del público. De no haber tenido una masa social detrás que la respaldara, la iniciativa de Pablo Herreros se habría quedado probablemente en nada y La Noria hubiera continuado en parrilla. Si la audiencia no hubiese presionado a GH VIP para expulsar a Omar Montes, el programa no hubiese dejado en manos del público su continuidad en la casa. Y si las redes sociales no hubiesen clamado contra el reality a raíz de las recientes publicaciones sobre el caso de Carlota, Zeppelin no se habría planteado reforzar sus protocolos de actuación en situaciones como las vividas hace dos años.
Todo esto demuestra que el público, cuando alza la voz de manera mayoritaria, puede forzar a las cadenas a tomar decisiones de peso y expandir la democratización del medio televisivo más allá de pulsar un botón u otro del mando a distancia. Esta última decisión, la de ver unos programas en detrimento de otros, dejó un importante detalle en los tres casos aquí expuestos: todos aumentaron sus datos de audiencia tras sus respectivas polémica. La Noria anotó récord de temporada (18,6% y 2,4 millones de espectadores) una semana después de emitir su entrevista con la madre de 'El Cuco'; GH Revolution subió tres puntos de cuota con respecto a su anterior gala con la vuelta de Carlota: y GH VIP terminó su sexta edición como de los grandes éxitos del curso pasado en Telecinco. Por tanto, polémicas como estas pueden provocar cambios importantes en los programas en los que tienen lugar, pero también llaman más la atención a ojos de parte del público.
¿Estamos ante el final de la marca GH?
Lo más fácil es pensar que sí. Los programas de las cadenas privadas viven de la publicidad. Sin publicidad no hay ingresos, y sin ingresos no hay dinero suficiente para acometer una inversión como la que exige un formato televisivo. Sobre todo si hablamos de uno como GH VIP, que requiere un amplio despliegue técnico y un cuantioso desembolso para pagar el caché de sus concursantes.
Un hipotético desenlace de GH no significaría, ni mucho menos el final de los reality shows en Mediaset. Para empezar, porque aún tendría en liza su otro gran formato estrella, Supervivientes. Y además, porque podría hacer algo similar a lo que hizo con La Noria, que fue relegado al late night y sustituido en prime time por El gran debate, un formato parecido que se mantuvo en emisión casi tres años.
En cualquier caso, el cierre de GH supondría un serio contratiempo para Mediaset, que de una tacada diría adiós a su marca más longeva, la más potente y la que sustenta tres de sus prime time por semana.