La décima gala de Gran Hermano: Límite 48 Horas cedió mucho de su protagonismo a las seis expulsadas de la edición, que estaban sentadas en el sofá: Elsa, Vanessa, Lucía, Silvia, Laura y Maite.
Jorge Javier Vázquez pidió que todas le acompañaran en el centro del plató para anunciar una nueva información sobre la repesca: “Todas subiréis a la casa”, desveló. Algo que celebraron saltando y abrazándose.
Sin embargo, presente en el mismo lugar estaba Javier - marido de Vanessa - que no celebró nada, ya que él no puede participar en la repesca por haber abandonado por voluntad propia (o, más bien, voluntad de ella). El resto de colaboradores filtraron que marido y mujer no se hablan desde el domingo.
Todo ello en una noche en la que la audiencia salvó a dos de los nominados y Daniela relató la curva de su vida.
Juan y Daniela, los dos salvados de la semana
Daniela, Juan, Ruvens y Adrián eran los nominados de la semana que veían los porcentajes ciegos solo arrancar la entrega: 48%, 24%, 18% y 10%.
Los cuatro se desplazaron hasta la sala de expulsiones para conocer la primera salvación. Minutos después, Jorge Javier desvelaba que Juan era el afortunado. El joven lo celebraba por todo lo alto y el resto le abrazaban.
Daniela, Ruvens y Adrián se quedaban con los siguientes porcentajes: 52%, 27% y 21%. Al final de la entrega, Jorge Javier volvió a dirigirse a los tres para anunciar lo siguiente:
“La audiencia ha decidido que se salve de la expulsión Daniela”, noticia que arrancaba el aplauso del público de plató y las lágrimas de la joven. Mientras, Ruvens se limitaba a darle unas palmaditas en la espalda.
De esta forma, la lista de los nominados se reducía a tan solo, los nombres de Adrián y Ruvens.
Daniela decidió ver su curva de la vida solo con Maica
Antes de ver la curva de la vida de Daniela, le dejaron escoger si hacerlo sola o con el resto de compañeros. “Como es un momento muy duro te dejamos elegir”, ella aceptó hacerlo solo con Maica.
“Nací en Colombia, mi madre me tuvo sola” empezó contando la concursante. “Luchó mucho para traerme a Barcelona y llegué sobre los 6 años. Fui a un colegio de monjas en el que sufrí bullying por no dar la talla físicamente. Mis compañeros se burlaban de mí por mi sobrepeso. Llegué con un corazón puro y por el daño fui cambiando”, lamentaba entre lágrimas.
“Cambió todo cuando mi madre conoció a mi padrastro, él me cuidó como el padre que nunca tuve. Gracias a él pude estudiar muchísimo y su sueño fue que hablara inglés. Llegué a Londres y allí empecé lavando platos. Fui a la universidad y me enamoré de un inglés. Tuvimos varios altibajos hasta que sentí que me quería ir de Londres”, dijo sobre su único enamoramiento.
“Sufrí mucho la pérdida de mi gato y caí en depresión. Entré a operarme del pecho y varias partes del cuerpo por mis inseguridades. Decidí irme a Barcelona y fue horrible porque había perdido al amor de mi vida”. Sin embargo, algo cambió: “Allí descubrí mi despertar espiritual, entendiendo que lo m´s importante que tenemos las personas es lo que tenemos en el interior”.
Finalmente, concluyó: “Ahora sé que no importan lo pequeña que me hayan hecho sentir, voy a ir a por todas aquí en Gran Hermano y hasta que el público quiera”.