Gustavo González espera que “la justicia no esté contaminada” ahora que ha comenzado el juicio en el que Mariló Montero pide para él seis años de cárcel.
La presentadora le acusa tanto a él como a Diego Arrabal (ambos paparazzis) de cometer un delito de revelación de secretos al intentar comercializar unas fotografías que se le tomaron en 2014 y 2015. Pide para ellos seis años de prisión y una indemnización de 265.000 euros.
Montero les demandó por intromisión ilegítima en el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen por estas imágenes en las que aparecía junto a su familia y en topless con una amiga. Estas últimas, que no llegaron a ver la luz, supuestamente fueron utilizadas en varios programas de televisión para cuestionar su orientación sexual, informa El Mundo.
El Juzgado de Primera Instancia número 35 de Madrid condenó a la agencia de los fotógrafos en 2022 a pagar 340.000 euros por tomar las instantáneas. Fue una sentencia histórica, pero pocos meses después quedó anulada por la Audiencia de Madrid al evidenciar que existía un procedimiento penal contra los fotógrafos en un juzgado de Barcelona. Hasta que no concluya este (que es el que arrancó el pasado 6 de julio) no podrá llevarse a cabo el otro procedimiento, el civil.
El juicio se celebrará a finales de enero de 2024, según González, que llega a los tribunales con cierta inquietud. La Fiscalía no acusa porque, al no haberse difundido las fotografías, no aprecia que los acusados hayan incurrido en un delito de revelación de secretos, señala El Mundo.
“Es imposible estar tranquilo cuando alguien te torpedea proceso tras proceso. Es un acoso tremendo, y no entiendo qué sentido tiene”, ha declarado el paparazzi en una breve entrevista concedida a la revista Pronto.
Además, González ve incomprensible algunas de las actuaciones de la presentadora, pues “hay detalles que se incluyen ahora que ya están juzgados y con sentencias favorables a nosotros, pero la defensa de la señora Montero los sigue incluyendo”.
En cualquier caso, el extertuliano de Sálvame, que también está inmerso en la Operación Deluxe, espera que “la justicia no esté contaminada”.