La segunda temporada de Marvelous Mrs. Maisel acaba de llegar a Amazon Prime y se enfrenta, casi sin pretenderlo, al nivel de exigencia crítico y de público más alto que se le ha pedido a una serie de esta plataforma en los últimos tiempos.
Cierto es que el gigante de Jeff Bezos ha estrenado los últimos meses productos como la interesantísima Homecoming, la adictiva Jack Ryan o la nueva serie del creador de Mad Men: The Romanoffs. Pero ninguna de ellas viene de dar la campanada en la temporada de premios. El año pasado, sin embargo, Marvelous Mrs. Maisel se estrenó sin hacer mucho ruido, pero pronto cogió carrerilla hasta hacerse con cinco Emmys y dos Globos de Oro, de forma tan sorprendente como lógica. Premios, estos últimos, en los que este año parte con tres nominaciones: Mejor serie comedia o musical Mejor actriz principal para Rachel Brosnahan y Mejor actriz secundaria para Alex Borstein.
Tras meterse en el bolsillo a la audiencia, gracias a su habilidad para hacer atemporal un discurso feminista y empoderador cargado de un optimismo contagioso, la serie llega a su segunda temporada en un momento decisivo. Hablamos con Amy-Sherman y Daniel Palladino, creadores del fenómeno, sobre lo idóneo de una serie como la suya en el panorama actual.
Marvelous Mrs. Maisel narra la historia de una mujer de los años cincuenta que pasa de tener un marido, dos hijos y un piso gigante en el Upper West Side de Manhattan a vivir en casa de sus padres y dedicarse a laMarvelous Mrs. Maisel stand-up comedy. ¿
Amy-Sherman Palladino (AS en adelante): Mi padre era cómico y crecí escuchando historias sobre la comedia de los cincuenta, sobre la escena del stand-up del momento, sobre el Village... todo aquello. Y sentí que todo lo que él me contó podría ser interesante rescatarlo y reinterpretarlo. La comedia estaba cambiando porque las cosas en Estados Unidos estaban cambiando. Humoristas como Lenny Bruce estaban jugándosela por hacer un tipo de humor más corrosivo y político. Y creímos que era una historia interesante de afrontar.
Daniel Palladino (DP): Además, sentíamos que todo aquello visualmente nos iba a dar muchísimo juego a nivel de puesta en escena, de vestuario... había color y una energía que queríamos trabajar.
AS: Y bueno, aunque quisiera mucho a mi padre sentía, ya sabes, que algo que me decía: 'esta historia es mucho más interesante con una mujer protagonista'. Todo cobraba otro cariz si lo mirábamos desde ese prisma. El hecho de ver a una mujer vivir el cambio radical que vive Midge [la protagonista interpretada por Rachel Brosnahan] y de que todo aconteciese en los años cincuenta iba a ser mucho más interesante y más especial. Sobretodo si era alguien que, como ella, vivía muy alejada del mundo de la comedia. Una mujer que tenía su vida hecha, que no sabía nada de stand-up y que de repente veía como todo eso explotaba. Midge encuentra en la comedia la forma de expresar lo que siente, algo que le hace sentir libre y segura de sí misma.
A pesar de desarrollarse en los cincuenta, su discurso resulta muy actual en forma y fondo. ¿Por qué cree que un personaje como Midge resulta tan contemporáneo?
AS: ¡Desafortunadamente contemporáneo! [ríe]
DP: Creo que es porque todos los problemas que enfrenta son muy similares a los que una mujer actual debe afrontar. Quiero decir... da igual que sean los cincuenta o ayer: la mujer tiene en nuestro tiempo muchos cortapisas que superar. Ojalá en veinte años estos hayan desaparecido pero hoy, en muchas cosas, nuestro siglo se parece mucho al anterior.
AS: Además, había una intención explícita de hacerla sentir contemporánea porque no queríamos que la gente viera nuestra serie y pensase 'ok, estoy viendo la vida de mi abuela'. Queríamos que se pusiesen Marvelous Mrs. Maisel y le gritasen al televisor: '¡Oh, Dios mío!¡ Si esa soy yo!¡Si esas cosas también me ocurren a mí!
DP: Muchos series se desarrollan en períodos de tiempo en los que todo resulta llamativo. Los setenta o el lejano oeste resultan visualemente atractivos per se, pero nosotros queríamos un mundo que pudiera sentirse contemporáneo con personajes que viven de la forma más moderna que pueden en su época. Y al mismo tiempo, que la audiencia no se sintiese como en otra época, sino que lo estuviera y que resultase cautivador y refrescante a pesar de mirar hacia atrás.
En este sentido, el trabajo de vestuario es increíble. De hecho, parece que los trajes de Midge son un reflejo de lo que siente.
AS: Es que la diseñadora de vestuario es un genia chiflada y maravillosa [Donna Zakowska]. Se siente muy atraída por todo lo que tiene que ver con cómo el vestuario afecta a la puesta en escena. Especialmente al color del mismo y cómo se corresponde con determinados sentimientos. Por ejemplo: nos explicó sus teorías sobre los códigos del rosa y de lo que representaba en la primera temporada cuando Midge estaba con Joel. Y cómo eso cambiaba después de que él la abandone. Midge no vuelve a vestir de rosa porque le recuerda cosas que quiere superar. Hasta que un día, se levanta y dice'‘voy a volver a vestirme de rosa'. Porque es su decisión, porque ha vivido todo un proceso de evolución que le ha hecho superar ese tipo de minucias que son tan importantes en todas las relaciones.
DP: ¡Y así con todo! El amarillo lo viste cuando se siente feliz y cuando se acerca el verano, las transparencias no empieza a tocarlas hasta que se siente muy segura de sí misma… todo está realmente pensado y cada vestido está relacionado con las emociones de los personajes y su desarrollo.
En esta nueva temporada, la serie empieza a recorrer caminos que antes no había probado. Midge, por ejemplo, sale por primera vez del Upper West Side. ¿A qué se debe el cambio de aires?
AS: No creo que 'necesitase' un cambio en el sentido estricto de la palabra. Creo que el crecimiento personal de Midge se desarrolla en otro sentido. Si no le hubiera pasado lo que le pasa, la podemos imaginar convirtiéndose en la reina de la manzana. Porque, joder, ¡es que es maravillosa! Y puede que fuese feliz siendo ese tipo de mujer. Si Joel no hubiese hecho estallar su mundo, ella hubiese seguido el camino que parecía tener planeado como muchísimas mujeres de su tiempo. Y hubiera muerto pensando 'he tenido una buena vida'.
Pero crece y descubre ese otro mundo que es la comedia. En Manhattan o en París, su liberación es sobre un escenario. Y eso es como abrir una puerta que jamás puedes volver cerrar. De la misma forma que no puede olvidar lo que le han hecho, tampoco lo que siente sobre el escenario. Y eso es algo que la empuja a seguir, a querer saber más, a querer profundizar en determinados aspectos e ir más y más lejos.
Todo lo que tiene que ver con la puesta en escena, en el impasse entre los cincuenta y sesenta, con ese trabajo en el vestuario y en la composición de interiores, recuerda en determinados momentos a impasseMad Men
AS: Sí y no. Quiero decir, no teníamos la intención clara de hacer un producto abiertamente político, no teníamos pensado hacer algo que cuadrase con una realidad política actual y determinada por el feminismo. Teníamos unos personajes que amábamos y un viaje personal de todos ellos que queríamos narrar. Realmente no me gustan demasiado las series que se ciñen estrictamente a la 'agenda política' y sólo se significan con lo que pasa en la actualidad más urgente. La mayoría ofrecen un discurso moralizante de la realidad. Pero como espectadora, yo no quiero que me sermoneen. Así que no voy a sermonear a nadie.
Sin embargo, nosotros íbamos a contar la historia de una muejr que se adentra en un mundo de hombres. Y resulta que, para desgracia de todos, no es algo que sea rompedor: es algo que está ahí y que siempre ha estado. Ellos siempre han tenido sus espacios. Y creo que necesitábamos contar la historia de una mujer metiéndose ahí y mostrando lo que realmente son las cosas. Era importante mostrar cómo muchas mujeres de hoy siguen luchando las mismas batallas que las de los años 50. Eso te hace sentir bien porque esas lecturas surgen de forma natural del texto y son maravillosas. Pero no están pensadas para responder a una agenda política concreta: nuestra única agenda es contar la historia de Midge, su lucha y su viaje. Y cómo eso te implica como espectador.
Marvelous Mrs. Maisel tiene, en parte, algo del espíritu de Marvelous Mrs. MaiselLas chicas Gilmore
AS: Es un tema muy complejo. Yo siempre he preferido el subtitulado al doblaje porque hay muchísimos actores que, más allá de sus gestos y sus actitudes, también son su voz. El tono de voz que tienen o que utilizan. Voces roncas, rasgadas, agudas, cantarinas… Rachel tiene una voz muy poderosa y distintiva. Susie tiene otra, más grave. Es muy interesante pero realmente no sé hasta qué punto se entiende en otro idioma y otro país sus actuaciones.
Con Las chicas Gilmore nos lo preguntábamos constantemente porque hablaban muy rápido y hacían muchísimas referencias a la cultura norteamericana. Traducir eso debe ser muy complicado. Pero sin embargo tenemos fans de las Gilmore a lo largo y ancho del mundo, osea que por suerte sí sabemos que comprende al margen de ese tipo de detalles. Pero sí que es cierto que sus referencias y comentarios eran más contemporáneos y se referían a cosas que estaban pasando a su alrededor. Pero en todo caso, los traductroes hacen trabajos fantásticos y en el caso de Marvelous Mrs. Maisel, más importante que pillar todas las referencias es empatizar con el drama. Así que tal vez se entienda incluso mejor que otras series.
Respecto a lo que comentabais de no querer responder a la 'agenda política', sí que es cierto que es una serie de época con un discurso muy 'de actualidad' sobre la mujer y sus libertades. En este sentido, ¿podría haberse hecho Marvelous Mrs. Maisel hace diez años?
AS: Poder podría haberse hecho hace diez años, claro que sí. Lo que tengo dudas es si alguien la hubiese comprado hace diez años. Me refiero a que lo que ocurre con esta serie es que ha necesitado de Amazon para existir porque, sinceramente, no creo que hubiese existido un canal que la hubiese hecho. Hace diez años no existían Amazon, Netflix, Hulu y todas estas plataformas que están trayendo nuevas historias y nuevas voces y apostando por ellas. Es decir, que sí, podría haberse hecho hace diez años, pero dudo que alguien le hubiese interesado hacerla.