La incredulidad de Gonzo al descubrir cómo trabajaban algunos escoltas contra ETA: “Es de Mortadelo y Filemón”

Paula Hergar

Tras la entrega dedicada a la desaparición de Mari Carmen Fernández Vázquez en el buque oceanográfico García del Cid del CSIC, este domingo Salvados analizó el crucial papel de los escoltas en el País Vasco durante la época de actividad de ETA.

Para ello, Gonzo conversó con cuatro escoltas que narraron sus experiencias desde su al territorio hasta los peligros diarios y las tensiones que vivieron con sus protegidos. Francisco, Richard, Manuel y Aitor explicaron cómo vivieron esa época y la ausencia de reconocimiento por su trabajo tras los años de violencia.

A mediados de los 90 el Estado no disponía de suficientes policías para proteger a todos los amenazados, por lo que permitió la llegada de 3.000 escoltas a Euskadi con una formación mínima que desvelaron: “Un examen tipo test y un ejercicio de tiro, que suspendí”, confesó uno de ellos.

Explicaron también que muchos de sus protegidos acabaron por tratarlos como “chicos para todo”, pidiéndoles más servicios de lo que consistía su labor: “Creían que éramos su chófer o servicio doméstico”. De forma que muchos trabajaban 30 días al mes, más de 400 horas de jornada.

Pero cuando más alucinó Gonzo fue cuando otro de ellos le explicó que en una ocasión una de sus empresas cambió de nombre y “las armas no llegaron de Madrid. Hubo un problema y los compañeros tuvieron que trabajar con armas de juguete para que se les notara el bulto”.

Al escuchar tales condiciones, el presentador exclamó: “Hay cosas que cuentas que son de Mortadelo y Filemón”, a lo que su interlocutor afirmó con la cabeza.

Los ex escoltas concluyeron que las empresas que les mandaban a proteger a personas amenazadas por ETA no se preocupaban de su integridad: “Les interesaba más el dinero que la protección de la gente, era un negocio. La empresa se preocupaba por la facturación, éramos un número, y con tal de cubrir el servicio no teníamos que dar problemas ni quejas”.

Finalmente, recordaron que a esos mismos empresarios no les interesaba el fin del grupo terrorista: “ETA algunos no querían que se terminase nunca, los jefes de las empresas. Algunos ni vivían en el País Vasco”.