El pasado 24 de abril, las puertas del plató de Supervivientes se abrían por primera vez para dar la bienvenida a Ion Aramanedi como nuevo maestro de ceremonias. “No sabéis lo que es para cualquiera que se dedique al mundo de la tele, este plató. Estoy felicísimo, vengo con toda la ilusión, con todos las ganas del mundo”, decía al arrancar en esta labor, y ese está siendo su sello de identidad: el entusiasmo que derrocha.
Desde entonces han pasado seis semanas, seis galas y continúa con esa ilusión y esas ganas que prometió al inicio. “Qué gran honor poder decir esta frase: ¡Abrimos micrófonos!”, en una confesión que hacía consciente, a cualquiera que estuviera frente a la pantalla en ese momento, de que estaba ante el gran reality televisivo.
Porque, a veces, cuando se convierte algo en habitual olvidamos lo extraordinario que es. Pero cada domingo está Ion para subrayarlo. Y por eso mismo quizá su fichaje no es solo un acierto para Supervivientes, si no que también lo es para Telecinco en general.
Ion, como pez en el agua de 'Supervivientes'
El pasado mes de mayo entrevistábamos a Aramendi para conocer sus primeras sensaciones como presentador del reality de aventuras y estas fueron algunas de las palabras que nos dijo: “Estoy súper ilusionado con cómo está yendo. Ni en el mejor de mis sueños pude pensar que fueran las cosas así. Ahora estoy con los pies en la tierra y con ganas de seguir trabajando y creciendo, que es lo importante” y eso es exactamente lo que transmite cada vez que pisa el plató.
El que se diera a conocer como reportero de Sálvame está feliz y en su salsa rodeado de concursantes y colaboradores a los que conoce, o directamente o ha seguido su historia. Algo que le facilita mantener una complicidad y cercanía que siempre es una buena herramienta para rellenar directos de cuatro horas. Porque hay que subrayar que pocos presentadores son capaces de hacerlo (o de hacerlo bien). Menos, con conexiones a miles de kilómetros, con retrasos al hablar, al contar, al preguntar y responder.
Ion también tiene un pinganillo por el que le dan instrucciones que debe atender de forma disimulada ante la audiencia, a la vez que mantiene el ritmo de la gala y sigue el cue. No es fácil, pero al verle lo parece. Y eso ocurre cuando desempeñas bien tu trabajo porque le pones pasión, y viceversa.
Las segundas oportunidades que se saborean mejor
Hemos escuchado en multitud de ocasiones que “no hay nada más amado que lo que perdí” y eso también les ocurre a los presentadores. Este mes de abril, Aramendi volvía a Mediaset, ocho años después de su marcha. “Vuelvo a casa. Gracias Mediaset, gracias a todos porque esto es un sueño cumplido”, decía, consciente de lo que significa trabajar ahí, perderlo y regresar.
El mismo perfil de Lara Álvarez que su estreno en Supervivientes significó su regreso a Telecinco, tras una polémica salida de la cobertura de las Motos, y después de haber pasado dando tumbos por otras cadenas. La presentadora también tomó su nuevo rol con una gran emoción, un sentimiento que aún transmite, siete años después.
Eso mismo ocurrió con Carlos Sobera al fichar por First Dates, en su regreso a Mediaset tras años en Atresmedia. Cogió su rol de Cupido con tantas ganas que enamoró en una franja que parecía imposible para Cuatro.
Son quizás, esas segundas oportunidades las que más ilusión hacen, sabiendo que pueden evaporarse si no se da lo mejor de uno mismo. Por ello todos ellos son sinónimo de “entusiasmo” cuando sintonizas el reality y aparecen en pantalla.
¿Qué ocurrió con Jordi González y Sandra Barneda?
Aramendi ha conquistado a los espectadores de una Conexión Honduras dominical que se habían acostumbrado a la desgana de un Jordi González que parecía clamar un cambio. El catalán arrancaba las entregas equivocándose con el nombre de los nominados, confundiendo el día de emisión de la siguiente gala y llamando al programa Operación Honduras y a Playa Desierto, “Playa Destierro”.
Esta apatía ha sido fácil de superar para el vasco que, completamente al contrario de su antecesor, conoce al dedillo los detalles de la convivencia, de los culebrones entre robinsones y hasta de las rencillas entre sus colaboradores. Un interés que contagia al público.
Antes de Jordi, estuvo Sandra Barneda, quien estuvo correcta en su rol pero con mostraba una seriedad excesiva que ha moldeado con los años. Así lo evidencia su imprescindible papel actual en La isla de las tentaciones donde se ha soltado, por fin, haciéndose cómplice de una audiencia que adora sus reacciones espontáneas.
Un acierto que podría convertirse en medicamento para Telecinco
Como ya hemos analizado, Telecinco está viviendo una de sus peores crisis viendo cómo sus audiencias caen y algunos de sus buques insignia no son capaces de levantarlas. La solución no va a ser una única, ni puede depender solo de Supervivientes, como ha quedado de manifiesto, sino que va a necesitar de unos cuantos “medicamentos” para tanta herida.
El caso de Ion Aramendi podría ser una de las salidas que busca desesperadamente el grupo. El fichaje de rostros ilusionados puede revitalizar hasta formatos desgastados, porque son capaces de despertar a un público dormido: con bromas nuevas, opiniones distintas, guiños desconocidos y comportamientos por descubrir.
Quizá ha llegado el momento de un relevo. De dar (primeras y segundas) oportunidades a quienes llegan con entusiasmo, ilusión y aún son capaces de sorprender.