Así es 'Iron Chef', el icono de los programas de cocina en EEUU que revive a nivel global con Netflix
En su empeño por expandirse más allá de la ficción, los esfuerzos de Netflix en el ámbito del entretenimiento no han quedado ajenos a dos de los géneros más identificables con la televisión convencional: por un lado, el reality show, con ejemplos nacionales (Amor con fianza, Insiders) e internacionales (Jugando con fuego) relativamente reconocibles ya dentro de su catálogo; y por otro, los formatos de corte gastronómico.
Hasta la fecha, el formato de pasteleros Nailed it! pasaba por ser uno de los que mejor sabor de boca había dejado en la plataforma, lo suficiente como para asegurarse adaptaciones en numerosos mercados como el español -Niquelao!, con Pepa Charro como maestra de ceremonias-; aunque también podemos encontrar otros ejemplos como Todo el mundo a la mesa, un concurso internacional de cocina que contaba en las filas de su jurado con presencia patria (Miguel Bosé y Ana Polvorosa). Ahora bien, ni este ni otros ejemplos más recientes como ¿Es pastel? han terminado de dejar un regusto suficientemente duradero en las papilas gustativas de los suscriptores de la compañía de streaming.
Tal vez para saciar esa necesidad de un plató suficientemente sólido que presentar ante el público, la compañía ha optado por recuperar uno bien conocido por el mundo, pero que la audiencia española apenas había podido catar hasta la fecha. Uno que acaba de volver a servirse con nuevo y más espectacular emplatado. Hablamos de Iron Chef: un icónico talent show que planteaba un torneo en una versión particularmente emocionante, que apostaba por la épica y por una cierta concepción, si queremos, mitológica, más propia de la ficción, a través de los retos a los que se han de enfrentar sus participantes.
La síntesis de todo ello está disponible en su nueva encarnación, Iron Chef: La leyenda de Hierro, disponible desde el miércoles 15 de junio en la plataforma.
La alternativa a 'MasterChef' que vino de Japón
“Si preguntas en Estados Unidos, no es un concurso de cocina, sino el concurso”. Así lo definía la traductora gastronómica Rosa Llopis en un certero texto para Hule y Mantel con motivo de este reciente lanzamiento.
En efecto, Iron Chef America fue uno de los grandes fenómenos del género, por delante de otros como MasterChef, que aunque comenzó en 1990 en Reino Unido no vivió la explosión internacional hasta el comienzo del siglo XXI. Sus primeras emisiones especiales en Estados Unidos datan de 2001, dentro del ya extinto canal UPN, antes de encontrar su punto en la parrilla de Food Network a partir de 2004. Allí se mantuvo de forma habitual hasta 2018, aunque con lapsos de tiempo entre temporadas progresivamente más acusados. En total, el formato original gozó de 13 ediciones, a las que habría que añadir las de sus tres spin-off, The Next Iron Chef (5 temporadas), Iron Chef Showdown (una única temporada especial) y Iron Chef Gauntlet (2 temporadas).
Ahora bien, el origen del concurso no está en Norteamérica, sino en Japón. Hay que remontarse a 1993 para el cocinado del primer Iron Chef, Ryôri no tetsujin. El formato en sí mismo, emitido en Fuji Television, marcaba las bases de lo que acabaría viéndose en Estados Unidos, si bien con un espectáculo idiosincrásicamente nipón, que podría recordar en ciertos aspectos a otros ya vistos en España, como Takeshi's Castle, renombrado en España como Humor amarillo.
La premisa del concurso presentaba al Presidente, encarnado por el actor Takeshi Kaga, que organizaba un gran torneo internacional dentro de su propio coliseo, el Kitchen Stadium. Allí, uno de los “Iron Chefs” de Kaga se enfrenta al aspirante en el desafío semanal, consistente en la elaboración de una comida que incluyese un ingrediente particular, presentado al comienzo de la emisión. Un jurado compuesto por expertos se encarga de probar cada plato y decidir al vencedor, mientras que unos comentaristas aderezan la competición con sus comentarios.
Quitando las partes puramente locales, el magro del formato, que concluyó en 1999 en su país de origen, tiene un sabor más cercano al de una gran retransmisión deportiva que a un formato de telerrealidad. Sobre esa máxima se replica el plato en Estados Unidos, de cuyas cocinas se despacha la versión más famosa del programa; pero también en otros países como Reino Unido, Australia o México. En Estados Unidos, precisamente, el público pudo conocer el Iron Chef original gracias a su distribución televisiva, que dio pie a los especiales ya comentados en UPN que sirvieron para consolidar la indispensable narrativa en torno al “Presidente”, figura sabiamente aprovechada con posterioridad.
Lejos de distanciarse del original, Iron Chef America se entendía como una continuación adaptada de su predecesor asiático, lo que se reflejaba en la participación de Kaga en los primeros especiales producidos. Expandiendo esa mitología, el concurso concebía su génesis como la expansión internacional del “Presidente”, que encomendaba a su sobrino la labor de establecer el torneo en suelo anglosajón. Así, convivían dos “Presidentes” emparentados, siendo el de habla inglesa, desde la primera temporada del formato y hasta la actualidad, Mark Dacascos.
Mark Dacascos, el condimento indispensable
El nombre de Dacascos será especialmente conocido, y admirado, para los lectores aficionados a las artes marciales. Teniendo como padres a dos maestros como Al Dacascos y Moriko McVey, este artista natural de Honolulu no tardó en aplicarse en múltiples disciplinas como kung fu y karate desde niño, antes de encaminar sus pasos (y patadas) hacia el cine. Para cuando asume el rol del “Presidente”, ya se había hecho un nombre en la industria gracias a filmes de acción como Solo el más fuerte, Doble dragón, Kickboxer V y Fuerza máxima; y hasta había encabezado un proyecto televisivo de cierta ambición, una nueva adaptación de El cuervo, El cuervo: Escalera al cielo, que no pasó de la primera temporada.
Iron Chef destaca en su currículo como uno de sus mayores éxitos profesionales, algo cuando menos curioso para un artista marcial que no contaba con conocimientos gastronómicos en su currículo. “Cuando mis representantes me preguntaron si estaba interesado, inmediatamente pensé que los productores habían cometido un error. Recuerdo que les pregunté a mis agentes si la gente de Iron Chef America sabían que yo pateo, pero no cocino”, rememoró en declaraciones a LAist, haciendo un juego de palabras con kick y cook en el idioma original. Afortunadamente, lo sabían: los productores del formato original conocían al intérprete gracias a sus destacadas colaboraciones cinematográficas con el realizador francés Christophe Gans, la adaptación de Crying Freeman y El pacto de los lobos. Ambas habían tenido gran éxito en Japón y habían hecho de él un candidato idóneo.
Aunque con buena prensa para los aficionados al cine de acción, el papel de Presidente había llegado a resaltar por encima de otros esfuerzos profesionales. De hecho, su carrera se mantenía en un perfil relativamente bajo hasta finales de la última década, cuando una vez concluida la etapa original de Iron Chef America, se incorporó al universo de John Wick para dar vida a Zero, acaso el más temible contrincante hasta la fecha del alter ego fílmico de Keanu Reeves, en John Wick: Chapter 3 - Parabellum. Desde entonces, ha encadenado proyectos diversos, como Wu Assassins, precisamente en Netflix, mientras que próximamente lo veremos en la tercera temporada de Warrior, en HBO Max.
En todo caso, su vuelta a Iron Chef parecía ineludible en esta nueva encarnación: la energía que aporta al personaje, con sus aspavientos e histrionismos, lo emparenta con Kaga y refuerza ese toque excéntrico que tiene el concurso ya de nacimiento, eso que lo distancia de otros talent shows más centrados en el componente de telerrealidad. Es, en suma, un sentido de la teatralidad y de la puesta en escena. “La energía viene de lo que veo y siento, y de los participantes y chefs que están tan contentos de estar ahí”, explicaba recientemente a Consequence de esta forma de abordar el trabajo.
“Es importante, significa algo y sientes la energía de todas las partes antes y durante la batalla”, agrega, poniendo el valor su relación con el comentarista Alton Brown, otro fijo en el cuadrante de trabajo del formato (y un habitual de The Food Network), encargado de sazonar cada emisión con sus conocimientos en la materia, que también está de vuelta en la nueva versión de Netflix.
Así es la evolucionada nueva versión
Hasta la fecha, solo Cosmo había emitido en España de forma anecdótica la lata original de Food Network. Por ello, Iron Chef: La leyenda de Hierro constituye la mayor oportunidad de acercarse al espacio para los espectadores españoles. En sí mismo, las diferencias con respecto al original son puntuales: una de ellas es la incorporación de la cocinera Kristen Kish, ganadora de la décima edición Top Chef USA, para acompañar a Alton Brown en sus labores de presentación.
Brown recalcaba en la promoción del talent que hay cambios “bastante significativos y cruciales”, pero dejaba claro que “el ADN del programa permanece intacto”: “Es una evolución, no una mutación”, indicaba el experto en gastronomía. Una de esas novedades está en el equipo de Iron Chefs del “Presidente”, que ahora está compuesto por cocineros de fama internacional, lo que se explica por el hecho de estar producido para una audiencia global: la francesa Dominique Creen, el estadounidense Ming Tsai, la mexicana Gabriela Cámara, el etíope Marcus Samuelsson y el australiano Curtis Stone conforman el elenco de Goliats en delantal a los que se enfrentan los siete nuevos aspirantes a la gloria, dentro del aún más grande Kitchen Stadium levantado para la ocasión.
Los encargados de las valoraciones serán el crítico culinario Andrew Zimmern y el periodista Nilou Motamed, acompañados de diversos invitados en cada una de las ocho entregas. Entre otros, algunos tan pintorescos como Danny Trejo, de quien no olvidemos que ha establecido un suculento negocio de taquerías en Estados Unidos, ayudan a mantener un toque diferente en Iron Chef: La leyenda de Hierro, un programa de cocina que busca convertir la cocina en un espectáculo, y no en generar espectáculo con la excusa de la cocina.