Review 'Juego de Tronos' 8x04: Muerte sin fin mientras el odio se alimenta
Tras su intenso capítulo contra el ejército de los muertos, 'Juego de Tronos' ha lanzado su episodio 8x04, en el que la serie muestra el rumbo que le espera en sus tres últimas entregas antes de despedirse para siempre.
(Aviso: Spoilers) Alianzas y política
El capítulo comienza como podía esperarse (y como ya adelantaban las primeras fotos distribuidas por HBO), con el dolor tras la gran batalla y el recuerdo y la despedida a los caídos. Daenerys llora por Jorah, igual que Sansa por Theon, y un plano general permite hacernos una idea de la magnitud de lo que el 8x03 había supuesto. Al menos está la alegría de ver que Fantasma, el lobo de Jon, sobrevivió aunque visiblemente malherido. Tras un breve y heróico discurso de Jon, convertido aparentemente en el gran líder, las piran arden y los ojos se ponen en la siguiente batalla.
Pero las sorpresas y los “pequeños” giros (después del último capítulo mejor calificarlos así) no han terminado. En la cena post-batalla, Daenerys llama a Gendry cuando éste iba a buscar a Arya, y delante de todos le dice que es hijo de Roberth Baratheon, creando un clima de tensión en el que parece que va a ordenar su ejecución, para llamar a la reconciliación: “Sois Lord Gendry Baratheon, de Bastión de tormentas. Hijo legítimo de Robert Baratheon. Ya que es el título que os concedo”. Tyrion advierte la jugada, por un lado premiando a un héroe, y al mismo tiempo ganando a un señor fiel a la Reina.
También Tyrion es el que abre los ojos a Davos, al mostrarle cómo ahora se inicia una etapa de luchas internas entre los vencedores, y cuando intenta hacer lo mismo con Bran recordándole que será el Señor de Invernalia, éste le hace ver que como el Cuervo de Tres ojos es el único diferente, que no ansía el poder ni acepta el título que le correspondería.
En la fiesta por sobrevivir puede verse que el humor de Tormund nunca se agota, que la llama del amor entre Daenerys y Jon sigue encendida, los celos de Sansa al ver cómo la Targaryen mira a su “hermano”, y un evidente tonteo de Jaime Lannister con Brienne (animado por Tyrion y que termina por hacer sollozar a Tormund). Aunque a la Reina de dragones no termina de convencerla que Jon Nieve sea visto como un héroe por sus hombres, mientras ella se siente sola. Y también una conversación de Sansa con el Perro en la que la Stark no sólo va moviendo sus hilos para tener apoyos, sino que hace ver cómo ha madurado al decir: “Sin Meñique ni Ramsay posiblemente habría sido pajarillo toda mi vida”.
“No soy una dama. Nunca lo he sido”
Arya no entiende de fiestas. Aunque se lleva una sorpresa cuando mientras entrena con el arco Gendry logra encontrarla, le cuenta su nuevo estatus, y la besa antes de pedirle que se case con él. Ella le devuelve el beso, pero al revés que su hermana Sansa, demuestra que ni ha cambiado ni quiere cambiar: “Serás un gran Señor. Y cualquier dama tendría suerte de tenerte. Pero no soy una dama. Nunca lo he sido. No soy así”.
De un desengaño que deja a Gendry sin saber qué hacer ni decir, a un nuevo romance. Porque el amor sí triunfa entre Jaime y Brienne, después de que éste vaya a la habitación de la mujer que él mismo armó como caballero.
Y de una habitación a otra, el gran reencuentro: Daenerys va a ver a Jon, que la espera borracho sentado en su cama, y los dos demuestran que el amor puede más que la sangre. La Reina de dragones le dice que sus sentimientos no han cambiado, pero tras empezar a besarse Jon se detiene. La Targaryen, en realidad su tía, le confiesa: “Ojalá no me lo hubieras dicho. Sería feliz ahora”. Pero la confesión más importante llega justo después, cuando Daenerys deja claro que siente celos por cómo los hombres le miran como a un líder, algo que ella sólo ha logrado al otro lado del mar, y pese a que Jon le repite que no quiere el Trono de Hierro: “¡No querías ser Rey en el Norte! ¿Qué pasará cuando exijan que te postules y tomes lo que es mío?”.
Daenerys evidencia por primera vez que ansía el poder por encima de cualquier cosa, incluso que Jon. Cuando éste responde que rehusará el trono porque ha jurado fidelidad a su Reina, la respuesta de la Targaryen le deja sin habla: “¡Puedes no decir nada, a nadie, jamás! ¡Jamás les digas quién eres realmente!”. Aunque verdaderamente parece decírselo por su bien, recordando cómo ha sido su propia vida: “Todo cobrará vida propia y no podrás controlarlo, ni cómo afectará a tus súbditos. Por muchas veces que hinques la rodilla, por más que lo jures. Quiero que sea como era entre nosotros”, dice mientras agarra de la mano a Jon.
Pero Jon le dice que al menos debe decírselo a Sansa y a Arya, y Daenerys también deja claro que la relación con Sansa nunca será buena: “Ya no es la niña con la que te criaste. No tras lo que ha visto, no tras lo que le han hecho”. “Les debo la verdad”, responde Jon. “¿Aunque esa verdad nos destruya?”, insiste Daenerys.
Una verdad familiar... ¿bajo juramento?
El amor puede más que la sangre, pero convive con la guerra. Los altos mandos del ejército de los vivos, que ahora es realmente el ejército de Daenerys Targaryen por lograr el Trono de hierro, preparan la lucha contra Cersei mientras se dan cuenta de que sus tropas se han reducido a la mitad, igualando las fuerzas con su rival Lannister.
La reunión también genera un enfrentamiento directo entre Daenerys, partidaria de iniciar de inmediato el sitio a Desembarco del Rey que propone Jon, y Sansa, que pide posponer el ataque para que las tropas se recuperen. Jon se ve obligado a decantarse, y lo hace por la que él mismo llama Reina de los Siete Reinos, prometiendo que las tropas norteñas la apoyarán en lo que decida. Tyrion planifica el primer paso de la segunda guerra, ya entre los vivos. “Hemos ganado la Gran Guerra. Ahora ganaremos la última”, proclama Daenerys mientras mantiene un duelo de miradas con Sansa.
Jon es llamado a una reunión familiar. Con Bran sin perder detalle pero como (casi) siempre sin hablar, y Sansa enfrentada a él, Arya ejerce de mediadora implacable: “Jon obró bien. Y nosotras obramos bien diciéndote que no confiamos en tu Reina”. Arya y Sansa inciden en que les une la sangre Stark, llevando al límite a Jon para desvelarles su secreto. Él, encerrado, busca la complicidad de Bran, pero éste sólo le muestra su apoyo: “Tú decides, Jon”. Y Jon decide contarles la verdad, tras hacer jurar a ambas que no se lo dirán a nadie.
“¿Y si hubiera alguien más, alguien mejor?”
La acción (de nuevo reposada en este capítulo, más basado en diálogos y alianzas políticas) se traslada hasta un salón en el que Tyrion bromea con su hermano Jaime por cómo ha encontrado en amor con Brienne y se quedarán juntos en Invernalia. Pero la estampa idílica la detiene Bronn que aparece sin saberse cómo, ballesta en ristre, y desvelando a los dos hermanos que está ahí para matarles. Aunque en realidad, obviamente, lo que quiere es negociar. Tyrion le ofrece Alto Jardín, y Bronn desaparece igual que llegó, con una promesa aún mejor que la que le había hecho Cersei.
Casi de pasada, el capítulo muestra cómo el Perro y Arya se marchan de Invernalia rumbo a Desembarco del Rey para “saldar cuentas”, prometiendo ambos no regresar. Y también cómo Daenerys visita a sus dragones (a los dos, sí, por si había duda tras la batalla cuando cayó el de Jon) mientras Sansa observa su vuelo desde el castillo de Invernalia, y Tyrion intenta que la Stark vea de otro modo a la Madre de dragones para garantizar el futuro de los Siete Reinos. Pero ella deja entrever su gran baza: “Tyrion, ¿y si hubiera alguien más, alguien mejor?”.
Antes de partir al sur, Jon tiene que despedirse de su amigo Tormund, que vuelve más allá del antiguo muro junto al resto de hombres libres. Y le pide que se lleve con él a Fantasma, su lobo que sufriría en el calor del sur. Por si fuera poco, también dice adiós a Sam, con la buena noticia de que él y Elí esperan otro hijo, al que llamarán Jon si es niño.
No sólo el hielo resiste a los dragones...
A bordo de la flota del hierro, los Inmaculados viajan hacia Desembarco del Rey. Y con ellos Tyrion, que demuestra que Sansa ha incumplido su promesa y le ha revelado la verdad sobre Jon. Éste a su vez se la cuenta a Varys, y juntos empiezan a analizar lo que puede suponer de cara al futuro de los Siete Reinos, sin por el momento alcanzar ninguna conclusión más que si Cersei gana y los mata a todos “resolvería todos nuestros problemas”.
Algo que parece improbable a priori, y que en apenas 30 segundos cobra fuerza. El tiempo que tarda Daenerys en llegar volando con sus dos dragones a las puertas de Desembarco del Rey, y que uno de ellos muera atravesado por tres enormes flechas que le aciertan en el pecho y en el cuello. Mortalmente herido, cae al mar sin que nadie pueda hacer nada por él. Daenerys se lanza rabiosa a por los barcos de Euron, cuyas enormes ballestas han provocado el desastre. Pero cancela su descenso al verse en peligro, y recula tras sus barcos. De rebote, la batalla (naval) por Desembarco del Rey comienza.
Las enormes ballestas de Euron matan dragones, y también destrozan barcos. Segundo desastre. Los supervivientes (incluidos Tyrion y Varis) alcanzan como náufragos la costa de Desembarco del Rey, y Gusano Gris se desespera al no encontrar a su amada Missandei.
Sin piedad, y cargados de odio
Por primera vez, Cersei vuelve a escena. Lo hace para celebrar los reportes de la muerte del dragón que le da Euron, y de la popularidad entre su pueblo al protegerle intramuros que le da Qyburn. La Reina Lannister aprovecha para ganarse definitivamente la confianza de Euron, al mentirle diciéndole que el hijo que espera es suyo, y ordena usar a la población como escudo humano en su castillo. Al salir de su almenara, se desvela el destino de Missandei: tras naufragar, fue apresada por las tropas Lannister y ahora es rehén de Cersei.
Daenerys, cegada por la muerte de su dragón y la pérdida de Missandei, quiere atacar sin reservas Desembarco del Rey. Varys la advierte sobre el error que sería matar a decenas de miles de inocentes, y Tyrion la pide al menos ofrecer la rendición a Cersei. Y aunque Daenerys quiere vengarse, acepta su idea para que la gente sepa quién provocó la batalla. Ambos, Varys y Tyrion, empiezan a plantearse que quizás Jon Nieve sería un mejor candidato al Trono de Hierro. El Lannister mantiene su confianza en Daenerys, pero Varys duda, e incluso parece plantearse acabar con la Madre de dragones.
Las noticias sobre el mal inicio de la batalla por Desembarco del Rey llega hasta Invernalia. Jaime y Brienne se muestran afectados, pero Sansa incluso sonríe al saber que otro dragón ha muerto y que tanto Cersei como la ciudad pueden acabar arrasados. El Lannister decide rápido: se prepara para marcharse a desembarco del Rey, y cuando Brienne intenta convencerle de que él no es como su hermana, éste le confiesa todo su oscuro pasado. Jaime se va, y Brienne se queda destrozada entre lágrimas.
Adelantándose a la llegada de Jaime, Daenerys, Gusano Gris, Varys y Tyrion esperan a las puertas de Desembarco del Rey para negociar con Cersei, que les observa desde la muralla flanqueada por Missandei, Euron y La Montaña. Qyburn y Tyrion se aproximan para hablar, pero como era de esperar las posturas de “sus reinas” son muy alejadas, y el Lannister se dirige directamente a hablar con su hermana.
Tras un emotivo discurso que realmente parece emocionar a Cersei, rogándole que se rinda y así salve su vida y la del hijo que crece en su vientre, la Lannister muestra que no está dispuesta a ello. Le pide a Missandei que diga sus últimas palabras, y después de que ésta exclame “Dracarys”, La Montaña cumple la orden de Cersei y corta la cabeza de Missandei. Las miradas de odio de Gusano Gris y Daenerys dejan abierta la batalla por desembarco del Rey, a dos capítulos para el final definitivo de Juego de Tronos.