Entrevista
Antonio de la Torre, tras los primeros etarras en 'La línea invisible': “Tenían un sueño, que luego fue una pesadilla”
Antonio de la Torre demostró en El Reino su capacidad para dotar de humanidad a aquellas personas de las que, a priori, no nos gustaría saber demasiado. En aquel caso fue la el político corrupto Manuel López Vidal, cuya interpretación además la valió para hacerse con su segundo Goya en 2019. Ahora le ha llegado el turno a Melitón Manzanas, Inspector jefe de la Brigada Político Social de San Sebastián y gran figura de la policía franquista en el País Vasco. Y también, uno de los personajes de La línea invisible, cuyos seis episodios ya están disponibles en Movistar.
La ficción narra el origen de ETA y expone qué fue lo que llevó a un grupo de jóvenes, que “inicialmente quería acabar con cosas que todos o casi todos aprobaríamos hoy, como el régimen o la lucha de clases, decidió emplear la violencia”. Así lo explica el propio actor a Vertele, que ejerce aquí de antagonista, aunque no tanto. La Línea Invisible no pretende contar una historia de buenos y malos, sino que todos son retratados en sus versiones dentro y fuera de casa, en sus trabajos y también cuidando de sus familias.
Manzanas fue respetado y temido por la sociedad vasca de la época y odiado por muchos por su probada fama de cruel y violento torturador. Algo que también se muestra en pantalla. Tras la muerte del líder de la organización, Txabi Etxebarrieta, sus compañeros votaron que fuera ejecutado, convirtiéndose en el primer asesinato premeditado de ETA. A día de hoy, continúa sin conocerse quién lo hizo, aunque la serie se toma una licencia en ese sentido.
¿Qué relación tuvo Melitón Manzanas con los primeros integrantes de ETA?
Melitón era el Jefe de la Brigada Político Social, el aparato represor. El encargado de tener controlada la disidencia, a los grupos y movimientos sindicales, políticos, etc. Al principio, el régimen vio a ETA de manera anecdótica. En su inicio, fue un movimiento muy idealista, por eso dice Mariano Barroso [director de la serie] que es algo que comenzó como un sueño y terminó siendo como una pesadilla. ETA inicialmente quería acabar con el régimen, con la lucha de clases... con cosas que todos o casi todos aprobaríamos hoy. Es en la quinta Asamblea donde decidieron emplear la violencia y convertirse en la ETA que hemos conocido.
A los ojos de sus miembros, Melitón era el aparato represor y por eso deciden ejecutarle. En la serie, haciendo un juego de espejos, contamos la historia desde el punto de vista de los jóvenes que deciden que la organización debe tomar otro rumbo; y al otro lado vemos a Manzanas con su familia. Se ve a ambos mundos enfrentados.
Dos mundos que parecen necesitar igualmente la violencia para conseguir sus objetivos.
En la dinámica de la violencia los polos se necesitan. George Bush necesitaba a Bin Laden. Ese es el gran paradigma que hay que desactivar, porque en el momento en el que se plantean rivales y antagonistas, no tiene solución. Se alimentan el uno al otro. Es una cosa perversa, absurda, pero son dinámicas de la historia: enemigos que se alimentan e irreconciliables. Así han estado familias y pueblos enteros, matándose y sin hablarse durante años. La humanidad está llena de crímenes tremendos guiados por esa polaridad. Si eres mi enemigo, lo eres de forma ancestral, eterna.
De ahí al peligro de las generalizaciones, del 'los gitanos son', 'los andaluces son', porque estás colocando estigmas y por ahí, mal camino. La última es decir que el virus es chino. Y no, es verdad que el foco empezó en China pero el virus es de la naturaleza. Se calcula que hay 1.700.000 virus en el mundo salvaje y que en la medida en que nosotros corrompamos ese sistema habrá 1.7000.000 bombas dispuestas a matarnos precisamente por cargarnos la naturaleza.
Aterrizando esto en 'La línea invisible', ¿puede ayudar hablar de ETA de la forma en la que lo hace la serie y poniendo el foco en un punto de su historia menos abordado?
Para eso sirven los relatos, las películas, las series, los libros; para ofrecer un punto de vista nuevo sobre una realidad que es poliédrica, que tiene muchos puntos de vista. Es lo interesante, que propone algo diferente. Aparte, las películas o series hechas con el mismo mimo que esta, como Nader y Simin, una separación, te permiten ver más que en 80 telediarios. El cine tiene esa capacidad, coloca la cámara y nos acerca a la mirada, a las almas. Une y permite tener una visión muy desde dentro. Al final, la información que puedes dar en un informativo son números, como dice mi personaje “cifras, datos”; pero la serie te adentra y permite ver que esta gente tenía un sueño, que luego fue una pesadilla, pero que para ellos era un sueño.
¿Confía en que contarle a la gente lo que pasó, debería invitar a que la historia no se repita?
Quiero pensar que contar las historias que ocurrieron sirve para reflexionar sobre ellas y que la experiencia nos sirve para no repetir los errores del pasado, para crecer como especie. Pero a veces el ser humano es obstinado y persevera en el error. Igual es que no hay solución. Soy muy idealista, y voy teniendo una edad, pero a lo mejor hay cosas como el uso de la violencia, que no tienen solución. Igual es que somos así.
¿Tuvo la oportunidad de hablar con alguien que estuviera implicado con la banda o la policía en aquella época?
Sí, conocí a Eugenio del Río, que formó parte de esa primera ETA pacífica. De hecho, a él le dejaron fuera de la Asamblea y luego se enteró de que se había barajado su nombre como posible objetivo. Aquello se convirtió en una especie de lucha fratricida también. Conoció a Txabi Etxebarrieta y habló con él de política, en una conversación como muy correcta. No podía imaginar todo lo que vino después. Fue torturado, sufrió luchando por la libertad, pero él no usó la violencia. Sigue vivo.