Àlex Monner y Enric Auquer, etarras en 'La línea invisible': “Habrá quien piense que ETA o el franquismo están blanqueados”
Txabi Etxebarrieta fue el primer miembro de ETA en matar, y el primero en morir. El primero en cruzar La línea invisible a la que hace referencia el título de la serie de Movistar que cuenta el origen de la banda terrorista y que llega este miércoles 8 de abril a la plataforma.
Àlex Monner es quien encarna en ella al líder, después convertido en mito. Un joven poeta, estudiante y brillante profesor universitario que decidió coger el testigo de su hermano mayor, enfermo, convirtiéndose en el personaje decisivo del nacimiento de la banda.
En la piel de su segundo se mete Enric Auquer. El intérprete continúa sumando proyectos tras Vida perfecta y Quien a hierro mata, que le valió para alzarse con el Goya al Mejor actor revelación este año. Aquí da vida a un abogado de 23 años, a quien una grave enfermedad en la columna cerebral irrumpe su prometedora carrera como líder del nacionalismo vasco. Labor por la que había sido detenido y torturado por la policía franquista tiempo antes.
Unidos por sangre y sus ideales, los hermanos aúnan fuerzas hasta el punto en el que se convierten, como sus intérpretes explican a Vertele, en los responsables de que “se militarizara ETA tras la V Asamblea”. La reunión de 1968 que motivó que la banda se dividiera en dos grupos, siendo el suyo el que consideró “la violencia como inevitable”.
En la serie se muestra cómo el poso inicial de ETA fue intelectual y, sin embargo, los hermanos Etxebarrieta tuvieron claro que debía virar hacia la violencia. ¿Por qué?
Àlex Monner: Ellos consideraban el camino a la violencia como algo inevitable. Por eso se escindió ETA tras la V Asamblea, porque confiaban en armar al pueblo, en la lucha armada.
Enric Auquer: El personaje de Txabi lo explica en la propia reunión, tomando como referentes otras luchas que había en el mundo. Veían dónde había funcionado la revolución, y de qué manera. No olvidemos que hablamos de un contexto en el que España no era un sitio de paz y democracia; era una dictadura franquista en la que había opresión. La violencia y la muerte seguían existiendo.
¿Qué pensáis que habría sido de estos hermanos [José Antonio murió en 1973 tras agravarse su enfermedad] si no se hubiera cometido ese primer asesinato?
ÀM: Txabi no habría estado muy de acuerdo con lo que derivó de ETA, porque sus coetáneos tampoco lo estuvieron al llegar la Transición. Para ellos, la lucha perdió su lógica ahí. Si él hubiera visto lo que se hizo en “su nombre”, porque él fue quien abrió el pastel, hubiera alucinado bastante.
EA: Yo no puedo juzgar a alguien que vivió bajo una dictadura, con unos ideales concretos y que luchó contra el fascismo en ese momento, en un sitio donde la lógica no era la de ahora. Nosotros hemos crecido en democracia y de ella deriva mi lógica pacifista, por la que considero que matar a alguien por ideología es una locura, fascismo puro y duro.
Pero en ese contexto, donde la violencia imperaba en la sociedad, el estado era violento, veníamos de una guerra civil, un alzamiento nacional, dos guerras mundiales y donde la violencia y la lucha armada estaban más o menos legitimadas en el imaginario colectivo; que unos chicos idealistas antifascistas de izquierdas lucharan contra un estado fascista con armas, no soy quien para juzgarlo. Iniciaron un pastel. Una guerra ante la que luego muchos callan, pero cuando ETA mató a Carrero Blanco, que empezaba otra dictadura en España, mucha gente lo aplaudió. Al final La línea invisible es un relato. Hemos intentado explicar una parte de la historia que nadie sabe exactamente cómo fue. Sólo los que lo vieron, y de ellos algunos callan y otros están muertos.
¿Pensáis que 'La línea invisible' podría haberse contado en más de seis capítulos?
EA: Podría haber sido como Cuéntame. Han sido muchos años de lucha, se ha matado a muchísima gente y pasado por un montón de momentos. Es muy interesante hablar de todo y cuanto más, mejor. Cuanta más transparencia y más tolerancia haya a los posicionamientos colectivos de España, mejor. Más abierto estaría todo, pacíficamente, al diálogo. Condeno absolutamente el terrorismo y la muerte, de las dos partes.
ÀM: No sé si habría dado para Cuéntame, pero sí para coger el concepto de La línea invisible y trasladarlo a otros momentos en los que se ha cruzado la línea, como cuando se mató al primer civil inocente o en el que ETA dejó las armas.
¿Cómo creéis que va a reaccionar el público al conocer el origen de ETA de la mano de la serie?
EA: En general va a gustar, la gente va a curiosear por este thriller histórico sobre este momento. También la va a haber, de ambas partes, a la que no le va a gustar, que van a considerar que ETA está blanqueada, o que Melitón Manzanas en representación del franquismo de la época, está blanqueado. Para gustos, los colores. Y para ideologías, también. Todo posicionamiento sobre un momento histórico es bueno.
ÀM: La Línea invisible es un posicionamiento imparcial apolítico sobre un momento político de la historia de España.
Esa es también una de las claves de la serie, explicar de dónde vienen las cosas y que la gente no nace con una pistola en la mano.
ÀM: La correlación que hay entre nuestros personajes existe claramente en la serie para contar esto. De qué forma alguien que no está muy concienciado con la causa política pero que sí lo vive en su familia, a través de un personaje como el de su hermano mayor y las causas que van afectando a su vida; se va metiendo cada vez más dentro de la organización y tomando partido de lo que estar dentro de ETA supone.
¿Por qué pensáis que no se había abordado así el origen de la banda hasta ahora?
EA: No lo sé. Yo por ejemplo, hice una obra de teatro, In Memorian, que hablaba sobre la 'Quinta del Biberón' y de la Batalla del Ebro, de la guerra que vivieron nuestros abuelos. Fue bonito ver que ahora era el momento de contarlo, porque los supervivientes se callaron durante mucho tiempo, y de repente sus nietos estaban ahí para contar su historia. En este caso no sé cómo ha sido, no sé cuál ha sido el punto de inflexión que ha hecho que se abra el pastel y nos pongamos a hablar de esto. Yo no lo he decidido, pero me parece estupendo que pase.