Ya fuese por temas presupuestarios o por cuestión de prioridades, hace años que las cadenas autonómicas alzaron la bandera blanca en la contienda por conquistar al público seriéfilo. Una de las pocas que se negó a tirar la toalla fue TV3, que ha seguido dando guerra a generalistas y plataformas de pago con éxitos como 'Merlí' o la más reciente 'Benvinguts a la familia'.
Con el objetivo de no dejarla sola y aportar su granito de arena, ETB2 y Telemadrid desenterraron anoche el hacha de guerra y volvieron al campo de batalla tras un largo periodo de ausencia -más de una década en el caso de la madrileña-. Y la elegida para hacerlo fue 'La víctima número 8', un thriller producido por Globomedia que ahonda en las consecuencias humanas de un atentado yihadista en el centro de Bilbao.
Su presunto autor es Omar (César Mateo), un joven marroquí que de la noche a la mañana se convierte en la persona más buscada por las autoridades y los medios de comunicación. Su inesperado giro vital no solo le afecta a él, sino que también golpea a una familia que no entiende nada y a una novia, Edurne (María de Nati), que se mueve entre la negación y la afirmación de que su pareja no es ese chico descarado del que se enamoró, sino un terrorista que ha acabado con la vida de 8 personas.
Precisamente la octava de estas víctimas es la que plantea la trama paralela a la de Omar. La de una familia que pierde a un ser querido de puertas para fuera, pero que entre el dolor de sus miembros empiezan a florecer intereses, reproches y oscuros sentimientos que en este primer episodio solo se tocan de puntillas, pero con la promesa de ir a más en próximos capítulos.
Un guion imperfecto pero cargado de humanidad
Siguientes entregas que 'La víctima número 8' invita a ver apostando firmemente por su guion. A falta de una puesta en escena realmente atractiva y con unas interpretaciones dispares -unas amenazan con sacarte del capítulo y otras, como la de María de Nati, te meten de lleno en él-, la serie creada por el guionista y productor Marc Cistaré ('Vis a vis', 'Los hombres de Paco') lo fía todo a un libreto que funciona en su misión por retener la atención del espectador a lo largo de sus 50 minutos.
Aunque también cuenta con imperfecciones -algún que otro salto de fe y una escena cómica fuera de lugar deslucen el resultado final-, el guion y sus protagonistas se presentan, en cualquier caso, como los principales motivos a los que agarrarse para continuar con el visionado de la serie. No solo por la historia que plantea, sino también por la humanidad que destila en cada diálogo.
Y es que 'La víctima número 8' podría haberse quedado en la superficie planteando un thriller al uso donde lo único importante fuese saber quién llevó a cabo el atentado y por qué lo hizo. Pero además de hacerlo, la serie también retrata el dolor humano. Lo hace a través de esa madre que confía ciegamente en la inocencia de su hijo. O de ese padre cansado de pedir perdón por el simple hecho de ser musulmán y que se pregunta si realmente Omar hizo lo que hizo. O de esa novia que quiere creer que su pareja realmente es inocente, aunque las pruebas digan lo contrario.
El yihadismo, tratado desde el realismo y el respeto
Personajes con los que es fácil empatizar y que enriquecen la valiente apuesta por hacer una serie sobre un tema tan delicado como es el yihadismo. Un asunto actual que 'La víctima número 8' que aborda de forma realista y respetuosa, dando pie a reflexionar sobre el sufrimiento que padecen las víctimas colaterales de un atentado como el que aquí se narra.
Un tratamiento que envuelve un producto con margen de mejora, sí, pero que suple sus carencias con ritmo, personajes y una historia de alto interés. Elementos que permiten disfrutar del primer episodio de 'La víctima número 8' y, por consiguiente, querer ver el segundo. Y esto, al fin y al cabo, es lo mejor que se puede decir de una serie que acaba de comenzar.
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