'Las del hockey': cuando las chicas también juegan, ganan y protagonizan series adolescentes
Un grupo de chicas vestidas con sus equipaciones y portando sus sticks irrumpen en un partido de hockey masculino para reivindicar que el club en el que juegan “quieren cerrar la sección femenina. Estamos hartas de que el deporte femenino siga en segundo plano”. Y juntas, al unísono gritan “también queremos jugar”, contagiando con su energía a todos los presentes, espectadores de la grada y jugadores, que comienzan a aplaudirlas.
Así se enfrentan las protagonistas de la serie Las del hockey a la posibilidad de tener que prescindir de su deporte favorito y, sobre todo, de su equipo. Un equipo que marca la ficción del primer al último de los trece episodios que componen la ficción. Creada por Ona Anglada, Laura Azemar, Natalia Boadas y Marta Vivet, nació como TFG del grado en Comunicación Audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra, fue producida por Brutal Media y TV3, donde fue emitida, dio el salto al catálogo mundial de Netflix, y ahora prepara su segunda temporada.
Iria del Rio (Las chicas del cable) encabeza el reparto dando vida a la entrenadora de las jugadoras, interpretadas por Mireia Oriol, Asia Ortega, Clàudia Riera, Natàlia Barrientos, Dèlia Brufau, Yasmina Drissi y Jília Gibert. Junto a ellas figuran también Nora Navas y Marc Clotet. Patricia Font (Gente que viene y bah) y Kiko Ruiz (Sin identidad) fueron sus directores.
Dos de los datos más curiosos sobre el origen de la serie son que sus creadoras no se conocían demasiado antes de unirse para trabajar juntas en el proyecto de la carrera, ni habían jugado nunca al hockey. ¿Por qué optaron entonces por usarlo como marco de la ficción? “Era una manera muy buena de juntar a chicas diferentes”, explica la primera de ellas a Vertele. Además, “los equipos no son muy grandes y nos permitía no necesitar muchos personajes”, sostiene, “es un deporte incluso un poco violento a veces y eso también nos atraía”.
De TFG universitario al prime time y Netflix
Cuando las cuatro compañeras del Grado en Comunicación Audiovisual, nacidas en 1993 y 1994, decidieron hacer grupo para llevar a cabo juntas su TFG en la Pompeu Fabra, germen de películas como Las amigas de Ágatha (Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius, Marta Verheyen) o Júlia ist (Elena Martín), optaron por crear una serie por ser “lo que más consumíamos” y porque les daba la oportunidad de “explorar mucho más a los personajes, hacer tramas más largas y una mayor posibilidad posibilidad de explorar”, explica Anglada.
Dentro del contexto universitario, trabajaron junto a sus compañeros en tutorías con Marc Crehuet (El rey tuerto), donde “el proyecto creció muchísimo”. A eso sumaron horas en aulas y pasillos, donde sus amigos “a veces se unían, nos contaban sobre su adolescencia, y pudimos ir metiendo cositas que nos fue regalando todo el mundo”, agradece.
En junio de 2016 presentaron el teaser que les pedían para aprobar la carrera, pero decidieron rodar el piloto, y de ahí Alba Cid, también de su promoción, montó otro tráiler que fue el que presentaron en el Pitching Cluster Audiovisual. Un encuentro al que acuden las universidades de Cataluña, productoras y distribuidoras. Allí fue donde TV3 se interesó por el proyecto y, “al escucharlo, las productoras se interesaron más”. Finalmente fue con Brutal Media con quien decidieron trabajar.
Temas “de siempre”, punto de vista feminista
Todos y todas aquellas que hayan visto sus adolescencias marcadas por su pertenencia a un equipo, ya fuera fútbol, hockey, voleibol o baloncesto, las verán volcadas en esta ficción de la autonómica catalana. Por su retrato de las amistades que se forman en ellos, la vida de club que se comparte con los equipos de otras categorías y sexos, los cotilleos en las duchas después de entrenamientos y partidos -sí, la convivencia en los vestuarios da para mucho más que los polvos que muestran en Élite-, los enfados, el apoyo, la pasión con la que se viven las victorias y las derrotas, la importancia de la figura del entrenador y, también, la auténtica proeza que implica ir a jugar de resaca después de una noche de fiesta, muchas veces, con tus propias compañeras.
La naturalidad y realismo se imprimen en sus escenas de una forma sobrecogedoramente nostálgica para los que dejamos atrás la adolescencia hace años; pero muy presente para quienes estén enfrentándose a ella ahora. Jueguen a un deporte o no.
La diversidad y educación sexual, las redes sociales, la presión por aprobar los exámenes, las relaciones con los padres -también muy logrados en su diversidad y nos mostrarles completamente ajenos a las realidades de sus hijos- o el bullying son algunas de las cuestiones que se incluyen.
“Más que de muchos temas, lo que queríamos era hablar con una perspectiva feminista”, incide la creadora, retratar “cosas que no hubieran salido en televisión, o que si sí lo habían hecho, no hubieran sido abordadas de una forma que nos pareciese correcta”. Y no han debido de hacerlo mal, ya que el pasado mes de septiembre fueron reconocidas con el II Premio TV CIMA a la Igualdad.
Por ejemplo, la orientación sexual. “De las siete protagonistas, dos son lesbianas y una es bisexual”, comenta Anglada, “esto producía una especie de choque, cuando para nosotras era lo más normal”. Partiendo de esta premisa, “desarrollamos tramas que no fueran tener que salir del armario y que los padres no lo acepten, que es algo que sí hemos visto, sino introducirlo según cómo nosotras y la mayoría de gente de nuestra generación lo ve”.
En esa misma línea se haya la aproximación al aborto. Berta, una de las protagonistas, se queda embarazada y decide no seguir adelante. “Optamos por contar cómo le llevaba a pensar sobre su cuerpo”, aclara, en vez de incidir en la dificultad de la toma de la decisión, las consecuencias morales que podría tener o el conflicto con el padre de la criatura. “Aunque sean situaciones que hemos visto en muchas series, al darle otra visión parece que se trate de una trama nueva”, apunta.
Y todo ello con la reivindicación del deporte practicado por mujeres como telón de fondo, que nunca está de más.