Vivimos la edad de oro de las series. Nunca antes se había producido tanta ficción, ni se había concebido el sector como un negocio tan potente y tan en auge. Y precisamente por ese crecimiento, resulta muy difícil analizar y destacar desde un punto de vista objetivo cuáles son las grandes series de la década.
Pero la subjetividad a menudo ayuda a ofrecer distintos puntos de vista, diferentes consideraciones del entretenimiento, y en definitiva aporta opciones dentro de este enorme universo de la ficción. Y por eso los redactores de Vertele y de eldiario Cultura hemos querido señalar qué ficciones nos han marcado en esta década.
Para tratar de acotar el trabajo, nos hemos ceñido a títulos que se hayan estrenado desde 2010 en adelante, dejando así fuera a producciones que se desarrollaran a medio camino entre los dosmil y los dosmil diez. Esto ha permitido descartar a algunas producciones que, de otro modo, hubieran acabado entrando casi automáticamente en el listado (Breaking Bad, The Good Wife, Mad Men, Parks and Recreation...). Se trata de una elección totalmente personal e individual, para una lista completa donde muchos echarán en falta unos títulos u otros, pero que permite, en última instancia, comprobar el amplio espectro de propuestas narrativas y géneros que se han desarrollado dentro del nuevo panorama audiovisual.
Paula Hergar: 'Juego de Tronos'
Paula HergarEl universo que George R.R.Martin no quería llevar a la pequeña pantalla hasta que David Benioff y D. B. Weiss le convencieron, es el fenómeno audiovisual de la década. Si Perdidos revolucionó la ficción televisiva durante la primera década del 2000, Juego de tronos tomó su relevo y lo ha hecho en la actual. Sin ellas, la televisión actual no sería la misma. Pero centrémonos en Poniente: las historias de los Lannister, Stark y Targaryen atraparon de tal manera que “convenció” a los espectadores de que dejaran de piratear (se convirtió en la ficción más descargada de la historia) y que se suscribieran a HBO para verla legalmente y de forma simultánea en 170 países. Y la era de las plataformas se ha asentado. Además, en plena moda del binge watching, Tronos puede presumir de que su público prefiriera consumirla cuando y cómo ellos propusieran.
Un combo que se completa con el logro de haber dado un giro a la narrativa audiovisual mirando al espectador a los ojos para decirle que los protagonistas también mueren: “Ni Jon Snow ni nadie sabe nada a partir de ahora. Porque nadie es intocable. Ahora todo puede pasar”. De esta forma, sus guiones fueron tan sagrados que los contratos de confidencialidad volaban y el concepto “spoiler” se asentó en nuestras vidas.
Con tales expectativas fue imposible que el final gustara a todos. Que también ocurrió con Perdidos. Pero es que despedir a un gran amor, nunca es plato de buen gusto.
Mónica Zas: 'Girls'
Mónica ZasMientras que la juventud de clase media se dedicaba a falsear sus vidas, gatos y comidas en Instagram, Lena Dunham se lucró por ser auténtica. Girls ha sido el retrato de Dorian Gray de la generación millennial, de los hijos de la crisis que huían de su verdadero reflejo maquillándose con filtros en las redes sociales. La gran virtud de la serie era que sus cuatro protagonistas fueran terriblemente odiosas, pero no más que cualquier veinteañera consentida en plena crisis de identidad. Las acompañamos en sus momentos de desnudez emocional y física -alejada por fin de los cánones patriarcales-, en sus trabajos precarios, en sus huidas hacia adelante y en sus anhelos profesionales, sexuales y, en último término, incluso maternales.
Dunham se presentó en 2011 como “la voz de su generación” y se despidió por todo lo alto en 2017 abnegada a ser “una voz más de una generación”. Pero, ¿qué somos si no todos los que hemos nacido en esta imprecisa era donde todo el mundo tiene una opinión y un espacio para verterla? La diferencia es que ella lo hizo desde una plataforma de alcance mundial y recibiendo un alud de críticas en proporción.
Claro que había momentos ridículos, incómodos, anodinos o ardientes en la serie, como en la vida misma. Pero, al final, lo único que deseábamos es que a esas chicas les fuese bien. Porque, lejos de caricaturizar a un sector de la población, Girls fue su ensayo y error, y hay pocas cosas que definan mejor la década juvenil que esas ganas de salir adelante con lo puesto.
Laura Pérez: 'La casa de papel'
Laura PérezNo sería justo hacer un repaso a las mejores series de la década sin incluir aquella que ha escrito el nombre de España, con letras mayúsculas y color fosforito, en el mapa de la ficción mundial. Es cierto que otras muchas dieron antes pequeños y grandes pasos en este camino internacional, pero lo de La casa de papel ha sido otro nivel. Nivel fenómeno mundial, como nunca antes se había vivido con un producto español. Nivel Emmy, como ratificó la Academia Internacional de la Televisión en noviembre de 2018.
Poco queda por escribir a estas alturas sobre la serie de Vancouver Media para Atresmedia –primero- y para Netflix –actualmente-. Un plan perfecto, una banda de atracadores genuina y tres temporadas de pura adrenalina para disfrutar en modo maratón. La casa de papel tiene todo aquello que siempre hemos envidiado de lo que viene de fuera (tramas potentes, grandes interpretaciones y una fotografía exquisita), con un toque patrio que la hace tan nuestra como de todos. Su historia todavía está por escribir, pero la que ha dejado en los años 10 será difícil de borrar.
Laura García Higueras: 'Big Little Lies'
Laura García HiguerasLa serie que puso el foco en la mujer maltratada, en el proceso psicológico que implica sufrir abuso por parte de tu marido, en lo difícil que es reconocerse como tal y buscar una salida a una violencia que se ha convertido en rutina. La ficción llegó en 2017, un año marcado por la irrupción del #MeToo y los casos de abusos sexuales en Hollywood, tras los cuales también llegó una oleada de proyectos de ficción en los que las protagonistas eran ellas, como es el caso que nos ocupa. Aquel lustro los Globos de Oro, donde por primera vez en la historia el feminismo lo fue todo, reconocieron la producción de HBO con cuatro galardones. Los Emmy con ocho.
La serie cuenta la historia de un grupo de mujeres, madres de retoños que acuden al mismo colegio, con una representación de la maternidad nada idealizada, y que tiene como punto de partida un asesinato. Las sospechas y resolución del caso impregnan la producción de suspense, terror e intriga. Su elenco, capitaneado por una brillante Nicole Kidman, es otro de sus grandes puntos fuertes, además del final de su primera temporada. No conformes con ella, optaron por darle una segunda tanda, y abordar el trauma, el qué hay después de que, supuestamente, el horror se termine. Una apuesta también valiente y en la que contaron con el fichaje de una estelar Meryl Streep.
José Antonio Luna: 'BoJack Horseman'
José Antonio Luna: Resulta cuando menos llamativo que una serie sobre los dilemas morales de un caballo alcohólico haya terminado siendo, a su vez, uno de los mejores espejos de la sociedad contemporánea y sus contradicciones. El escritor Raphael Bob-Waksberg y la ilustradora Lisa Hanawalt han conseguido que su universo, un mundo donde animales y humanos con cuerpos atropomórficos conviven en armonía, sirva también para explorar las contradicciones del feminismo, el circo mediático de Hollywood o la legislación de las armas en EEUU. También es un producto autoconsciente de sí mismo y de lo que genera en los espectadores, por eso no tiene problemas en abordar sin tapujos aspectos como la normalización de los depredadores sexuales en la industria. Y lo hizo en el momento más oportuno: cuando todas señalaban a Weinstein, Christian Slater, Bill Murray o Woody Allen y algunos decían que era “una caza de brujas”.
“¿Ha ido demasiado lejos el concepto de que las mujeres puedan elegir? Hemos reunido este variado plantel de hombres blancos con pajarita para hablar sobre el aborto”, dice el presentador de unos informativos. Esta es solo una pequeña muestra de cómo BoJack Horseman aborda los conflictos de nuestra era. Capítulos como Free Churro o Como pez fuera del agua, por mencionar solo dos, son de los mejores de la historia de la televisión. No solo por lo que proponen a nivel formal, sino porque entre los conflictos de Princess Carolyn, Todd Chavez o Diane Nguyen se encuentran las heridas de una generación que ha perdido sus esperanzas y busca sin éxito (y con mucha impotencia) cómo recuperarlas.
Pedro Zárate: 'Watchmen'
Pedro ZárateDice el refrán que lo bueno se hace esperar. Al menos así ha sido en el caso de Watchmen, que ha esperado al último trimestre del último año para erigirse en una de las grandes series que nos deja esta década. Una etiqueta tan subjetiva como meritoria para una producción que lo tenía todo en contra, pues adaptar con éxito uno de los cómics más célebres y complejos de la historia está al alcance de muy pocos. Sin embargo, HBO y Damon Lindelof han demostrado ser la mejor alianza posible para llevarlo a cabo.
Expandir el universo Watchmen en vez de adaptarlo al detalle, tal y como hizo Zack Snyder en la película homónima de 2009, era una apuesta sumamente arriesgada . Pero también ganadora en caso de salir bien. Y eso han conseguido la cadena americana y el cocreador de Perdidos, que nos han regalado una secuela contemporánea que reinterpreta la obra de Alan Moore y Dave Gibbons sin dejar de rendirle pleitesía. Lindelof ha sabido traer al presente a Laurie Blake, Adrien Veidt y el mismísimo Doctor Manhattan para ponerlos a jugar con nuevos personajes en un escenario distinto al cómic, pero tan rico y bien aprovechado que no son pocos los que piden una segunda temporada. Y esto, tratándose de una serie titulada Watchmen, es mucho decir.
Lorenzo Ayuso: 'Ash vs. Evil Dead'
Lorenzo AyusoLlamaba la atención Jesús Palacios sobre la institucionalización del gore en televisión: “Cualquier producción televisiva adulta tiene un componente de violencia gráfica y splatter muy alto, que ha curado en salud a todos los espectadores e incluso se ha convertido en algo tópico, ineficaz y repetitivo”, declaraba a Canino. La víscera ha ido rebosando durante la última década gracias a la insaciabilidad de The Walking Dead y a la grandilocuencia de American Horror Story, pero lo ha hecho con una inevitable asepsia, quedando desprovista de su sustancia. Vaciada, queda solo un recurso estético, en una pose solo aparentemente desagradable.
Frente a las derivas contemporáneas que tienden a intelectualizar el género, la reapertura del Necronomicon Ex Mortis propiciada en Ash vs. Evil Dead. Ya solo la breve duración de sus episodios y su ritmo encolerizado, más cerca de un cartoon que de uno de estos melodrama con monstruo que pueblan la programación, parece ser un remedio cafre a la sintomatología de un género con problemas de identidad. Una identidad que la ansiada continuación televisiva de la trilogía que se inició con Posesión infernal moldea con tripas, sin miedo a pringarse. La serie vive para sí misma, lejos de discursos superiores, abstraída en su propia celebración de la carne y la pústula, del carácter primario que impulsa a sus personajes a convertirse en piñatas vivientes.
Porque hemos podido acostumbrarnos al evisceramiento en tonos marronáceos de The Walking Dead, convertidas en reiteración, o a las escabechinas de diseño de American Horror Story, remedos presuntuosos de otros títulos manoseados. Hemos podido habituarnos a esperar la muerte como giro narrativo, pero no a desearla y jalearla. Ash vs Evil Dead saca lo peor de nosotros, y solo por eso hay que vitorearla. ¡Salve Ash! ¡Salve el gore!
Gabriel Arias Romero: 'Black Mirror'
Gabriel Arias RomeroLa ventaja de Black Mirror es evidente. Bajo el título de esta serie, que se estrenó en diciembre de 2011 con un capítulo brutal sobre la sociedad del espectáculo y los abusos y las debilidades del Poder, no subyace una historia enrevesada que pudiera aburrir a los espectadores a medida que van tachando temporadas. Lo que Black Mirror guarda para nosotros es un cúmulo de historias, divididas en capítulos, que despiertan nuestra atención porque ponen sobre la mesa los debates que han marcado, o que deberían haber marcado, la década que está a punto de terminar.
Vistos en retrospectiva, los episodios son ahora incluso más inquietantes. Lo que en 2011 parecía exagerado, si no una tomadura de pelo, hoy guarda ciertas similitudes con la realidad de los acontecimientos. Poco a poco se van cumpliendo las distopías imaginadas por el creador de la serie, Charlie Brooker, sobre los efectos de la dependencia tecnológica. En muy pocos años hemos visto cómo las ‘maquinitas’ que nos rodean han hecho más fácil nuestras vidas, pero, ¿nos hemos sentado a analizar los retrocesos de todos estos avances?
Parece lógico pensar que las situaciones surrealistas que se describen en Black Mirror sólo se harían realidad si nuestra sociedad no reflexionara sobre ellas para anticiparse a la catástrofe, pero, viendo que nuestro día a día se empieza a parecer al que sufren los personajes de la serie, ¿ha conseguido Charlie Brooker su objetivo, o nos hemos tomado sus historias como un mero divertimento? En una década con tantas series distópicas, ¿acaso no estarán produciendo en nosotros una especie de asepsia? Quizá, viendo que las cosas podrían ser aún peores (como se pintan en Black Mirror) muchos hayan pensado aquello de ‘Virgencita, que me quede como estoy’. Y ese es el camino más rápido para convertir en realidad lo que en esta década que termina nos parecía una auténtica exageración.
Marcos Méndez ('Peaky Blinders')
Marcos MéndezHay series que relucen por su estilo narrativo, como Peaky Blinders. Y por su fotografía, como Peaky Blinders. Y habitualmente también por las interpretaciones de su elenco, como Peaky Blinders. Pero cuando una ficción influye hasta en el mundo de la moda, e impone un estilo tanto televisivo como fuera de la pequeña pantalla, como Peaky Blinders, llega un momento en el que hay que destacarla como se merece y hasta incluirla entre las series de la década.
Porque seguir las aventuras de los hermanos Shelby, con Tommy a la cabeza encarnado por un siempre brillante Cillian Murphy, lleva siendo un placer ya cinco temporadas. Y los fans podemos estar tranquilos porque tiene garantizada una sexta en la que quizás vuelva a centrar su disparo y no se esfuerce por reflejar en su mundo de ficción el auge de la extrema derecha que se vive en la realidad. Así podría superar una de las temporadas que menos honor hacen a una serie que sabe reinterpretarse y plasmar como pocas el mundo “mafioso” y a la vez las implicaciones y problemas personales y familiares. Los putos Peaky Blinders, Arthur dixit.