Todo lo que nos han enseñado las series españolas en esta temporada a base de prueba y error
Las cadenas y plataformas han estrenado durante esta temporada 2018/19 más de una veintena de series españolas que, además de entretenernos, nos han dejado una serie de lecciones de ficción dignas de estudio.
Más allá de las cifras de audiencia que haya marcado cada una de ellas, su paso por televisión ha dejado algunos aciertos de los que las futuras producciones deberían tomar nota.
Pero no solo las apuestas positivas aportan aprendizaje, también (y a veces más) los errores de muchas de ellas se pueden convertir en interesantes enseñanzas para una ficción española que - por su espectacular evolución, sus ganas de experimentar y hasta de reproducirse - está en plena adolescencia:
¿Qué nos llevamos de cada serie española estrenada este año?
La caza. Monteperdido (TVE): Aunque ya son numerosas las series españolas que han demostrado que adaptar el argumento de un libro a la televisión suele dar buenos resultados, esta temporada ha sido la ficción protagonizada por Megan Montaner la encargada de recordárnoslo.
El tener una novela como base es casi siempre garantía de una buena historia. Redonda. Sin cabos sueltos que dejen al espectador con incógnitas sin responder. Por lo que seguir buscando en librerías un entretenimiento que salte a la pequeña pantalla suele ser un acierto.
Hospital Valle Norte (TVE): Los clichés más que trillados, por muy renovados que los presenten, ya no funcionan. Y es lo que ocurrió en el mencionado hospital. Con tanta cultura audiovisual a nuestro alcance, buscamos apuestas que nos sorprendan, tanto técnica como narrativamente. Que no podamos predecir el final. Que cuando juguemos a ser adivinos siempre fallemos. Por algo Juego de tronos ha sido el fenómeno de la década.
Derecho a soñar (TVE): Una de las virtudes que aseguraban que tenía esta serie antes de estrenarla eran los nuevos modelos de mujer que presentaba. Pero una vez estrenada todo eso quedó en el aire. Los personajes femeninos seguían repitiendo el papel de amante, secretaria, arpía... roles que defraudaban y no tanto por prolongar los estereotipos sino por haberse vendido como algo que no era.
Señoras del (H)Ampa (Telecinco): Todo lo contrario que ocurre con esta premiada ficción que nadie esperaba que se erigiera como una de las apuestas más feministas de la temporada. Sus protagonistas están construidas con una base de sororidad tan natural que sin querer se erigen como personajes revolucionarios: el apoyo entre mujeres, la solidaridad, el respeto y el amor entre ellas deja atrás a las eternas figuras femeninas que competían entre ellas, que se ponían zancadillas y estaban al servicio de las masculinos.
En este (H)Ampa las nuevas mujeres de los ex ayudan a las anteriores, las vecinas cotillean para un bien común y sin el apoyo de todas no salen adelante.
Brigada Costa del Sol (Telecinco): Hasta ahora, nadie había puesto el foco en la Costa del Sol para desarrollar ficciones sobre el tráfico de drogas, y este lugar, por su cercanía con Marruecos, ha sido uno de los puntos calientes para el trapicheo de hachís. Además, en la serie el enclave ambientado en los años 70 ha brindado la oportunidad de adentrarse en un universo de luz y color con la calidez del sol de la costa malagueña.
Vota Juan (TNT) y Secretos de estado (Telecinco): Las dos series políticas de la temporada han dejado una misma lección: si vas a mostrar los entresijos del gobierno hazlo de forma veraz o con humor, pero no te quedes en un “quiero y no puedo” que el público huele a distancia.
45 Revoluciones y Matadero (Antena 3): Si alguien ha apostado por innovar en nuestra ficción esa ha sido Antena 3 y su equipo de ficción al que hasta ahora siempre les había salido bien. Esta, sin embargo, ha sido su peor temporada porque ninguna de sus series ha brillado. Muy al contrario, tanto Matadero como 45 revoluciones se fueron apagando hasta casi ni dejar huella entre la audiencia. Y no por ser malas series, sino porque la ficción (y su público) es impredecible.
Pero como en la vida, cuando una puerta se cierra se abre una ventana, y esa es la lección que deja Atresmedia a todos los que se dediquen a la industria audiovisual: mientras estéis trabajando en productos convencionales, id abriendo nuevas ventanas. Es el caso de Atresmedia Studios donde la compañía sí que ha tenido grandes alegrías con La Casa de Papel en Netflix y El Embarcadero en Movistar+...
El embarcadero (Movistar+): Ha sido la revelación de la temporada en Movistar+ y es que cuenta una historia que pone a prueba nuestros principios. Nos desafía desde su inicio, con un argumento conocido pero con una forma de contarlo sorprendente. Hay dos cosas que siempre ocurren en nuestra sociedad y es que cuando alguien es infiel, le castigamos sistemáticamente. Y cuando alguien muere le perdonamos todo. ¿Y si el muerto es un infiel? A partir de ahí todos nuestros valores empiezan a tambalearse, capítulo a capítulo.
Gigantes (Movistar+): “En determinados despachos se tilda al espectador de idiota” nos confesaba Enrique Urbizu en una entrevista y eso, precisamente, es el mejor legado de su serie en la plataforma. La compleja puesta en escena, tanto desde el punto de vista estético como narrativo, la trama sin masticar, los espacios grandes, la ausencia de primeros planos, el subtexto implícito y los escasos diálogos explicativos precisan de un espectador activo capaz de rellenar los huecos. Una apuesta arriesgada que convierte su producción en un desafío muy estimulante.
Instinto (Movistar+): Poco se ha hablado de ese potente e inesperado giro final de la serie protagonizada por Mario Casas. Pero esa falta de interés por el desenlace tiene una explicación: los vacuos capítulos anteriores. La ficción nació con grandilocuentes cebos: Mario Casas + sexo + club privado. Pero todo quedó en una idea prometedora con una historia que después no está a la altura, con falta de ritmo, espacios claustrofóbicos y personajes antipáticos que te invitan a alejarte de ellos y no acompañarlos hasta un final que sí debería haber generado interesantes debates. Es cierto que ahora las series que estrenan todos sus capítulos a la vez ya no tienen una única oportunidad, puede que el espectador conceda dos o tres, pero no 8.
Arde Madrid (Movistar+): Pocos creerían que la figura de Ava Gardner en una serie en blanco y negro podría funcionar, pero lo ha hecho. Porque estamos en una época con ganas de recuperar mitos, de descubrir vidas ajenas e impactantes y de premiar los experimentos que fusionen nuestro pasado con el presente. Nunca se han contado tantos hechos reales y de tantas formas distintas como en la actualidad.
Capítulo 0 y Justo antes de Cristo (Movistar+): Ambas ficciones son la prueba de que jugar con varios géneros puede tener buenos resultados. Gracias a ellas hemos descubierto que la fantasía, puede mezclarse con el humor, la intriga y la época y crear una serie de autor que deje huella.
Hierro (Movistar+): Excepto Fariña excasas han sido las producciones que hayan apostado por recrear la historia de un lugar con un reparto desconocido pero originario. Y Hierro lo ha vuelto a hacer. Excepto Candela Peña y Darío Grandinetti el resto son actores y actrices canarios, poco conocidos por el gran público, y que mantienen su acento para dar un valor a toda la historia.
Pequeñas coincidencias (Amazon): Su mejor arma es la fotografía. El listón y la exigencia cada vez más alta en las producciones españolas hace que esta serie se desmarque estéticamente de la comedia familiar televisiva y se acerque a lo que vemos en pantalla grande.
Alta mar (Netflix): Sigue demostrando que las historias ideadas desde los lugares son llamativas. ¿Dónde puede desarrollarse un crimen sin que los personajes puedan huir de allí? En un barco. A partir de ahí las historias funcionan, como lo hicieron en las galerías Velvet, en el Gran Hotel o en pueblos como el de Bajo sospecha.
BONUS
El caso Alcásser (Netflix): Aunque no es ficción, sí ha sido una de las producciones españolas importantes de la temporada que demuestra que los sucesos de nuestra historia tienen la capacidad de impactar dentro y fuera de nuestras fronteras. Y aún más relevante: que la filosofía de los true crime, alejados del morbo y que invitan al espectador a sacar sus propias conclusiones, empieza a elogiarse.