Resulta extraño que ahora que España avanza en la desescalada por la pandemia del coronavirus, un programa televisivo empiece a mostrar las consecuencias de esta crisis. Pero justo eso es lo que va a ocurrir con la décima gala de MasterChef 8 la noche de este lunes, que es la primera grabada tras el parón por el Covid-19.
Recordemos que el talent culinario de la productora Shine Iberia para TVE arrancó su rodaje a principios de año, lo que le permitió tener una importante base de galas ya grabadas listas para su postproducción y posterior emisión. Para cuando empezó a emitirse (el 13 de abril), su rodaje ya llevaba detenido un mes, a causa del decreto del Estado de alarma por parte del Gobierno por la pandemia.
En las mismas fechas del estreno, la CEO de la productora, Macarena Rey, explicó a Vertele que estaban tranquilos porque aunque habían tenido que detener su maquinaria “tenemos todo preparado para cuando nos dejen grabar”. Y la semana siguiente, también Pepe Rodríguez nos afirmó que estaba calmado porque “prácticamente estamos ahí terminados”.
Mientras La 1 ha ido emitiendo las galas ya grabadas, hasta alcanzar las nueve entregas, la cadena pública y la productora pudieron volver a los rodajes el pasado 27 de abril. Por lo que la gala de este lunes 15 de junio será la primera grabada en la era post-coronavirus, y con las respectivas medidas de seguridad.
¿Cómo lo van a notar los espectadores?
Al trasladar a la productora la duda de cómo van a notarlo los espectadores en pantalla, Shine Iberia se remite a la información que a finales de abril, cuando volvió al rodaje, compartió TVE.
En ella simplemente se incidía en que se iban a respetar “escrupulosamente todas las medidas de seguridad y de prevención”, que se había hecho en acuerdo con trabajadores y sindicatos, y que “lo primero es proteger la salud del personal y seguir los protocolos de seguridad a rajatabla”. Medidas, por lo tanto, más organizativas y que no explican cómo se reflejará en pantalla.
Por parte de la productora, sí que se nos explicó que era de esperar que en pantalla se aprecien cambios, como la distancia entre los jueces y los participantes en cocinas, así como las precauciones en el mercado. Y lo cierto es que, de momento, es la única información al respecto que se tiene.
Echando un vistazo al avance de esta décima entrega, que al terminar de la del lunes pasado ya empezó a promocionar el programa y la cadena, esa mayor distancia entre jueces y concursantes ya es visible:
Para cocinar, todos con guantes
Pero lo cierto es que, más allá de eso, la apariencia del programa es la misma salvo por detalles como que se ve a los aspirantes cocinar todos con guantes.
El plató principal de MasterChef es una nave muy amplia, y el hueco para sus cocinas permite sin problemas que los ocho participantes que siguen en el concurso (Alberto, Ana, Andy, Iván, José Mari, Juana, Luna y Michael) cocinen a bastante distancia los unos de los otros.
Las tres pruebas de la décima gala
En su primera prueba, de hecho, recibirán la visita de sus familiares, que catarán a ciegas. El mejor de esa prueba tendrá un premio doble, puesto que en juego estará el delantal dorado que otorga la inmunidad y le asegura una semana más en la competición.
Por si había dudas, se mantiene también la segunda prueba, la de exteriores. MasterChef se trasladará a la finca Dehesa de Valbueno, en Guadalajara, donde bajo la supervisión del chef dos estrellas Michelin Diego Guerrero cocinarán para 40 artistas. El reto será convertir cuatro cuadros del Museo Nacional Thyssen–Bornemisza en elaboraciones de alta gastronomía mezclando la creatividad y la estética.
De vuelta al plató, ya en la tercera y definitiva prueba de eliminación, recibirán la visita del chef Ricardo Sanz, pionero e inventor de la fusión japo-española. Los delantales negros cocinarán en duelos de dos en dos. Un aspirante seleccionará una campana y, tras ver el plato a cocinar, elegirá un compañero para batirse en duelo. El que mejor lo haga se salvará de la eliminación. El perdedor, tendrá que descubrir una nueva campana y enfrentarse en un nuevo duelo con el adversario que elija.