Todo está dispuesto en el Dolby Theatre de Los Angeles, California, para celebrar la nonagésimo primera edición de los Oscar (y un Oscar merece quien sea capaz de escribir “nonagésimo primera” de una vez y sin cometer un solo error de tipo). La flor y nata de Hollywood se reúne para presenciar la batalla campal por hacerse con el espigado figurín de oro que librarán contrincantes tan eclécticos como Freddie Mercury, Black Panther, Ana Estuardo o Dick Cheney. Sin embargo, pese a la rutilante galería de títulos (alguno de ellos incluso se ha quedado sin director como por arte de magia en el camino, ¿verdad, productores que confiaron en Bryan Singer?), lo más comentado de este evento anual reside en lo extracinematográfico: por primera vez en 30 años, la gala no contará con presentador.
A estas alturas, el motivo es bien conocido: el ubicuo Kevin Hart había sido elegido para asumir los galones, pero acabó renunciando días después, al trascender unos chistes de tinte homófobo que realizó a principios de década, antes de alcanzar el éxito del que disfruta ahora. Eso dejó descabezada a una ceremonia de producción tumultuosa: hace apenas una semana, la Academia de las artes y ciencias cinematográficas de Hollywood reculaba en su plan inicial de eliminar de la retransmisión televisiva cuatro premios de relieve, a fin de aligerar la emisión.
Hay quien especula con que al final, y sin que nadie lo espere, aparezca una suerte de ángel salvador que coja la batuta en el último momento y reparta premios como si no hubiera un mañana. Pero hasta comprobar si algo tan improbable (y difícil de esconder, a priori) sucede, desde VERTELE queremos contribuir a la causa. Para cubrir el hueco de Hart, recuperamos algunos memorables (o no tanto) momentos que han brindado los elegidos en años previos para tan importante tarea. Saquen brillo a sus zapatos, cepillen sus apolillados vestidos y pónganse cómodos para unos cuantos números de Oscar.
Si no tienen suficiente con este popurrí, también pueden ver la ceremonia de verdad en Movistar+, cuyo dispositivo arranca en la madrugada del domingo al lunes, a las 23:30 horas, con María Guerra y Pepa Blanes al frente.
Hugh Jackman, el aplaudido
Es, quizá, el más espectacular maestro de ceremonias que la Academia ha tenido en los últimos años. Ni siquiera tuvo que hacer uso de los poderes adquiridos desde que asomaran sus garras de adamantium por entre sus nudillos. Le bastó con probar su técnica vocal y su buen ritmo en, quizás, el número musical más aplaudido de los Oscar. Hablamos, claro, de Hugh Jackman, que puso su inmejorable planta al servicio de la 81ª edición, la de 2009. 10 años ya...
Seth MacFarlane, el abucheado
Y de un número musical aplaudido, a otro que causó abucheos. El irreverente creador de Padre de familia (si ya saben cómo es, para qué le llaman), Seth MacFarlane, aceptó tomar las riendas del evento en 2013, y lo hizo ganándose las críticas furibundas. Lo que más se recuerda de su paso por el Kodak Theatre sigue siendo el número de apertura que protagonizó: We saw your boobs, donde satirizaba con la idea de que a gran número de las ganadoras y nominadas de estas estatuillas habían aparecido en algún momento de su carrera desnudas ante las cámaras: Charlize Theron (colega del cómico, tanto en Mil maneras de morder el polvo como en The Orville), Meryl Streep, Kate Winslet, Naomi Watts o Scarlett Johansson fueron algunas de las enumeradas. Como si de unas partes pudendas se tratara, la academia sigue avergonzándose al ver el número.
James Franco, el que ¿nunca estuvo allí?
Este año la Academia ha tenido que recular ante múltiples errores de cálculo: entre otros, el que sustenta la existencia de este artículo. Pero también otros, como la idea de entregar durante la publicidad galardones tan indispensables como fotografía, montaje o maquillaje; la idea de un Oscar a la mejor película popular, casi un obsequio al Universo Cinematográfico Marvel. Ahora bien, por graves que sean, quizás ninguno alcance las consecuencias que tuvo el confiar en James Franco para copresentar la gala de 2011 junto a Anne Hathaway. Mientras que ella lo intentó todo (quizás demasiado) por hacer entrar al público en el ambiente, él pareció bastante ausente, primero de forma metafórica y luego literal.
Para muestra, la bienvenida que ambos dieron, cuando menos incómoda al comprobar cuán distinta fue la actitud de ambos.
Alec Baldwin y Steve Martin, los “paranormales”
La aparición casi fantasmal de Franco junto a Hathaway venía precedida por otra pareja que no cuajó, la formada por Steve Martin (que ya había presentado los Oscar en dos ocasiones, en 2001 y 2003) y Alec Baldwin (que debutaba). Para bien o para mal, poco se recuerda de la velada que condujeron en la platea del Teatro Kodak, más allá de un sketch para casi era una predicción sobre la errática edición siguiente.
El gag en cuestión remedaba la estética found footage de Paranormal Activity, franquicia que acababa de dar la sorpresa en cines. Así, veíamos a un sonámbulo Martin convulsionarse antes de propinar un tremendo bofetón a su compañero de alcoba. Un golpe tan doloroso como el que un año después lanzaría el director de The Disaster Artist contra su contra su “miserable” compañera de Oscar, a la que culpó de la mala imagen que él dio.
¿Acaso tendría el canoso cómico poderes sobrenaturales para adivinar lo que podía ocurrirles a sus sucesores? Del autor de Bowfinger. El pícaro nos lo deberíamos creer todo, desde luego...
Ellen DeGeneres, la más “social”
“Si el brazo de Bradley hubiera sido solo un poco más largo...”, escribía Ellen DeGeneres para acompañar la fotografía que imortalizó en 2014, durante la 85ª edición de los premios al publicarla en Twitter. Jared Leto, Jennifer Lawrence, Channing Tatum, Meryl Streep, Julia Roberts, la propia Ellen, Kevin Spacey (vueltas que da la vida), Brad Pitt, Bradley Cooper, Lupita Nyong'O, Peter Nyong'O y Angelina Jolie formaban la atorada constelación de estrellas que aparecía en un tuit que durante casi tres años ostentó el honor de ser el más retuiteado de la historia de la red de microblogging, desbancando a otro de Obama de 2012.
Demostrando tanto su capacidad para el espectáculo tanto como su visión para crear contenido viral (algo que viene demostrando durante largos años en su magacín de entrevistas), Ellen perpetró uno de los momentos más recordados de los Oscar de la última década, sino el que más.
Jimmy Kimmel, el más sociable
Otro con un sentido para el espectáculo acentuado es Jimmy Kimmel, que hizo las veces de anfitrión en dos ocasiones consecutivas, en 2017 y 2018. Lo cierto es que muchos le recordarán por el papelón que tuvo que defender al final de la primera de las dos galas que condujo, aquella en la que un lío de sobres permitió que los espectadores observaran el momento justo en el que al productor de La La Land se le rompía el corazón, nombrado por error. Pero la labor del showman contó con momentos de lo más destacables.
Fiel a su labor desacralizadora de las estrellas (algo que viene poniendo en práctica con éxito con la sección Mean Tweets en su late show), Kimmel se esforzó por acercarlas aún más al público. Lo hizo de una manera literal, orquestando una sorpresa para un grupo de turistas que recorrían Los Angeles, cuyo autobús hizo una parada no anunciada en las inmediaciones del Dolby Theatre. Muchos ya iban equipados con los imprescindibles palos selfi, que tanto hubieran ayudado a Bradley Cooper a encuadrar apenas tres años antes.
Chris Rock, el más inclusivo
“De no estar hoy aquí en los premios de la Academia, se les habría podido conocer como los White People's Choice Awards”. Así abría fuego Chris Rock en la octogésimo octava edición de los galardones, marcada por el movimiento #OscarsSoWhite que protestaba por la nula diversidad en las candidaturas. “No se trata de que boicoteemos nada. Lo único que queremos es que nos den oportunidades. Queremos que los actores y actrices negros tengamos las mismas oportunidades que se les da a los blancos. ¡Solo eso!”, insistió.
Ahora bien, aprovechó también para lanzar alguna pullita extra a alguno de los que decidieron no acudir a la ceremonia como protesta. Las ausencias más sonadas fueron las de Will Smith y Jada Pinkett, a quienes se dirigió el creador de Todo el mundo odia a Chris: “Entiendo que estéis furiosos. A Will no le nominaron por La verdad duele, lo entiendo. ¡No es justo que lo hiciera tan bien y no le nominara! ¡Cierto! Aunque tampoco era justo que le hubieran pagado 20 millones por Wild Wild West”. Uf...
Billy Crystal, el rey de todos
En 2018, una encuesta del portal especializado Gold Derby dejó un resultado esclarecedor. De entre todos los presentadores de los últimos 25 años, el favorito por una amplia mayoría era Billy Crystal. No es para menos: los noventa, con permiso de la que viene a continuación, fueron suyos en materia dorada. Se encargó de amenizar las citas de 1990, 1991, 1992, 1993, 1997, 1998, 2000, 2004 y 2012. Sus intervenciones siempre han contado con el beneplácito de la crítica, que reconoce en el cómico las cualidades de un presentador ideal para esta clase de eventos.
Dado que hay incontables ejemplos de su buen hacer, nos decantamos por la entrada que hizo en su tercera vez. Lo hacemos por su mordiente, claro: el protagonista de Cuando Harry encontró a Sally rindió tributo a uno de los asesinos en serie más famosos de la historia del cine, Hannibal Lecter, colocándose la simpar careta con la que se evitaba que el caníbal soltara mordiscos inesperados. Pero ni esa protección evitó un buen puñado de chanzas a costa de Barbra Streisand, Orion Pictures, el ratón Fievel y de David Duke, el exlíder del Ku Klux Klan que hace no tanto aparecía en titulares en España, por sus simpatías con VOX. Igual hace falta que Crystal vuelva a poner a algunos en su sitio...
Whoopy Goldberg, la reina... ¿y salvadora?
Y terminamos con otra de las clásicas, retrotrayéndonos 20 añitos justos en el tiempo. Hablamos, cómo no, de Whoopy Golberg. A falta de ver si se confirman los insistentes rumores que apuntan a que aparecerá en el escenario del Dolby Theatre para cubrir la vacante de Kevin Hart y salvar los muebles de la academia en el último momento, la que se llevara el eunuco dorado por su interpretación en Ghost presentó los premios en hasta cuatro ocasiones. Su vis cómica y su sentido del espectáculo dieron lugar a momentos como este, en el que se colocaba la corona imperial para dar la bienvenida a los asistentes al ágape de 1999, aquel que acabó con un empacho de galardones para Shakespeare in Love.
“Esta es una gala para premiar a toda la gente que me ha interpretado”, decía la intérprete, vaticinando el triunfo que poco después se llevaría Judi Dench por encarnar, efectivamente, a la última reina Tudor, durante apenas un par de minutos en la cinta de John Madden.
¿Aparecerá este año repitiendo modelito monárquico, ahora al estilo victoriano de La Favorita? Teniendo en cuenta que lleva toda la semana ausente de The View, el magacín que conduce en ABC. Aunque el programa se ha apresurado en negarlo, puede que nos llevemos alguna sorpresa.