Pocas series de animación generan las reacciones, dos décadas años después de su estreno, que provocó en noviembre del año pasado Netflix, al anunciar que incorporaría en su catálogo Neon Genesis Evangelion. No era un remake, ni un live-action, ni una adaptación, sino simplemente una adquisición. Pero el servicio de streaming lo anunció a bombo y platillo con comunicado y tráiler específico, con millones de visitas. ¿Por qué?
Netflix parece haber comprendido que la animación japonesa es un mercado en auge con cada día más aficionados en nuestro país, y lleva desde 2017 siguiendo una estrategia clara de compra y producción en este sentido. La compañía ha hecho acopio de hormiga con el objetivo de convertirse en el repositorio de anime más amplio del panorama VOD frente a sus competidoras, más cigarras en estos lares, como HBO u Amazon Prime Video. De hecho, va camino de conseguirlo pues algunas de las series más relevantes de los últimos años figuran en su plataforma: Naruto, Full Metal Alchemist, Cowboy Bebop, One Punch Man, Ataque a los titanes, Death Note son solamente algunos títulos destacados.
Pero un entusiasmo tan general y omnipresente, tan sostenido a través del tiempo, no lo ha conseguido ninguna de estas. Neon Genesis Evangelion forma parte del patrimonio audiovisual de la generación que en los noventa descubrió el anime como un lenguaje adulto y de infinitas posibilidades. Su creador, Hideaki Anno, fue uno de los máximos responsables de popularizarlo en Occidente junto con Hayao Miyazaki en el Studio Ghibli, y Katsushiro Otomo con Akira. Y, con todo, parece no haber sufrido el más mínimo paso del tiempo: sigue siendo una serie de una modernidad arrolladora. Sobran razones pasa asomarse a ella pero aquí ofrecemos unas pocas.
Robots (y adolescentes) contra alienígenas
Evangelion es una serie de mechas, es decir, de robots gigantes normalmente con formas humanoides, pilotados por seres humanos que luchan contra el mal o por salvar la humanidad. Un subgénero muy popular en el anime desde, prácticamente, que se emitiese el piloto de Mazinger Z, y que ha dado algunas de las mejores series anime de la historia como Mobile Suite Gundam o Macross.
La serie que nos ocupa se desarrolla en un mundo en el que la humanidad es una especie peligro de extinción. Tras el ataque de una serie de criaturas venidas del espacio -conocidas como 'ángeles'-, la población mundial ha sido diezmada dramáticamente y solo quedan unos pocos reductos vivos escondidos bajo la superficie terrestre. La única manera efectiva combatir a los monstruos alienígenas es construir unos robots gigantes -llamados EVA-, que deben ser pilotados por adolescentes. ¿Por qué? Pues porque entre la máquina y quien la controla es necesario que exista una conexión psicológica, y no hay psicología más maleable que la de un joven de 16 años.
“Evangelion no envejece porque sus temas son atemporales”, explica Álvaro Arbonés, filósofo y autor del libro Tú (no) necesitas ser un héroe sobre la serie de Hideaki Anno publicado por la editorial Héroes de papel. “No se basa en determinados gustos de la época, sino que intenta crear los suyos propios. Todos los personajes de la serie están diseñados como personas complejas con una rica vida interior, algo que facilita que puedan ser entendidos por otras generaciones”, cuenta el autor del ensayo a Vertele.
La psicología de sus protagonistas
En esta tesitura apocalíptica conocemos a Shinji Ikari, un chaval que aún no se conoce a sí mismo, que lidia con el recuerdo de una madre fallecida y se enfrenta a la indiferencia de un padre ausente. Le acompañan Rei Ayanami, una misteriosa joven que resulta ser la más experimentada piloto de EVA y Asuka Langley, una joven impetuosa y consentida que no puede soportar la pasividad de sus compañeros ante las dificultades que se les presentan.
Un trío de protagonistas en base al cual Anno se encarga no solo de abordar las dificultades propias de la adolescencia -ansiedad, apariencia, sexualidad...-, sino en ofrecer un estudio psicológico profundo y complejo sobre las dificultad de construcción de las relaciones humanas sin la pérdida de la propia personalidad. “Sus temas existenciales, sobre la depresión y el querer conectar con los otros y no saber cómo o no atreverte siquiera a hacerlo... es algo que resuena aún hoy en nosotros”, explica Arbonés.
“La psicología de estos personajes es algo universal”, describe el filósofo y colaborador habitual de diversos medios culturales, pues según él “no ha habido ninguna generación que no esté en alguna medida jodida”. Como lo está la de Shinji, Rei y Asuka: una juventud que carga con el peso de construir un futuro -el último-, para la humanidad. “Siempre han existido males psicológicos solo que ahora la gente habla más abiertamente de ellos, mientras antes se callaban porque nadie quería ser el raro, el diferente, el loco. Que es precisamente lo que pretende Evangelion: decirte que no estás solo, que todos sufrimos y tener angustia sobre qué será nuestra vida es lo más normal del mundo”.
Reflejo político de una época
Neon Genesis Evangelion se estrenó en 1995, en plena resaca de una burbuja financiera e inmobiliaria que había estallado 1986 y tras la que Japón nunca volvió a ser el mismo país. La economía se hundió, los salarios cayeron en picado y la inflación estaba por las nubes. Y en pleno hundimiento, una generación apodada por entonces la de la 'década perdida', intentaba ganarse la vida haciendo frente a unas vicisitudes absolutamente desproporcionadas.
“Los artistas tuvieron que contestar ante aquella realidad del único modo que sabían: a través de su arte”, describe Álvaro Arbonés en Tú (no) necesitas ser un héroe. El autor explica que este sería el tiempo “en que surgirían algunas de las mayores obras de escapismo de la historia reciente, con la Shonen Jump [la publicación de manga más popular del país] batiendo récords de ventas durante los noventa gracias a Dragon Ball”, pero también, “sería la oportunidad para que surgieran visiones mucho más áridas” de la sociedad.
Según Arbonés, en la televisión nipona “quien personificaría esa tendencia pesimista sería Hideaki Anno. Porque ese apocalipsis cotidiano, esa sensación de que todo se ha ido al infierno y lo único que queda es aguantar a la desesperada, es el tono exacto que le confirió a Neon Genesis Evangelion”.
Por comprobar si la polémica es fundada (o no)
La llegada de Evangelion a Netflix no solo merece la pena por ser una oportunidad más de descubrir una obra magna de la animación japonesa, sino también para redescubrirla de una forma distinta a como muchos aficionados la vieron en su tiempo. Este estreno nos hace comprender como una obra audiovisual ya terminada, sigue siendo un producto mutable y cambiante.
Resulta ser que el estreno en la plataforma se ha dado a nivel mundial y esto ha obligado al gigante del VOD a aplicar una serie de cambios sobre el material original. Cambios que han generado más de una polémica: ha sido sometida a un nuevo doblaje y subtitulado que reinterpreta algunas claves de la historia, y ha tenido que eliminar, por cuestión de derechos, la canción que acompañaba los títulos de crédito finales de los episodios -distintas versiones de Fly Me to the Moon de Frank Sinatra, interpretadas Claire Littley-.
“Tanto el doblaje como la nueva traducción son extremadamente problemáticos”, nos asegura Arbonés. Por un lado, las nuevas voces: “Por la introducción de formas del habla contemporáneas que no existen en el original. Nadie en Evangelion habla un japonés coloquial de los 90s que necesite ser replicado”. Y, por otro, los subtítulos: “aunque es cierto que [la serie] tiene expresiones muy vagas, es fácil ver cómo ciertas decisiones pueden entenderse como una pretensión de ocultar ciertos subtextos de la obra”.
Arbonés hace referencia a una escena clave del final de la serie original en la que Shinji expresa sus sentimientos para con otro chico de su edad, afirmando que le quería y abriendo la puerta a una interpretación homosexual de la relación entre ambos personajes. Pero resulta que en la versión de Netflix, en dicha escena un claro “te quiero” se transforma en un tibio “me gustas”, haciendo más ambigüa y difícil su lectura LGTBI+. “En cualquier caso, esto segundo se puede achacar a la ambigüedad propia de la serie”, asegura Arbonés.
Un apartado formal impecable
Es obvio que en lo temático, Neon Genesis Evangelion es hija de su tiempo, impregnada del aliento desalentador y reflexivo de un Japón en crisis. No lo es tanto que, a pesar de eso, sus principales tesis argumentales siguen siendo hoy de una actualidad absolutamente relevante.
Pero la serie de Hideaki Anno no solo brilla en su fondo -bagaje dramático que se revela tratado psicológico con el tiempo-, también en la forma. El aparato formal que sostiene esta ficción animada es brillante en su ejecución. No desatiende unas escenas de acción cuya planificación resulta ser de lo más rompedora para la época, ni el retrato y perfil del mundo interior de los personajes, abundante en lo simbólico.
“En lo estético, Evangelion no solo ha influenciado al anime de mechas, sino al anime en general”, explica Arbonés. “Los diseños más estilizados, tanto de personajes como de mechas, y sus ligeros tintes moe [estilo de animación dirigido habitualmente a hombres adultos heterosexuales], enfatizando lo mono de los personajes femeninos, son las cosas que más han calado en el género y en el anime”, argumenta. Pero va más allá: “tanto el uso de los colores como el trazo y el diseño de toda la maquinaria que presentan está avanzadísima a su tiempo. Todo el diseño de Evangelion juega sólo en su propia liga”.