10 motivos por los que no te avergüenza ver OT 2017
1. No es el Operación Triunfo que quemó el formato
Buena parte de culpa de este enamoramiento sin complejos de los espectadores con Operación Triunfo la tiene el merecido y necesario descanso del formato. Contra los pronósticos que aventuraban que OT ya no generaba interés, seis años han sido suficientes para deshacernos de la sensación que nos dejaron las últimas ediciones descafeinadas de Telecinco, sin rumbo ni objetivo claro, y conseguir algo que parecía casi imposible.
OT 2017 ha nacido con el espíritu de la primera generación de triunfitos, aquella que llegó sin ruido y nos trastocó por sorpresa. Desde TVE se esforzaron por que así fuera, por distanciarse de aquellas ediciones que terminaron quemando el formato y recuperar la inocencia y la ilusión con las que nació un programa que cambió la televisión.
Este camino lo inició con inteligencia OT: El Reencuentro, un evento capaz de congregar a nostálgicos de todas las edades en el Palau Sant Jordi, también a través de la pantalla, y de volver a despertar el interés por un formato que, como se ha demostrado, no estaba muerto.
Y es que por mucha saturación de talent shows, que la hay, Operación Triunfo no es uno más. Lo importante en este programa no es que tu concursante favorito derroche voz desde la gala 0, como muchos criticaron en ese titubeante arranque manchado por los problemas de sonido, sino verle crecer día tras día, lunes tras lunes, acompañarle en las clases y seguir con emoción cada pase de micros para llegar a la gala casi tan nervioso como él.
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2. Su reality “descafeinado”
Que Operación Triunfo regresó para intentar liderar la parrilla de TVE no es ningún secreto. En la era del empacho de los realities y de los talent shows, el programa ha tenido que explotar sus posibilidades en ambas direcciones para no quedarse atrás. He aquí una de las razones por las que hay 50 cámaras que todo lo ven en la casa de los triunfitos.
Decenas de ojos atentos a cada clase, confesión en el comedor, ensayo y momento de aburrimiento para saciar la curiosidad del 24h. Pero el resultado nunca se parecerá al canal diario de Gran Hermano o a aquellos programas donde la espontaneidad brilla por su ausencia y las situaciones extremas dependen de los guionistas y de la picardía del montador.
Claro que el amorío entre Alfred y Amaia, la tensión entre Cepeda y Aitana, o Agoney y Ricky, se ha exprimido hasta el mínimo susurro. Pero la gran diferencia es que los 16 concursantes viven ajenos y desconectados dentro de esas cuatro paredes. Nadie les dice con quién se deben llevar mal o bien para aguantar más semanas dentro ni les orquestan la pelea o el cuchicheo de turno. La gran virtud de OT para sortear el morbo sin sentido es algo que no tienen la mayoría de realities: la pureza inocente de sus participantes.
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3. Un casting inocente como los primeros triunfitos
El gran acierto de OT 2017 ha resultado ser, precisamente, el reto más complicado que tenía por delante: conseguir un casting que volviera a enamorar a los espectadores. Como ya ocurriera en esa primera generación, los concursantes de este año vuelven a tener en común esa inocencia de alguien que no sabe qué esperar de su aventura tanto en el concurso como después de él.
La gran mayoría de los triunfitos apenas acababan de aprender a caminar cuando Operación Triunfo daba sus primeros pasos en TVE, por lo que sus referencias son lo más parecidas posible a las que tenían Rosa, Bustamante y compañía. Eso ya les diferencia de los concursantes de otras ediciones, que entraban en la academia esperando ser el nuevo Bisbal.
Este casting ha recuperado la naturalidad tan añorada en el programa. Esa naturalidad que te lleva a convertirte en “Amaia de España” en apenas dos semanas, “pese a no subir fotos a Instagram”, a esconder San Jacobos para merendar antes de una gala pensando que “la jefa” no te va a pillar o a mirar “a escondidas” al chico que te gusta sin saber que media España está siendo testigo del nacimiento de una historia de amor.
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4. Y son músicos, con todas las letras
Como decíamos al principio, la magia de este talent show está en la evolución de los concursantes. En la primera gala no lo sabíamos, pero estos chavales son mucho más que una voz bonita y no les ha costado demostrarlo dentro de la Academia. Tocan la trompeta, el piano, la guitarra, componen en sus ratos muertos y se saben al dedillo repertorios de músicos clásicos y artistas que la parte mundanal de los espectadores no han escuchado en su vida.
Son músicos. Con todas las letras. Gente que se ha pasado gran parte de su existencia en conservatorios y orquestas, y por fin están viendo su esfuerzo recompensado. Un ejemplo para todos los jóvenes que han pensado alguna vez en abandonar su pasión por recuperar su vida social: ir al centro comercial con sus colegas o no perderse el botellón del fin de semana. De repente, en prime time. Y eso es una de las mayores lecciones que ha dado el último casting de OT.
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5. Estilos y artistas más allá de la radiofórmula
Son muchos los temas que guardamos en nuestra memoria gracias al repertorio de Operación Triunfo, que siempre se ha caracterizado por intentar abarcar géneros para todos los gustos. Esto se ha visto acentuado en OT 2017, donde están teniendo hueco canciones que van más allá de lo que se escucha hoy en día.
El equipo que encabeza Noemí Galera no ha hecho oídos sordos al reggaeton ni a los temas comerciales que suenan en la radio, y se ha atrevido a combinarlos con una canción íntima como Con las ganas, un bolero como La media vuelta o una ranchera como La bikina. OT ha conseguido situar, nueve años después, No puedo vivir sin ti en lo más alto de las listas de Spotify durante semanas y dejar en la memoria una actuación impecable con un tema tan popular y escuchado en el último año como City Of Stars.
Esta apertura a otras músicas se está viendo también en los artistas invitados a repartir consejos en la Academia. Muchos extrañarán a las estrellas consagradas que visitaban a los triunfitos en ediciones como la primera. Estos han dado paso a autores como El Kanka, Funambulista o Andrés Suarez, que nunca habían tenido hueco en talent shows, y a otros como Ruth Lorenzo, Münik o Blas Cantó, artistas que pueden darles pautas más acordes a las que se encontrarán al poner un pie en la industria actual.
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6. Los profesores son aire fresco para TVE
En la línea del acertado casting de concursantes está el del profesorado: gente joven y a su vez experimentada que ha llegado como un soplo de aire fresco a TVE. Los Javis han sabido dar en la tecla de lo que los concursantes necesitan para llegar a los espectadores, Vicky Gómez ha convertido las puestas en escena planas en un espectáculo acorde a la ocasión y Guille Milkiway nos ofrece en cada una de sus clases de Cultura Musical un auténtico regalo de servicio público.
Todos ellos capitaneados por una Noemí Galera que nos reconcilia con la figura de la directora-madre que fue Nina para los concursantes, y que se perdió en ediciones posteriores con una elección más enfocada a la industria musical. Junto a ella, Manu Guix ejerce de padre en un tándem que sabe educar a sus chicos personal y musicalmente.
En este cupo cabe incluir a Roberto Leal, acertado maestro de ceremonias de las galas semanales que ha sabido dominar a la “bestia” televisiva desde el primer día.
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7. Visibilidad LGTBI sin complejos
Hay algo de lo que ni siquiera la edición más atrevida de Operación Triunfo puede escapar: de TVE. Asumiendo que la cadena que pagan todos los españoles no es el adalid del servicio público, este talent show puede presumir de salvarse de la criba. Esto se debe a que la academia, los profesores y los triunfitos, van por libre. La dupla de los Javis, formada por la pareja de Javier Ambrossi y Javier Calvo, son la muestra de que OT no atiende a tabús, ni políticos ni de orientación sexual.
Al margen del polémico episodio del apagón de RTVE mientras criticaban en su clase al PP, en la academia se ha hablado alto y claro de la transexualidad (gracias a Marina y su novio trans que protagonizaron un histórico beso en el prime time de la cadena pública) y se han elegido canciones, como la grupal de la última gala La revolución sexual, o la solista de Agoney, Rise like a Phoenix, que empoderan al colectivo LGTBI.
8. Y feminista, aunque le moleste a Sostres
Y, si bien la cadena pública ha templado su postura respecto a la homosexualidad en los últimos años, hay otros debates en los que cojea abiertamente. El feminismo no es una de las banderas de TVE, a la luz de los enfoques de sus telediarios y de algunas barbaridades que se oyen en sus programas. El último fue Sostres, asegurando que la Ley contra la violencia de género era “fascista” o que hay denuncias falsas “para sacar tajada”, pero queda lejos de ser la excepción.
En OT, el feminismo campa a sus anchas con naturalidad. Además de que todas las clases están enfocadas desde un punto de vista igualitario, las canciones también se han cuidado de transmitir un mensaje sano sobre la relación entre los hombres y las mujeres. Como ejemplo, la versión de La bikina que cantó Ana Guerra en homenaje a todas las supervivientes de violencia de género.
Por último, y muy importante, el hecho de que se apueste por una trayectoria en solitario de los concursantes. A priori, esto puede tener poco que ver con el género. Pero en un país donde la mayoría de voces individuales y grupos son masculinos, es un medio importante para ver a chicas comiéndose el escenario como cualquiera de sus compañeros. OT es un escaparate para los productores, y es necesario explicarles que solo están buscando oro en la mitad de la mina.
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9. Twitter es más divertido desde OT
Si OT 2017 está siendo un éxito es gracias a su acertada estrategia de comunicación y marketing en los tiempos actuales. Con las redes sociales en su máximo apogeo, el equipo del talent show ha sabido buscar al público joven, desencantado y alejado de la televisión actual -y especialmente de TVE-, para reconquistarles con su lenguaje. Los jóvenes huidos se habían refugiado en Youtube, y ahí ha llegado Operación Triunfo para revolucionar la plataforma.
Este éxito crece de la mano de Twitter, su mejor aliado. El hashtag oficial se cuela diariamente entre loshashtag Trending Topic. Esto se ve ampliado los lunes con las galas, donde los nombres de los concursantes e incluso miembros del jurado copan la mayoría de puestos del ranking, también a nivel mundial. Y ojo al Chat, un programa que empieza pasada la una y media de la madrugada y que supera en tuits a un formato de prime time como Gran Hermano.
Cada clase, ensayo y momento distendido de los concursantes transcurre bajo la atenta mirada de los tuiteros, a cuyo ojo no escapa ningún detalle. Esto repercute en los triunfitos tanto para bien como para mal, pues no solo se les juzga como cantantes, sino también como las personas que son en su día a día.
10. Servicio público a cualquier hora
En relación al segundo punto, lo que parecía su gran flaqueza ha resultado ser una de sus mayores virtudes. El canal 24h nace con una querencia morbosa y algo voyeur de observar a los chavales a cualquier hora como si estuviesen en una ratonera. No hay nada que puedan hacer en intimidad, salvo ducharse y dormir. Sin embargo, una de las franjas de edad que más consume OT es la adolescente, que hasta ahora estaba a merced de lo que echasen por la televisión (desde Mujeres y Hombres y Viceversa al canal diario de Gran Hermano) o, con un poco suerte, de lo que ofertasen las plataformas en streaming.
Ahora, aunque sea para imaginarse el idilio de sus concursantes favoritos o analizar a las fricciones de la convivencia, el espectador que entre al canal de YouTube en directo tendrá clases de alto contenido cultural, jóvenes que componen sus temas o tocan a Vivaldi para matar las horas. Pero, sobre todo, que tienen desde las conversaciones más frívolas a los debates más sesudos del panorama musical o reflexiones sobre los refugiados. Es una alternativa al alcance de todos que, en ocasiones y sin pretenderlo, brilla por su contenido.