Paco León: “La corrección política amenaza con convertirse en una nueva censura y no nos lo podemos permitir”
Madrid, 1961. Franco campaba a sus anchas en España, un país en el que especialmente las mujeres vivían sumidas en la opresión y las directrices de la Sección Femenina. Lejos de la crítica, la posible mirada nostálgica, amarga o desconsolada de la época, Paco León y Anna R. Costa han optado por la fiesta, el sexo, el alcohol y la libertad como marco de la serie de Movistar Plus Arde Madrid, la primera realizada en blanco y negro por la plataforma.
León, que continúa su carrera como director después de la buena acogida de sus Carminas y Kiki, el amor se hace, se lanza a la televisión en un trampolín cargado de comedia y naturalidad. Las misma que derrocha al sentarse a hablar con él sobre su nueva producción que se estrena hoy en la plataforma.
El también actor quedó prendado de Ava Gardner al descubrir que había vivido trece años en España, en los que se dedicó a salir de fiesta, comer, acostarse con todo el que quiso y, sobre todo, a vivir con una libertad insólita que contrastaba con el ambiente que la rodeaba. Llegó a nuestro país tras haberse divorciado tres veces y haber decidido que no sería madre, rompiendo la norma.
Su personaje, interpretado por la norteamericana Debi Mazar, es una de las mujeres que protagonizan la serie. Junto a ellas, Inma Cuesta y Anna Castillo dan vida a sus dos criadas, procedentes de la clase baja y que, cada una a su manera, vivirán sus propios despertares. Paco León aparece detrás y delante de las cámaras como Manolo, el chófer de la casa y que tendrá que simular que es el marido del personaje interpretado por Cuesta. Cada uno defenderá sus propios intereses, chanchullos y viaje interiores.
Las mujeres son quienes más peso tienen en Arde Madrid y en concreto Ana Mari (Inma Cuesta), la que más cambia. ¿Ha sido casualidad contar sus historias en este año del Arde MadridMe too
Era de lo que queríamos hablar, de estos personajes femeninos tan fuertes y del gran contraste que hay entre ellas. Entre Ava Gardner, una mujer libérrima que hace lo que le da la gana, o por lo menos lo intenta, y Ana Mari, que está en las antípodas. No tiene nada que ver, es una santurrona e instructora de la Sección Femenina, virgen, católica y apostólica.
También se ve una diversidad de sexualidades femeninas que es de agradecer porque no solamente se habla de ellas dos. Cada mujer tiene la suya diferente, no pretendemos quedarnos con una ni decir cómo ha de ser. Hay que hablar de la mujer, de la sexualidad de la mujer, de la liberación de la mujer y del empoderamiento de la mujer.
Precisamente la sexualidad es algo que suele estar presente en tus trabajos. ¿Piensas que se debería hablar más sobre ella?
Kiki, el amor se hace iba sobre las filias sexuales, pero la sexualidad me servía para hablar de la libertad, de la diversidad y de la importancia de aceptarte a ti mismo. En las dos Carminas estaba menos presente pero sí hay un descaro siempre a la hora de hablar de lo íntimo, y creo que en lo íntimo está siempre la sexualidad. Hay elementos en común en mis trabajos, las fiestas, las referencias sexuales vistas o dichas. Son las cosas que me gustan.
¿Cómo habéis planteado su representación?
Hemos querido sacar el sexo de lo erótico, y a la sexualidad femenina de ser el objeto de deseo, que es como el hombre ha contado la sexualidad femenina: tías buenas para follárselas. Y no, hay un elemento fisiológico, la regla que aparece, los métodos anticonceptivos, la intimidad que requiere la masturbación, lo que se puede descubrir con el pico de una mesa. Hay muchísima gente que ha descubierto los orgasmos con el chorro de una bañera. En todo hay una intimidad que me paree muy interesante contar. Mucha gente se siente identificada porque está hablando de la vida.
¿Cómo planteasteis hablar de los métodos anticonceptivos?
En el proceso de investigación descubrimos que a Ava Gardner le regalaron un diafragma al firmar su primer contrato con la Metro-Goldwyn-Mayer. Ella lo usaba habitualmente porque preservativos había muy pocos y los hombres no querían ponérselos. Cuando el resto de personajes en Arde Madrid lo descubren no tienen ni idea de lo que es.
Ana Mari y Pilar (Anna Castillo) son muy analfabetas sexualmente. Es muy curioso porque se dan cuenta de que es gracias al diafragma por lo que Ava no se queda embarazada. Su reacción es decir “ya decía yo como puede follar todos los días y no quedarse preñada”. Son cosas curiosas que parece que son de la prehistoria y son de anteayer.
Dadas las polémicas que han suscitado recientemente los considerados como límites del humor y lo mal que ha sentado el sketch de Dani Mateo sonándose la nariz con la bandera de España, ¿dirías que la libertad de expresión está pasando por un buen momento en España?
Después de hacer Arde Madrid creo que en libertades sociales hemos avanzado muchísimo desde los años 60 evidente y afortunadamente hasta ahora. Pero también han aparecido otras censuras diferentes. Ahora mismo la corrección política amenaza con convertirse en una nueva censura y creo que es algo que no nos podemos permitir.
Hay que celebrar que las reivindicaciones sociales y de muchos colectivos tengan voz y se oigan, replantearse muchísimas cosas que con normalidad hacemos desde el humor. Pero hay que proteger la libertad de expresión y la libertad creativa. La corrección política es para los políticos. Todos los creadores tenemos que tener conciencia crítica sobre lo que hacemos y sobre el poder que tenemos a la hora de concienciar y normalizar con ello. El arte tiene que ser incómodo, incorrecto, tiene que hacer pensar y no dar solo modelos de conducta.
La serie tiene como contexto la dictadura franquista. ¿Pensasteis en algún momento que no debíais utilizar la comedia para hablar de esta época?
No, nosotros nos tomamos la libertad de hablar desde la comedia y con humor. El gusto está en el límite y creo que no lo hemos pasado nunca. En ese sentido somos bastante apolíticos, nos hemos centrado en lo social. Nos parecía más interesante cómo se vivía en esa época que convertir la serie en una especie de crítica a la dictadura que me parece tan obvia que casi es hasta innecesaria. Es mucho más interesante decir que Franco era muy moderno porque llevaba jeans cuando iba a cazar al Pardo.
La forma de contar las cosas en sus trabajos es muy natural. ¿Se ha convertido esta en algo extraño en nuestra sociedad?
Para mí la naturalidad es lo más subversivo que existe. A mí hay veces que la gente me considera provocador y te juro que en mi ánimo no está la provocación en absoluto. No me pone nada provocar por provocar. Lo que sí lo está es ejercer la naturalidad y es que eso a veces es muy provocador, pero ya te digo que es sin querer.
Antes Madonna se metía crucifijos por el coño y cosas así para provocar, ahora hablar tranquilamente sobre tu sexualidad en un programa de televisión es muy provocador. Y solamente es naturalidad.
Otro tema presente en una de las tramas es el aborto, en plenos años 60 y con la modificación de la actual ley en boca de algunos políticos de nuestro país. ¿Qué descubristeis de lo que se hacía entonces?
Incluimos el personaje que necesita abortar porque nos contaron que en el Hotel Intercontinental había un médico que practicaba abortos a la gente de bien, pero aquí no se podía abortar evidentemente. Sigue estando de actualidad, ahora en Argentina se acaba de aceptar una ley antiaborto.
Otra costumbre de entonces que descubrimos es que muchas mujeres utilizaban alfileres para defenderse. Para que las niñas evitaran el acoso les daban un alfiler para que pincharan al que les metiera mano. Ese era el arma que tenía la mujer para defenderse del maltrato y de los abusos sexuales.