La decadencia del modelo de Telecinco que pone fin a la era Vasile
La televisión española afronta el final de una era. Una era que se ha prolongado en el tiempo durante todo el transcurso del siglo XXI. La era de Paolo Vasile como consejero delegado de Mediaset España.
El empresario romano abandonará próximamente su puesto de CEO dentro del grupo cerrando una etapa de más de 23 años, como ha adelantado El Mundo. No será un despido, tal y como ha recalcado en un comunicado MFE-MediaForEurope, la matriz europea de la empresa, ni será un adiós inmediato, sino que saldrá del puesto para ser reemplazado en el mes de febrero, según ha sabido verTele. Así lo han confirmado también fuentes de Mediaset España a Bluper, explicando que la retirada “estaba prevista” y consensuada desde hace muchos meses. Este martes, el propio Vasile ha aclarado su adiós a Invertia, como recogemos en esta otra noticia.
Sea como fuere, dará pie a una remodelación del modelo de negocio de la compañía, sumida en una grave crisis de resultados que se prolonga desde hace más de un año. Algo más de un año en el que ha cambiado el panorama audiovisual en España, ahora dominado con solvencia por Atresmedia Televisión, y en el que Mediaset ha caído a sus peores números de siempre, sin lograr revertir la tesitura pese a los múltiples intentos.
Las bases de la fundación de la Telecinco de Vasile
Puede decirse que Paolo Vasile y Maurizio Carlotti han sido determinantes para configurar la televisión como negocio publicitario. No en vano, el primero llegó a España en 1999 para ocupar el puesto del segundo en el cargo de consejero delegado de Mediaset España. Durante los últimos años, ambos han acabado enfrentados, estando Vasile a los mandos de la empresa de Fuencarral y Carlotti en Atresmedia. Y con ello, sus modelos de crear contenido.
Los dos, cierto es, se habían formado en una misma escuela de pensamiento en lo que al audiovisual se refiere, continuando y expandiendo Vasile lo que iniciara su predecesor. Una televisión concebida como entretenimiento de masas, donde la inversión publicitaria se convertía en soporte clave. El objetivo estaba precisamente en lograr la rentabilidad económica, tanto como en la audiencia en sí misma. Eso deriva en las estrategias típicas que Telecinco acostumbró a implantar y que han sentado las bases de su negocio: una programación transversal y autosuficiente que se retroalimenta de contenido continúo de la mañana a la noche, en directo. Una parrilla para la que no hay necesidad de asumir grandes costes, lo que permite las inversiones en grandes acontecimientos a lo largo de las últimas décadas.
El éxito del planteamiento se refleja también en la salida a Bolsa de Telecinco, que tuvo lugar en junio de 2004, impulsada por el romano. “La revolución de Berlusconi fue hacer una televisión para vender publicidad. Los editores clásicos creyeron que podían hacer televisión con el dinero de la publicidad. Se arruinaron, por supuesto”, afirmaba el que fuera protegido del ex-primer ministro italiano, en una entrevista a Papel fechada en 2016. Entrevista, esta, en la que marcaba las pautas de su estrategia en otra frase: “No ofreces lo que te gusta a ti, sino al otro”. Así, Telecinco se ha encargado de suministrar contenidos en directo y en buscar el máximo alcance posible.
Esto dio pie a dos tipos de contenidos diferenciados, que se consolidaron con el tiempo: la búsqueda de ficción propia de gran alcance que pudiera adquirir categoría de evento de programación; y, sobre todo, del auge de la telerrealidad, a través de la experiencia seminal de Gran Hermano en el año 2000. El formato de Zeppelin TV será determinante en la creación de una identidad marcada a posteridad para Telecinco. A este se habrá de añadir, luego, Supervivientes, dominante en el mercado desde la pasada década. Y de ahí a la programación diurna, sostenida en torno a El programa de AR, desde 2005, y Sálvame, desde 2009. La columna vertebral de la cadena líder durante años.
Durante un largo periodo de tiempo, Telecinco se preciaba de ser la única cadena en mantenerse por encima del 20% de share en una época que ya anticipaba la disgregación de las audiencias, con la progresiva irrupción de nuevas cadenas, como Cuatro (que absorberían en 2011) y laSexta. 2007 supondrá el último año en que el canal se sitúe por encima de esa cifra (20.3%). Aunque con progresivos vaivenes con Antena 3, la predominancia de Telecinco se ha mantenido precisamente por la fidelidad a su modelo. Un modelo que no afronta su agotamiento hasta 2021.
Crónica del hundimiento
Julio de 2021 fue particularmente provechoso, como demuestra el 17% anotado, una cuota de pantalla que suponía la mejor del canal desde junio de 2016. A ello contribuía de forma clave la Eurocopa, con la fase final del torneo que acabó ganando Italia, y la final de Supervivientes 2021, sin duda la edición más polémica de las emitidas hasta el momento por la proclamación de Olga Moreno como ganadora del reality, pocas semanas después de que finalizase la emisión de Rocío, contar la verdad para seguir viva.
Tras 37 meses consecutivos de dominio rotundo sobre la competencia, es decir, más de tres años, las tornas cambiaban, por cuestión de centésimas, en agosto. Centésimas que sirvieron para que Antena 3 se acabara llevando la victoria mensual. Agosto de 2018, tres años antes, había sido el último mes en que la cadena de San Sebastián de los Reyes había arrebatado la primera posición a su contrincante de Fuencarral.
Un mes después, en septiembre, se repite el resultado, esta vez más rotundo en cifras: Antena 3 lideraba el cómputo con una media del 14.2%, frente al 13.8% de Telecinco. Un mes después, en octubre, la perdedora parecía soñar con una recuperación al imponerse por siete décimas (14.4% frente al 13.7%) gracias al predominio de su oferta matinal, el incombustible El programa de AR, y de la vespertina, con Sálvame. No obstante, la debilidad de los dos reality shows lanzados como alfiles de programación, Secret Story y La última tentación, ya evidenciaban una debilidad que se acuciará a partir del mes siguiente. Así, volvía a la segunda plaza en noviembre, un lugar en el que volverá a estar en diciembre y en el que se mantiene hasta el presente.
Y así, hasta completarse la temporada 2021/2022. Por primera vez en la historia la de Atresmedia era la cadena líder del curso, con un 14% de share, y después de haber dominado durante 9 de los 10 meses de la temporada (solo octubre, como decíamos, se le escapó). Por el contrario, Telecinco quedaba en segunda posición con su mínimo en una temporada, un 13.2%. El inicio de la actual temporada, la 2022/2023, no ha servido para poner remedio a esta sangría: con un 12.1% de cuota, la compañía cerraba su peor dato de septiembre de siempre. En lo que llevamos de octubre, la situación se mantiene en similares términos, con Telecinco anclada en el 12%, a algo menos de dos puntos porcentuales por detrás de Antena 3 (13.7%).
Una programación resentida sin 'GH'
La pérdida de primacía en la noche era clave en esta caída. Si bien Supervivientes permanece inalterable a las inclemencias, como la pieza clave de su programación, y descontando el buen hacer, pese a fluctuaciones, de La isla de las tentaciones (un programa que, recordemos, estaba ubicado en su nacimiento en Cuatro), Telecinco se ha visto en progresivos apuros ante la ausencia cada vez más alargada de Gran Hermano, precisamente el formato en torno al que se ordenaba su parrilla. Con el reality fuera de circulación desde 2019 y al menos hasta que finalice el caso de presunto abuso sexual dentro de la casa por el que se juzga a José María López, las propuestas sucesivas de alternativas a la marca se han saldado en fracasos más o menos tajantes: ahí quedan La casa fuerte, el citado Secret Story (con una edición VIP y una segunda de anónimos) y el actual Pesadilla en El Paraíso.
Este último, actualización de The Farm, ejemplifica la desorientación de Telecinco por los continuos cambios sobre la mecánica del formato. En el momento de su presentación, se remarcaba el cambio de dinámica en la emisión de reality shows, al abandonarse el directo para ofrecer contenidos previamente grabados. No obstante, a 24 horas del debut, se introducían incontables cambios tanto estructura y mecánica de juego como en su programación, que seguirán durante las semanas siguientes y culminarán al reconvertirse en un formato de convivencia cien por cien en directo desde la pasada semana.
Estos no son los únicos fracasos en la noche: la misma desorientación de la que hablábamos con el reality se hace extensible con En el nombre de Rocío, secuela de la docuserie Rocío. Contar la verdad para seguir viva, que vio retrasado su estreno (estaba anunciado de partida para septiembre de 2021) y que acabó lanzándose de forma “única y exclusiva” como contenido estrella de Mitele Plus, antes de acabar promocionando un salto al abierto que parecía ya descartado. Pero antes también se demostró con el fracaso de una ficción, Pasión de gavilanes 2, que debía ser un evento de programación en toda regla, habida cuenta del fenómeno que supuso en su día el serial original, y que acabó siendo una losa para el prime time del grupo.
Ahora bien, si los problemas de la noche se han ido prolongando (con honrosas excepciones como Entrevías), la tarde también ha experimentado una debilidad evidente. Trece años después de su estreno, Sálvame se ha contagiado de la anemia de la cadena, viendo decrecer sus prestaciones pese a los múltiples intentos por relanzar y reformular el programa, y ante la competencia de Tierra amarga en Antena 3. De igual modo, las sucesivas ofertas de cara a la última hora de la tarde (20:00 horas) no han logrado inquietar a Pasapalabra, otrora producto estrella del day time del canal, inalterable ahora en Antena 3 como el producto más visto de nuestra televisión. En ese sentido, la tranquilidad solo se mantiene en la mañana, donde El programa de Ana Rosa sigue mirando de lejos a la competencia después de 17 años de trayectoria.
Y todo ello sin olvidarnos de Cuatro, desdibujada en los últimos años como complemento de programación al primer canal, con sus datos diezmados y con serios problemas para preservar una identidad autónoma. Jesús Calleja e Iker Jiménez se mantienen como prescriptores reconocibles en la noche, aparte de Risto Mejide a los mandos de Todo es mentira en la tarde. Precisamente este programa da en las próximas horas la bienvenida a Mariló Montero, para sustituir a Marta Flich como copresentadora durante su baja maternal. La navarra haproclamado este lunes de cara a su debut: “Yo lo que me diga Paolo Vasile, lo voy a hacer”. Una frase que ahora suena diferente, dadas las circunstancias.
Mediaset, con la renovación en el horizonte
Sintomático de la tesitura es que a comienzos de este año Alejandro Echevarría Busquet, que había ostentado la presidencia de Mediaset España durante los últimos 26 años, se apeara de sus funciones. Vinculado desde 1996 a la empresa, cuando formaba parte del accionariado el Grupo Correo, el veterano directivo pasó a ser presidente de Honor de Mediaset España, siendo nombrado como sucesor el consejero Borja Prado.
Prado era un hombre de confianza para la labor de gestión: presidente de Endesa entre 2008 y 2019, había integrado el Consejo de Administración de Mediaset desde 2005 y en dos períodos: de 2005 (cuando la empresa ya cotizaba en bolsa) hasta 2017, y tras completar el máximo legal de 12 años que se permite como consejero independiente, desde 2018 como representante de las acciones de los Berlusconi (propietarios de la mayoría del capital de Telecinco).
A la par que se confirmaba su ascenso, se anunciaba la renovación de Vasile como consejero delegado de Mediaset España hace apenas siete meses, si bien ya por aquel entonces se rumoreaba la reestructuración del organigrama que se hará efectiva con la próxima salida del directivo. El italiano abandonará en febrero el puesto de CEO, tal y como ha anunciado ya a su equipo de confianza, y según ha sabido verTele. Junto a él, también se espera la salida de sus colaboradores más cercanos.
La decisión ha sido tomada desde Italia, desde la matriz MFE-MediaForEurope, liderada por Pier Silvio Berlusconi (hijo de Silvio Berlusconi), que trabaja para la creación de un gran conglomerado paneuropeo con el que competir en el mundo del streaming. La caída en audiencias descrita ha sido determinante para la decisión de acabar con un agente fundamental en la industria española durante casi un cuarto de siglo, sin que haya por el momento un sustituto a la vista. Parece claro que Prado, que sí cuenta con la confianza de los italianos, se mantendrá en su puesto, sin que se contemple para esta función. El comienzo de esa remodelación empresarial se esbozará en una junta extraordinaria de accionistas, que se celebraría el próximo miércoles 26 de octubre de acuerdo a El Mundo.
Desde la compañía europea, se precisa que no se trata de “una destitución”, recalcando los “únicos y extraordinarios” resultados obtenidos durante sus 23 años de andadura. “La relación con el accionista es y seguirá siendo excelente”, se lee en el comunicado oficial de la empresa, radicada en Ámsterdam. Además de ese comunicado oficial de MFE, fuentes de Mediaset España han asegurado a Bluper que la retirada del ejecutivo “estaba prevista” y consensuada desde hace muchos meses. Lo que viene a confirmar su adiós, aunque no de forma inmediata, ni tampoco en forma de despido.
Sigue con buenos resultados económicos
Al menos, en lo que respecta a los resultados económicos, si nos fijamos en los del primer semestre de 2022, la situación sigue siendo modélica, pese a las “durísimas condiciones para el sector audiovisual”: el grupo elevaba su beneficio neto hasta junio con 95 millones de euros, gracias a la venta de contenidos, si bien ve bajar un 2% sus ingresos a causa de la reducción de la facturación por publicidad. “No basta con ganar dinero, debe ganar muchísimo, tanto como pueda. Es la finalidad de cualquier empresa”, sostenía en 2016 sobre su política.
El horizonte es inevitablemente incierto para una empresa que hasta ahora permanecía intocable. Vasile abandonará la empresa en el primer trimestre de 2023, poco antes de cumplir 70 años. Cuando se rubrique su retirada y se designe a su sucesor, se cerrará un largo episodio en la historia de la televisión comercial en España. Hace apenas una semana lo veíamos en la que todo apunta que será una de sus últimas intervenciones destacadas como máximo responsable de Mediaset: lo hacía para dar la bienvenida, visiblemente emocionado, a Ana Rosa Quintana, una de sus estandartes, tras una baja de 11 meses. Quedan por delante cuatro meses para decidir cómo se gestiona su despedida. Y sobre todo, si el mismo anuncio tiene algún efecto sobre lo que cada día ven los televidentes.