Pedro Ruiz volvió a TVE con un programa hecho a su medida, una petición final y su futuro en el aire
Este viernes por la noche se consumó el regreso de Pedro Ruiz a la pequeña pantalla. El showman volvió a TVE 20 años después con un programa especial titulado Nada del otro mundo, una especie de gala aderezada con algunos de los ingredientes que han sazonado la vida del presentador: el humor, la ficción, la música y la conversación.
Salido del sarcófago en el que se había aislado de la sociedad, necesitó ponerse al día con Dulceida, la influencer más popular de España, y la cantautora Rozalén. Después recibió la visita inesperada (juró por su madre que no estaba advertido) del músico David Summers. Quería improvisar una entrevista porque así, dijo, se consiguen charlas “más sinceras”.
Los 90 minutos del programa quedaron salpicados con pequeñas píldoras de humor en las que Ruiz se rodeó de artistas y famosos como Antonia San Juan, Pedro Casablanc, Luisa Martín, Enrique Cerezo, Paco Grande, Josep Pedrerol y Tomás Roncero.
Con ellos grabó una serie de sketches que le sirvieron para hacer una sátira del mundo que se ha encontrado al salir del letargo.
Huyó de la política –se negó a contar con perfiles partidistas entre sus invitados– pero la acarició convenientemente, porque política es, en definitiva, el mensaje que repitió durante toda la emisión.
“Tengo una última noticia para todos. Es mala, pero luego hay una buena. Estamos todos muy crispados. Nos vamos a morir, no nos muramos enfadados, ¿vale? Es todo”, concluyó al despedir este breve pero intenso despertar.
Segundos antes había entrado en el plató una enfermera para advertirle de que se le había agotado el tiempo. Este visitante del pasado tenía que despedirse de la audiencia para seguir recibiendo el tratamiento necesario.
“Es hora de volver al hospital. Hay que ponerle el suero, tomarle la tensión y, ya sabe, la cámara hiperbárica”, señaló la espontánea. “Pero, ¿podré volver alguna vez más aquí?”, preguntó el showman. “Eso depende del director, de los análisis, los números...”, prosiguió la mujer, dispuesta a llevárselo de vuelta al sarcófago.
Fue esta la simpática manera con la que terminó Nada del otro mundo, un programa “amable” para entretener al público en tiempos de “crispación”. Efectivamente, no está en manos de Pedro Ruiz que haya más entregas como esta, pero los pobres datos de audiencia del programa le complicarán futuras salidas del ataúd.