Trato nefasto a los clientes

Pesadilla en la cocina vivió una fuga de hosteleros ante la llegada de Chicote

Pesadilla en la cocina vivió una fuga de hosteleros ante la llegada de Chicote

El equipo de Pesadilla en la cocina viajó a Móstoles para ayudar a los dueños de La Casuca.

Allí se encontró con un equipo que hablaba mal a los clientes, que no admitían las críticas y que estaba a punto de resquebrajarse.

El nefasto ambiente familiar y profesional

La Casuca fue, hace varias décadas, uno de los mejores locales del municipio pero ahora, en manos de la hija del dueño y su marido, había perdido a la mayor parte de su clientela.

Cuando llegó Chicote descubrió que el ambiente de trabajo era insoportable. Mari Ángeles, la dueña, tenía un trato nefasto con los clientes llegándoles a decir que “si usted no quiere seguir esperando, lo mejor que puede hacer es marcharse”.

Poco a poco, el malestar del equipo salió a flote y el primero en claudicar fue el padre, el propietario, que no aguantaba más los malos modos y la apatía.

La segunda fue Elena, la cocinera y hermana de la dueña, que no soportó que el chef criticara su tartar: “Está perfecto y me ha dicho que es una mierda”, alegó ella para no regresar a su puesto.

Por lo que el presentador se quedó solo con Mari Ángeles y su marido que se metió en la cocina.

Tras varias lecciones de cocina, trato a los clientes y respeto entre ellos, Chicote intentó encarrilar el negocio de la mejor manera posible, para que el restaurante no se llevara a la familia por delante.

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