Pesadilla en la cocina viajó por primera vez a Pamplona para ayudar al restaurante “Olé”.
Pero el primer impacto que se llevó Alberto Chicote fue que allí parecía no haber ningún problema: “Cuando me llaman es por algún problema, pero aquí parece que no lo hay”.
Chicote: “¿Todo es guay pero la gente no viene?”
El equipo de laSexta llegaba al establecimiento y se encontraba con Iosu, el propietario del local. Este le aseguraba que “todo el mundo es de maravilla, se come de puta madre, está muy bien colocado el local”, algo que dejaba desubicado al chef porque no entendía la situación:
“Este rollo de los mundos de Yupi en el que todo es tan guay...”, decía extrañado, “¿por eso la gente no viene y me tienes que llamar?”, decía Chicote.
Pero al adentrarse en el lugar, el presentador empezaba a descubrir los primeros fallos: la decoración andaluza en un lugar nada andaluz no concuerda; las rancheras que se cantan en directo tampoco hacen que el público se sienta muy integrado en el entorno, etc.
Al pedir unos platos descubrió que todo estaba congelado, lo que le hizo entrar a la cocina y descubrir la falta de organización y la suciedad. De hecho, una de las clientas se quejó por un pelo en el plato y otra descubrió una larva de gusano en la ensalada.
El reto real para Chicote
Aquí “se come de mierda. No me he comido nada. De hecho, seguramente de aquí me vaya a comer”, decía Chicote.
Para rematarlo, la buena sintonía entre los empleados no era tanta y Chicote vivió una guerra abierta entre todos, hasta con el dueño con gritos, insultos y malos modos.
De esta forma, Chicote descubrió que, una vez más le habían llamado para solucionar grandes problemáticas, aunque en un principio les fuera difícil reconocerlas. “Ya entiendo los mundos de Iosu: el equipo no es tan maravilloso, el servicio es un desastre y la comida no hay quién se la coma”, concluía y se ponía manos a la obra para reconducirlo.