Risto Mejide publicó una carta abierta a después de que éste bromeara en 'Late Motiv' sobre su reciente matrimonio con Laura Escanes, como recogimos.
El cómico le respondió en su blog personal y ahora el publicista hace lo propio desde el suyo con un texto que lleva por título: “En serio, Andreu”.
“Tengo grabadas en casa las primeras veces que me ”zurraste“ en televisión”
“Tu ”explicación“, como la has llamado, habrá convencido a tu parroquia, followers, adictos y acólitos, pero a mí me ha decepcionado todavía un poquito más. Llevar la respuesta al terreno de los límites del humor me parece impropio de alguien de tu inteligencia, o un menosprecio hacia la mía, aunque también puede ser que yo me crea algo y no llegue a ná. Espero que como mínimo te granjee aplausos y piropos en pos de la libertad de expresión, pero a mí me entristece profundamente porque de ese modo muchos pensarán que ya se ha zanjado el tema, cuando en realidad lo que se ha hecho ha sido meterlo bajo la alfombra, una vez más. Ni tú eres un titiritero ni yo soy la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Creo.
En serio, Andreu. Son demasiados años enganchado a tu sentido del humor. Demasiados años siguiéndote, admirándote, creyendo que tú ejercías un tipo de humor con el que yo me identificaba incluso cuando se me volvía en contra. Sobre todo cuando se me volvía en contra. Que me digas ahora que me he molestado porque criticabas a mí, me decepciona. Tengo grabadas en casa las primeras veces que me “zurraste” en televisión. Y las guardo con orgullo, a veces hasta las he enseñado a terceros. Pero que me pongas como ejemplo la parodia del “mía” que me dedicaste, da cuenta de lo poco o nada que me he hecho entender. Fíjate en mi timeline de Twitter. Repásalo, te invito a que lo hagas. Descubrirás que en su día retuiteé tu parodia deshaciéndome en halagos hacia ti y tus guionistas. Estuve incluso a punto de participar en ella, como bien dices. Pero en fin, ya ves, toda una vida dedicándome a la comunicación y ahora me doy cuenta de que ni me sé expresar. Acepta también mis disculpas por hacerlo tan mal. Pero acepta que también me pueda volver a pasar.
En serio, Andreu. Tampoco me puedo creer que esgrimas el argumento tan rancio y manido sobre los límites de la risa. Aquí el maestro de la risa eres tú. Pero parece que en detectar la demagogia autoinfligida, por lo visto te puedo ayudar un poco. Basta con buscar un solo chiste en el que tú te hayas burlado de “rojos, negros o maricones”. ¿No? ¿Nunca? ¿Cómo es posible? Pero si es un tipo de chiste al que algunos sectores de este país estuvieron abonados durante décadas. Si era supergracioso. Si era sólo para echarse unas risas… hasta que la sociedad dijo basta. Y gracias a eso, no digo que hoy no se hagan, algún gañán quedará, pero como mínimo, ya no quedan bien hacerlos en público, y menos aún en televisión. Pero claro, igual soy yo, que no pilla las ironías. También puede ser.
En serio, Andreu. Que me digas que te ríes de mí, de mi caso, de mi relación, cuando lo que estás haciendo es hacer chistes continuamente sobre nuestra diferencia de edad, es tomarnos a todos por idiotas. Como si el hecho de ser una pareja pública te legitimase a ti para reírte de algo tan natural. Donde tú ves afán exhibicionista, yo veo normalización. Donde tú ves tierra mar y aire, yo veo gritar tu amor a los cuatro vientos, como tiene derecho a hacer cualquier pareja normal. Y donde tú ves diferencia, yo veo tolerancia, respeto y diversidad. Simplemente me hubiera gustado que tú liderases este pequeño avance, pero está visto que no estás por la labor. Otro cómico será. Otro al que le cueste reírse de algo que debería ser visto como algo normal. Porque lo es. Otro que se ría del intolerante, no que le dé alas. Otro que nos ayude a señalar al que señala, con su ingenio, su talento, su creatividad.
Dicho esto, tú sigue con tus risas, faltaría más, que yo pienso seguir con mi vida y con mi felicidad. Eso sí, si necesitas motivos e ideas menos casposas para reírte de mí, ahí te doy unas cuantas: soy medio calvo, muy intenso, malhumorado, aún más imbécil de lo que me pienso, bastante feo, no nos vamos a engañar, me sobran algunos kilos y sí, cuando me enamoro me pongo muy cursi. Para más señas, habla con mis enemigos, que tengo unos cuantos, alguno incluso que conoces y te darán más.
Mientras tanto, cuídate mucho y pásate por mi plató cuando quieras, que yo al tuyo he ido unas cuantas veces ya“.