Got Talent emite esta noche su segunda semifinal en directo, tras haber marcado la semana pasada su mejor resultado de cuota (22.4%) en la presente edición. Hablamos con su presentador Santi Millán, que celebra que la audiencia les acompañe porque considera que siempre es “un misterio y una incógnita”. Señala la incorporación de Eva Isanta y Paz Padilla como jurado como una de los grandes aciertos de la edición, porque han “descolocado” tanto a los miembros veteranos Risto y Edurne, como “al público”.
Además, el actor forma parte del elenco de la serie de Telecinco El Pueblo. A la espera de que se estrene su primera temporada, la segunda tanda ya está en marcha. El actor interpreta junto a Ingrid Rubio a una pareja de hippies que se traslada al municipio abandonado, pero que no va a estar tan deshabitado como pensaban. Sobre el grupo que les acompaña en la aventura señala que “la mayoría no viene buscando, sino huyendo”.
Recientemente ha participado también en el especial de Comedy Central ¡Stop Princesas!',un programa de monólogos en el que estuvo acompañado de cinco cómicas con las que derribaron con humor clichés, estereotipos sobre las mujeres. En el espectáculo se definió como feminista, y considera que “hay muchos hombres que ven el feminismo como una amenaza”. También se pronunció sobre la valoración de los riesgos que puede implicar dedicarse a la comedia, sobre lo que señala como problema “que la gente confunde el sentido del humor con la falta de seriedad. No nos equivoquemos, no tienen nada que ver. Lo que denota la falta de sentido del humor es inteligencia”.
La presente edición de 'Got Talent' está cosechando muy buenos datos de audiencia. ¿Qué balance hacéis del funcionamiento del programa?
El balance es positivo, aunque lo de las audiencias es siempre muy relativo y no siempre tiene una relación directa con la calidad del programa. Nosotros estamos muy contentos con el resultado de esta temporada. Estábamos seguros de que habíamos hecho un gran trabajo, pero el hecho de que la audiencia nos acompañe siempre es un misterio y una incógnita. El trabajo lo hacemos para la gente, por lo que si nos acompaña mayoritariamente es una gran satisfacción.
¿Qué tenía esta edición que apuntara su buen funcionamiento?
Got Talent es un programa en el que intentas reunir los mejores mimbres, pero después tienen que funcionar. Hay veces que hasta teniendo el mejor material puede salir un churro. Tenemos un buen casting y un jurado inmejorable. Los fichajes de Paz Padilla y Eva Isanta han dado roto las dinámicas de la mesa, y eso ha estado muy bien. Después de varias ediciones todos se conocen mucho, saben qué van a decir, qué no, cómo se van a comportar y cómo van a reaccionar, y su incorporación ha servido para descolocar tanto a los veteranos Risto y Edurne como al público.
¿Hay alguna actuación que te haya llegado especialmente?
La verdad es que muchas, hemos tenido cosas espectaculares. Todo lo que pasa, pasa de verdad. No hay nada guionizado ni preparado. Es un “vamos a ver qué pasa con lo que tenemos”. Los pases de oro son merecidísimos aunque haya gente que discrepe. No deben olvidar que es algo que tiene cada uno, independientemente de los pases colectivos, y que es personal e intransferible. Lo das bajo tu criterio, y no tiene que corresponderse con el de los demás. Así se compone un ramillete variado de gustos y elecciones. Es lo divertido y enriquecedor del programa. Entre ellos hay actuaciones impresionantes, me acuerdo de la niña violinista que hablaba cinco idiomas que era un espectáculo.
Tienes pendiente el estreno de la primera temporada de 'El Pueblo'. ¿Qué puedes adelantarnos de la serie?
El rodaje ha sido muy divertido. Estábamos aislados en un pueblo deshabitado real, donde convivíamos. Ha sido como un Gran Hermano porque había parte del equipo que dormíamos allí. Estábamos aislados literalmente, porque no había cobertura y el Wifi funcionaba de vez en cuando. Ha sido como un retiro espiritual.
¿Cómo es tu personaje en la serie?
Interpreto junto a Ingrid Rubio a una pareja de hippies. Tenemos la maravillosa idea de retirarnos a un pueblo abandonado, repoblarlo y hacer allí una ecoaldea sostenible. Para ello, ponemos un anuncio en prensa con el nombre Ecoaventura, para que la gente que quiera se apunta a vivir su aventura. Lo que pasa es que la mayoría no viene buscando, sino huyendo. Aparte, les descuadra los planes que resulta que en el pueblo sí que hay habitantes. No muchos, pero todavía quedan lugareños, y ahí se genera un poco de tensión.
Participaste en el especial ¡Stop Princesas!' de Comedy Central. ¿Cómo te sentiste siendo la “cuota masculina” del programa? ¿Te has sentido extraño?
Encantado de la vida. Es una maravilla que te tengan en consideración para participar en un programa así. Me parece bien que resulte extraño a la gente, porque normalmente pasa al contrario. Está bien hacer este tipo de ejercicios para darse cuenta de lo absurdo que es que todos sean cómicos y que haya una cómica de vez en cuando. O ninguna. Eso que encontramos como algo normal, se convierte en destacable cuando es al contrario y eso quiere decir que hay algo que no funciona bien.
Decías en tu monólogo que el “feminismo solo tiene ventajas”. ¿Piensas que es así?
Muchos hombres contemplan el feminismo como una amenaza. Perder un territorio que el género masculino tiene consolidado, cuando creo que es todo lo contrario. Es justo y equitativo. Defiende que todos seamos iguales independientemente del género que seas o te sientas, y hay mucha gente a la que eso le da miedo. O que no tiene la voluntad de decir estoy dispuesto a perder ciertos privilegios porque los demás los tengan, o poder compartirlos.
Señalabas que siendo “hombre, blanco, heterosexual y de mediana edad” era difícil definirse como feminista. ¿Lo sientes así?
El hecho de autoproclamarse feminista es algo que está bien visto por la mayoría. Otra cosa es que lo seas realmente. La gente de mi generación somos un poco bisagra, y estamos viviendo en nuestras carnes un cambio progresivo y necesario. Hay paradigmas que tenemos integrados y que no cuestionamos porque pensamos que son así. Por ello, creo que está bien que se hable y se comente. Que la gente debata y discuta para que al final todos lleguemos a entender en qué consiste ser feminista. Llenarlo de argumentos, de hechos y sobre todo reprogramarnos. Es necesario hacerlo en algunos sentidos para no ejercer un feminismo de boquilla. El de “yo ayudo en casa”, en vez de decir “esto es una responsabilidad de los dos”.
Ahora que hemos visto a cómicos ser enjuiciados por sus chistes, comentarios o discursos. ¿Has sentido alguna vez que tu trabajo fuera puesto en tela de juicio?
He tenido la suerte de que no me ha pasado, pero es cierto que yo no hago humor político, que es donde se están repartiendo más hostias últimamente. De todo se puede hacer humor y creo que de todo se debe hacer humor. Sí es cierto que cuando el chiste lo haces sin pertenecer al colectivo al que te estás refiriendo es más complicado, porque normalmente la gente del otro lado lo suele recibir como un ataque. El humor es sano, el humor desengrasa y todo con humor y sentido del humor, nos iría mucho mejor.
Uno de los problemas graves es que la gente confunde el sentido del humor con la falta de seriedad, y entonces se ponen muy solemnes. No nos equivoquemos, no tienen nada que ver. Lo que denota la falta de sentido del humor es falta de inteligencia.