Mercedes Milá ha estrenado hoy Scott y Milá, en #0 y de la mano de Zanskar Producciones. Un jueves noche que en otra época hubiera protagonizado siendo la maestra de ceremonias de Gran Hermano, el reality estrella de la TV en abierto.
Sin embargo, Mercedes quiso acabar con ese experimento televisivo - que siempre defendió - para, tres años después, volver a la pequeña pantalla, con el pago y siendo ella el conejillo de indias. Es su “renacer”, como si le debiera a su público, después de tanto tiempo viendo “desnudarse” a sus concursantes, hacerlo ella pero con ese tono “bonito” que empieza a ser un sello de la plataforma.
El “desnudo” como experimento televisivo
No, Mercedes ni se desnuda, ni experimenta literalmente, pero lo hace de una forma tan poética que acabas viendo las entrañas de la presentadora.
Si ir al médico a todos nos suscita algo de miedo, ella coge una cámara y la pone frente a ese especialista que le dice cosas tan duras como necesarias.
Todo empieza por su preocupación por la pérdida de memoria y así entra en un experimento en el que analizarán tanto su cabeza como su intestino. De esa forma, Mercedes hace pruebas médicas, sufre los efectos secundarios y hasta lleva una caca a la mesa para que la analicen sin pudor.
Las respuestas del médico no solo auxilian a la televisiva, sino que despiertan la curiosidad del espectador sobre el origen de sus problemas. Sobre la razón de su tristeza. Sobre las causas de sus dolencias.
Por lo que sí, Mercedes, primer objetivo cumplido: entretenimiento, provocación y ayuda en un solo programa.
El carisma de Mercedes, el gran aliciente (cualquier programa)
Que Mercedes Milá es un monstruo televisivo no es nada nuevo. Lo que sí lo es es descubrir que ese carisma lo tiene incluso fuera de la pantalla.
Con Mercedes nos enganchamos hasta a la consulta de un médico, nos apuntamos a sus meriendas familiares, a hacer tai-chi en el bosque y a abrazar árboles para pedir deseos. Y es que la periodista es garantía de sentir, porque ella nunca deja indiferente.
En una sola entrega te desternillas con sus respuestas, con sus muecas. Lloras con su humanidad, con sus ganas de ayudar. Te asombras con sus atrevimientos y te ablandas con su relación con su mascota. Porque no hay que olvidar que su copresentador, Scott, no está ahí de forma gratuita, sino que le saca a la periodista (una de las más respetadas de nuestro panorama) el toque enternecedor que aún no nos había mostrado.
Protagonistas que dan lecciones de vida
Otro de los alicientes de la apuesta son sus entrevistados, todos ellos anónimos: médicos, trabajadores sociales, escritoras, taxistas y hasta sus propios familiares.
A ellos les pregunta por temas tales como si tienen miedo a la muerte, si duermen bien, cómo van de vientre, si han pasado por depresiones... preguntas trascendentales que reciben lecciones de vida como respuesta.
Por supuesto, son conversaciones poco “mainstream”, con momentos duros, que hacen reflexionar e incluso llorar maravillado. Porque Scott y Milá no es para todos los públicos, para eso solo había que cambiar a Telecinco. Y yo lo hice. Cuando acabó el estreno puse Gran Hermano para seguir trabajando y... ojalá todos, en unos años, renazcamos igual que Mercedes Milá.