Dos de las series más exitosas de la historia de la televisión coincidieron en el tiempo y aunque lo tenían todo para parecerse, no tenían nada que ver. Dos grupos de amigos treintañeros que viven en Manhattan en los años 90 y que pasan mucho tiempo en el mismo bar o en un apartamento. Lo que las diferencia es que cualquiera querría formar parte de la pandilla de Friends pero no de la de Seinfeld, que hace 30 años apareció por primera vez en televisión.
En la primera hay tramas amorosas, ironía suave, compañerismo, ganas de un futuro mejor. Es un refugio confortable para el espectador cansado de los envites de la vida cotidiana. Seinfeld es egoísmo, miseria, fracaso, frustración y conversaciones absurdas. Y es tan divertida que su último capítulo estuvo a punto de salvarle la vida a Frank Sinatra: 76 millones de personas estaban delante de las pantallas y no en coche por las calles de Los Ángeles. El “crooner” no resistió, pero la ambulancia hizo el recorrido en un tiempo récord.
La idea de la sitcom surgió un día que Jerry Seinfeld y su amigo Larry David estaban en una tienda de comida coreana. La NBC le había ofrecido al primero la oportunidad de hacer una serie para la cadena, pero no se le ocurría sobre qué. Mientras mantenía una conversación acerca del aspecto de la comida y sobre quién era capaz de comerse aquello cuando a David se le encendió la bombilla: nadie trataba esas cosas en la televisión.
Ya tenían argumento: dos tíos hablando de cualquier cosa. El capítulo piloto, titulado The Seinfeld Chronicles, se emitió el 5 de julio de 1989 y no convenció a los directivos de la NBC. Cuánta gente iba a querer ver a dos tipos judíos, blancos y neoyorquinos hablando del segundo botón de la camisa. Además, no había ningún personaje femenino.
Solo Rick Ludwin, ejecutivo de la cadena, apostó por la propuesta y hasta puso dinero de su propio bolsillo. Gracias a él consiguieron grabar cuatro capítulos más, ya con los protagonistas definitivos: Jerry, George, Kramer y Elaine (interpretados por Jerry Seinfeld, Michael Richards, Jason Alexander y Julia Louis-Dreyfus respectivamente).
Aunque estuvo a punto de ser cancelada varias veces, acabó convirtiéndose en un fenómeno social a partir de su quinta temporada. Llegó a tener 30 millones de espectadores a la semana, estuvo en antena durante nueve años y su último capítulo fue el tercero más visto de la historia de la televisión, después de los finales de M*A*S*H y Cheers. El cuarto fue el de Friends: paradójico, pero los perdedores ganaron a los que finalmente consiguen ser felices.
Sí, me estoy riendo de ti
Larry David la definió como una serie “sin abrazos ni aprendizaje”. De los capítulos no se saca ninguna moraleja ni tampoco una emoción. Lo más habitual es ver a Kramer teniendo alguna idea absurda, a George lloriqueando por cualquier cosa, a Jerry encontrándole defectos a las mujeres con las que sale y a Elaine atolondrada por la vida. Cuando alguno le cuenta su problema al resto, lo habitual es que se se rían de él. O intenten sabotear sus planes para hundirle un poco más.
Todos los personajes están basados en alguna persona en la realidad. Costanza es básicamente Larry David, que se negó a interpretarse a sí mismo. Por el contrario, Jerry Seinfeld dijo que sería incapaz de hacer de alguien que no fuese él. Kramer es un antiguo vecino de David, llamado Kenny Kramer y también cómico (aprovechó la popularidad del personaje para montar su propio espectáculo Kramer Reality Tour y para cobrar dinero por el uso de su nombre en la serie). Elaine está inspirada en Carol Leifer, una antigua novia de Seinfeld.
Al igual que sus personalidades, las relaciones entre ellos están bien marcadas. Toda la serie pivota en el personaje que le da nombre y a partir de él se definen los demás. Elaine es una ex-novia con la que la relación romántica no funcionó pero sí la amistad. George es su mejor amigo desde la infancia y sea por inercia o por vínculo verdadero siguen juntos. Kramer es su vecino, que entra sin avisar en su apartamento para comer, coger cosas o dormirse en el sofá.
Jerry es cómico profesional, Elaine trabaja en la industria editorial, George empieza siendo agente inmobiliario y acaba trabajando para los NY Yankees y lo de Kramer es un misterio (que resuelve en determinado momento, al igual que el de su nombre de pila). Excepto Seinfeld, que gana bastante dinero, todos llevan una vida desordenada y con altibajos laborales que les hacen pasar etapas regulares.
Esas contrariedades dan lugar a alguno de los capítulos más divertidos de toda la serie. El más destacable puede ser el basado en una experiencia personal de Larry David. George Costanza se despide de su trabajo en un arrebato de furia, pero después se arrepiente, así que decide regresar al día siguiente como si nada hubiese ocurrido. Evidentemente, su solución no funciona, al contrario de lo que le ocurrió a David, que hizo lo mismo después de discutir airadamente con un productor. Pero él no tuvo problemas al regresar: es lo que tiene ser uno de los creadores.
Los guiones están plagados de autorreferencias. Jerry y George intentan venderle una serie a la NBC en la que “no pasa nada” y no consiguen la aprobación. El padre de Elaine, borracho y despreciable, está inspirado en el escritor Richard Yates (Larry David había sido novio de una de sus hijas) que se reconoció y entró en cólera. El personaje de George Costanza lleva el apellido de un amigo de la infancia de Seinfeld, que pidió dinero por la utilización de su nombre -nunca cobró- y escribió un libro titulado El verdadero Jerry contado por el Costanza auténtico. Y yada yada yada yada.
Una revisión tres décadas después
Aunque la sitcom consigue mantener el pulso después del paso del tiempo, algunas bromas suenan rancias y reprochables en la actualidad (adjetivos que comparten con muchas de las grandes ficciones de la época). Puede que el más flagrante sea el tema de la homosexualidad.
Todos los personajes masculinos -que no los femeninos- se preocupan por si su heterosexualidad se pone en duda. “Aunque no tendría nada de malo” se usa como coletilla en un episodio en el que una periodista publica un artículo en el que afirma que George y Jerry son pareja, haciendo hincapié en sus prejuicios.
Los topicazos sobre los inmigrantes también son llamativos. Se retratan como personajes ridículos sin muchas luces y con acentos irrisorios. Si la serie se hubiese escrito hoy en día probablemente se hubiese montado una polémica similar a la ocurrida con el personaje de Apu en Los Simpson.
Exceptuando a Elaine, cuyo personaje es uno más de la pandilla sin distinción por ser mujer, el resto de personajes femeninos son como seres de otro planeta imposibles de comprender. La visión sobre ellas es totalmente masculina, sin que los apuntes de Elaine al respecto se tomen en cuenta en absoluto.
Es cierto que toda esa sucesión de tópicos discriminatorios dan lugar a situaciones hilarantes, aunque ahora haya que realizar un ejercicio crítico al respecto. Pese a todo, el protagonista respondió en una entrevista a The New York Times Magazine que no se arrepiente de ninguna broma y que el público ahora es demasiado sensible y políticamente correcto.
“Los chistes no son reales. La gente asume que cuando dices algo, lo crees. Es una invención puramente cómica”. Por otro lado, también afirma que cuando Roseanne Barr perdió su serie por un tuit racista “pensó que estaba siendo graciosa, pero no lo fue, y si es ofensiva y no graciosa, entonces no es una broma. Pero, de todos modos, cualquier comediante que no entienda esa dinámica está acabado”. Los resultados de una encuesta sobre lo ofensiva que podría de su serie en la actualidad serían interesantes.
La gallina de los huevos de oro
Jerry Seinfeld batió el récord Guiness de rechazos a contratos estratosféricos al decir que no a los 5 millones de dólares por episodio que le ofreció la NBC por continuar con la sitcom. Su respuesta fue que ya no tenían nada más que decir y no querían caer en la mediocridad. Incluso las series en las que “no pasa nada” tienen que terminar en algún momento.
Tampoco el dinero era una preocupación para él. La que fue elegida por la revista TV Guide como mejor serie de la historia en 2002, seguía siendo la serie más rentable de la historia de la televisión 12 años después de la emisión de su último episodio. Y en 2014, Jerry Seinfeld fue identificado como el actor más rico del mundo con una fortuna de 820 millones de dólares (sus compañeros de reparto no se beneficiaron de las ganancias posteriores ya que no tenían derechos de autoría).
Ahora, para celebrar su 30 aniversario -e ingresar unos cuantos dólares más-, Warner Bros y la agencia Superfly han firmado un acuerdo para organizar el evento The Seinfeld Experience. Los asistentes podrán revivir escenas míticas de la serie, acceder al decorado original y al vestuario (algo parecido a lo organizado por Warner Bros TV y el canal NBC en el 25 cumpleaños de Friends).
En un principio, tendrá lugar en Nueva York el próximo otoño. Las entradas aún no están a la venta, pero la página oficial de “la experiencia” irá informando sobre los avances. Un posible consuelo para los fans después de que los rumores de una nueva temporada de la serie han sido desmentidos. Siempre queda la opción de verla desde el principio una vez más ¿Quién se cansa de ver bailar a Elaine?