“- ¿A ti qué es lo que te gusta? - No lo sé, nunca me lo han preguntado. Siempre finjo”. Así responde Aimee a Otis, el adolescente que ejerce de terapeuta sexual en el colegio de la serie Sex Education, cuando le pregunta qué es lo que le da placer. La joven acude a consulta porque su nuevo ligue se ha dado cuenta de que actúa repitiendo movimientos y sonidos de forma mecánica, y lo que quiere es que disfrute como él. Pero ella no conoce su cuerpo y se sobrecoge cuando su especialista le propone explorarse. Jamás se ha masturbado ni tiene pensado hacerlo.
Su asombro es consecuencia directa de una falta de educación sexual y la cantidad de prejuicios aprehendidos por los modelos con los que ha crecido. La serie de Netflix es uno de los ejemplos de ficciones recientes en las que el sexo entre adolescentes es representado. Aquí es su protagonista, pero en otras como la española Élite o Por trece razones también ha sido abordado. Ahora bien, ¿cómo afectan estos retratos a la target al que van dirigidas? ¿Está siendo su representación favorable o, por el contrario, se están incurriendo con ellos a errores cometidos en otros tantos productos audiovisuales anteriores? ¿Qué está faltando y en qué punto es positiva su existencia?
Para contestar a estas preguntas, Vertele ha acudido a la opinión de cuatro expertos en sexología que han coincidido en señalar la falta de educación sexual como motivo por el que los adolescentes acuden a medios de comunicación e internet y, en el peor de lo casos el porno, para “aprender” cómo tienen que ser las relaciones sexuales y las sexualidades que existen. Por ello, acaban tomando como referencia modelos que proceden de la ficción, y que a menudo derivan en “insatisfacción”, “frustración”, “miedo” y perpetuación de conductas machistas, discriminatorias y dañinas. “No estamos haciendo los deberes y lo estamos pagando con La Manada, con los abusos y con las violaciones, porque no estamos educando de forma holística y completa”, alerta la psicóloga y sexóloga Carmela Cobo.
No todo es concienciar a “hacerlo con protección”
Aunque la sensación general es que la situación está mejorando, y que poco a poco se va teniendo más consciencia de la relevancia de la educación sexual, la también psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja Ainara Segovia, señala que muchas veces se “presenta una sexualidad muy negativa. Se habla de cómo poner el preservativo o de las infecciones de transmisión sexual”. Y sin embargo, “tenemos que hablar de LGTBI”, como apunta, y del “placer, de cómo llegar al orgasmo, de qué necesita una persona para estar preparada para tener sus primeras relaciones sexuales”. “No centrarse solo en lo reproductivo”, como añade el psicólogo clínico y sexólogo Xud Zubieta.
Los especialistas consultados coinciden en que el caso de Sex Education es positivo, porque aborda preocupaciones, problemas y situaciones a las que se enfrentan los adolescentes en su despertar sexual de forma natural.Sex Educationde forma natural. Entre ellos, como puntualiza Cobo, “el vaginismo o los complejos con el cuerpo”. Rubén García, doctor en Psicología Clínica y de la salud, insiste en que “a la hora de abordar este tipo de contenidos es totalmente necesario tener en cuenta la sensibilidad, la perspectiva de género y el cambio social”. “No podemos esperar que los adolescentes tengan capacidad crítica para decidir qué creerse o no de lo que ven”, explica, “están descubriendo su sexualidad y van a tender a repetir los modelos a los que tienen acceso”. Concretamente, la ficción y la pornografía.
“Los modelos, al ser irreales, conducen a pasarlo mal y a tener expectativas que no se van a cumplir”, añade. Esta irrealidad está estrechamente relacionada con los mitos que se generan, y aquí los especialistas en seguida ponen el foco en la fabulación reina representada en cine y televisión: el orgasmo simultáneo. Pero no es el único, le acompañan la idealización de “la pérdida de la virginidad, la relación sexual con penetración chico chica y que el orgasmo sea una cosa fácil de conseguir”, critica García. “Nos enseñan a que cuando en la tele aparece un asesinato es ficción, y que la sangre es de mentira, pero no te dicen con qué te debes quedar cuando ves una escena de sexualidad”, considera Segovia, “puede ser verdadero para esos personajes pero igual para ti no”.
Hipersexualización temprana y la mujer como peor parada
Dentro de la representación habitual de la sexualidad, Cobo, García y Segovia coinciden en que la mujer es la peor parada. “Concebimos que es fallo nuestro que la otra persona no sienta placer pero, si no estoy llegando al orgasmo el problema es mío”, apunta la primera. “Entendemos que la culpa la tenemos nosotras porque somos meros accesorios de la sexualidad masculina. Si esta se resiente debe ser culpa del accesorio, y no es verdad”, añade.
Como motivo de la situación apuntan a la hipersexualización de la infancia y la adolescencia, que también afecta negativamente a los hombres. Refiriéndose a los personajes de las ficciones señaladas, García echa de menos que, “teniendo 16 años, no sean más torpes. Están avanzados para su edad en cuanto a conductas sexuales y se genera cierta presión por empezar a tener relaciones muy pronto”.
Ainara Segovia repara en que incluso desde antes de nacer, “ya se nos sexualiza”. Y también siendo niñas. Fue el caso de la protagonista de Stranger Things Millie Bobby Brown que, con tan solo 13 años, fue elegida como una de las actrices más sexys del mundo por una conocida revista estadounidense. “Se les pone más como mujeres que como niñas. Nos exhiben como objetos sexuales sin sexualidad. Cuidado con que una chica se toque”, resalta la sexóloga, poniendo el foco en el que considera “el tabú de los tabúes”, la masturbación femenina.
El personaje de Anna Castillo le enseñaba al de Inma Cuesta en la serie Arde Madrid que ella tenía una piedra con la que se masturbaba y, capítulos más tarde, veíamos como la empleada de Ava Gardner decidía probarlo ella misma. También la oscarizada película La forma del agua, Sally Hawkins aparecía dándose placer en la bañera como rutina diaria. Sin embargo, son ejemplos dentro de un vacío de representación. “La mujer está todavía más limitada que los hombres porque a ellos se les da permiso para tocarse el pene desde pequeños, pero a las chicas no”, expone, “el momento en el que sí te dan permiso para explorarte la vagina es cuando te baja la regla”.
La necesidad de educar y de reeducar
Master of Sex o Big Mouth son algunos de los ejemplos que los expertos consultados señalan como positivos. Igual que Sex Education, que además ha dado a conocer su figura como profesionales a los que acudir a pedir ayuda y a informarse. Zubieta apunta que siendo la sexualidad un tema tabú hasta hace poco, “seguramente Netflix haya contado con menos censura que los canales abiertos de televisión”. Sin olvidar que, independientemente de su calidad, “es ficción y ha de considerarse como tal”.
Aunque los profesionales que se dedican a la educación sexual van abriéndose hueco en planes de estudio con todavía un largo camino por recorrer, la ficción tiene la responsabilidad de ser considerada como referente por el público que la ve. Y dentro de este, el adolescente que todavía se está conociendo y desarrollando como persona es especialmente sensible a los modelos que se le presenten como pautas a seguir.
Eso sí, “hay que educar y reeducar”, explica Segovia, porque este debate no sólo afecta a aquellos que estén por descubrir su sexualidad, sino también a los que creamos que podemos saberlo todo. Los que tengamos actitudes y conductas aprendidas y que, quizás, también necesitemos una llamada de atención sobre nuestras practicas, nuestra manera de vivir y convivir con el placer, y la forma en la que todos nos hemos imaginado estar en la piel del personaje que veíamos en la tele. El que perdía la virginidad con un orgasmo simultáneo, rompiendo los barrotes de la cama y dejando sordo a los vecinos.