A no ser que se repasen los capítulos emitidos hasta ahora en HBO, el público de Succession escuchó su hipnótica sintonía de apertura por última vez el pasado 14 de octubre. Queda el alivio de saber que una de las familias más despreciables de la pequeña pantalla regresará en una tercera temporada que se acordó a finales de agosto, aunque todavía no hay fecha que marcar en el calendario.
Por supuesto, una mente como la de Jesse Armstrong, capaz de idear personajes tan detestables, no iba a tener piedad de un espectador enganchado. Así que para despedir a la familia Roy se marcó un cliffhanger [final dramático que deja en suspenso la trama] de premio. Hay que tener en cuenta que uno de los Emmys de 2019 que ganó la serie fue precisamente por el guión y viendo la segunda temporada no hay duda de que se lo merecía.
Atención: esto es un spoiler puro y duro. Si no has visto todos los episodios, no sigas leyendo
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La mayoría de las referencias que se encuentran en Succession Successionson bastante evidentes. Shakespeare, Juego de Tronos o la familia Murdoch se cuelan en casi todos los capítulos. De hecho, en This Is Not For Tears -así se titula el episodio que cierra la temporada- Jamie Laird (Danny Huston), el asesor financiero del patriarca, se despide con una frase de la Ofelia de Hamlet: “Good night, ladies, good night, sweet ladies” (“buenas noches, señoras, buenas noches, dulces señoritas”).
Pero cualquiera que haya visto alguna ficción relacionada con la mafia italiana habrá reconocido la inspiración de los guionistas. No hay una cabeza de caballo dentro de una cama, pero por los pelos. La mafia y también Agatha Christie, la reina del suspense. La mezcla parece estrafalaria, pero funciona.
Después de pasar diez semanas con jerséis de cachemira, bufandas y trajes obscenamente caros (menos los de Tom (Matthew Macfadyen) que, aunque costosos, dejan claro que no está al nivel), la familia se sube a un barco que va más allá del lujo y se desplaza al Mediterráneo. Parece que van de vacaciones, pero con ellos suben sus maletas los trabajadores de confianza del patriarca Logan Roy (Brian Cox) - “unas vacaciones sin empleados no serían lo mismo” le dice Siobhan (Sarah Snook) a su marido- y un nudo en el estómago.
El problema al que se llevan enfrentando toda la temporada ha llegado a un punto de no retorno y es necesario tirar a alguien a los leones. Las irregularidades (un eufemismo que sirve para englobar, acosos, violaciones y misteriosas desapariciones en alta mar) que sucedieron en la división de cruceros de WayStar Royco han salido a la luz como una explosión de fuegos artificiales y no hay manera de apagarla.
Después de las desastrosas declaraciones de los que se han puesto ante el jurado -con Tom con la peor puntuación y un balbuceante Greg como último en exponerse- los inversores quieren una cabeza de turco y rápidamente. Así que, como haría la buena de Christie, mandan a los personajes a un entorno alejado de la civilización y les sientan alrededor de una mesa para que adivinen quién es el asesino (en este caso, el asesinado). Todos tienen razones para cargar con la culpa y todos intentarán librarse. Aunque el condenado sea tu hermano o tu marido.
"Como haría la buena de Christie, mandan a los personajes a un entorno alejado de la civilización y les sientan alrededor de una mesa para que adivinen quién es el asesino (en este caso, el asesinado)"
Un oasis que dura pocos minutos
Pero antes de la tormenta, el guión concede un poco de calma al espectador. Todos están en el barco excepto el padre. Roman (Kieran Culkin), Karl (David Rasche) y Jamie acaban de regresar de Turquía, donde vivieron una experiencia traumática intentando conseguir un acuerdo comercial con unos socios que podrían calificarse de peligrosos.
Cuando llegan al yate, todos los presentes les reciben con bromas -hirientes, claro- pero que dan paso a un extraño momento de empatía. Incluso Shiv, Kendall (Jeremy Strong) y Roman viven un instante fraternal en el que el último se pregunta si podrán hablar de una manera normal en algún momento. Una de las mayores empresas de comunicación del mundo tiene problemas precisamente para expresarse. Dime de lo que presume y te diré de lo que careces.
Ese espejismo de sentimientos cercanos a la humanidad desaparece con la presencia del padre, que hace aparición en helicóptero como un dios que desciende a la Tierra para poner orden. Que es precisamente lo que va a hacer sometiendo a quienes le rodean a una tensión palpable hasta para el espectador.
Logan Roy se ofrece como voluntario para ser devorado -que es lo que quieren los inversores que pueden salvar la empresa- pero nadie se atreve a apoyarlo. Parece que Tom es el mejor candidato, acompañado por el primo Greg. El marido de Shiv estaba al cargo de la división de cruceros en el momento en el que el secreto sale a la luz y el joven era su ayudante.
Hasta Shiv está de acuerdo con lo que dejar al espectador con la duda, una vez más, de por qué se casó con él. Con su media melena lisa -que se cortó para reafirmar su candidatura al poder, en un movimiento similar al de Ivanka Trump en la vida real- y sus trajes de chaqueta, espera que su padre la nombre de una vez sucesora del trono como le prometió en su momento.
Sin embargo, Tom queda descartado y Logan toma una decisión que le abre la puerta a la mafia para que se siente a la mesa de los Roy. Al que llevaba siendo su perrito faldero desde que le ayudó a encubrir un asesinato a la manera de los ricos (aquí no ha pasado nada) le ha llegado la hora de devolver el favor.
Antes de que se ponga en marcha la maquinaria para que Kendall cargue con la culpa ante la sociedad, el hijo le pregunta al padre si alguna vez pensó en serio que él podría ser su sucesor: “Hace falta ser un asesino. Y tú no lo eres”, le confirma. Así que, tomando prestado por un momento el apellido Corleone y el nombre de Judas, le da un beso en la mejilla a su padre antes de salir a demostrarle que se equivoca.
Cuando se coloca delante de las cámaras para dar el comunicado en el que asume el delito, el capítulo da un giro de guión y lo que iba a ser una autoinculpación se convierte en una acusación. Kendall denuncia que su progenitor es el responsable de cada movimiento que se produce en la empresa, por mínimo que sea y puede demostrarlo con documentos con la firma de su padre. Gracias por la ayuda, Greg.
En el barco, ante la pantalla del televisor, Shiv se encoge en el sofá haciéndose un ovillo al prever el desastre que se avecina. Pero la boca de Logan se curva en una ligera sonrisa, orgulloso de su segundo hijo por primera vez.
Es la imagen que pone punto y final a la segunda temporada de una serie que ha ido ganando adeptos sin hacer ruido hasta convertirse en uno de los grandes éxitos de la HBO. La plataforma ha conseguido con ella retener a muchos adeptos de Juego de Tronos que estuvieron a punto de darse de baja cuando terminó, pero ahí estaban los Roy para coger el relevo. Los entramados familiares siempre han tenido un misterioso poder de seducción y cuanto más perversos sean, mejor. Logan y su estirpe son el mejor ejemplo. Ojalá vuelvan pronto.