Un año más, la isla de Supervivientes ha vuelto a ser un personaje clave para el desarrollo del reality. Esta edición más si cabe, pues la meteorología ha sido especialmente inclemente con los concursantes del programa. Durante los días previos a su estreno, el programa de Mediaset promocionó su aterrizaje en la parrilla prometiendo “la edición más extrema” hasta la fecha. Y en parte, así ha sido.
Empezar la aventura un mes antes de lo previsto (en febrero y no en marzo, como venía siendo habitual), acabó resultando clave para que los robinsones vivieran un inicio más 'movidito' que de costumbre. Si al temporal le unimos otros elementos intrínsecos de la isla, como los peces con malas intenciones y comestibles que no lo son tanto, al final llegamos a la conclusión de que, también en 2020, los Cayos Cochinos han tenido su propia dosis de protagonismo.
Aprovechando que Jorge Javier Vázquez, Carlos Sobera y Jordi González ya no conectarán más con ella en la presente edición, repasamos cinco momentos en los que la isla de Supervivientes 2020 ha puesto a prueba el espíritu de supervivencia de sus famosos inquilinos.
El huracán que obligó a evacuar a los concursantes
La imprevisibilidad de la isla quedó patente apenas transcurrió una semana del arranque de esta edición, cuando un fuerte temporal -con “olas de hasta cinco metros”, avisaban en Sálvame, primer programa que dio cuenta de lo ocurrido- obligó a la evacuación de los concursantes de Cayos Cochinos. Ocurrió un jueves 27, poco antes de producirse la primera expulsión del reality (sería Vicky Larraz la elegida por la audiencia para ir a la Playa de los desvalidos).
Las condiciones meteorológicas obligarían a mantener a salvo a los concursantes y hasta a darles más comida de lo habitual por su estado físico; algunos, incluso, estuvieron al borde de la hipotermia a causa de las circunstancias adversas. “Están siendo los días más complicados de los seis años que llevo en Supervivientes”, llegó a decir Lara Álvarez., que destacó los problemas que el temporal estaba dificultando el trabajo técnico y las mismas conexiones con Madrid, con un “retardo brutal”. Finalmente, sería a primeros de marzo cuando todos podrían volver a las playas.
No es la primera vez que Supervivientes se enfrenta a una situación similar. En la edición de 2018, las adversas condiciones climatológicas llevaron al programa a sacar de Playa Uva a los participantes. En aquella ocasión, se hablaría de las imágenes que dejó ese temporal como “las más impactantes que he visto nunca en cualquier edición”. No obstante, aquella sucedió en domingo y no afectó de forma directa a la emisión habitual.
Ana María Aldón ve un tiburón y Avilés huye hacia la orilla
Uno de los mayores peligros que un ser humano puede vivir en una isla desierta es salir a pescar y encontrarse con un tiburón. Ana María Aldón pasó por semejante mal trago a finales de abril, cuando atisbó un escualo de grandes dimensiones en plena jornada de pesca. Asustada, alertó de inmediato de la presencia del tiburón, pero José Antonio Avilés, que andaba por ahí cerca, decidió dejar atrás a su compañera y poner el turbo con dirección a la orilla. “Mira, yo lo siento pero soy joven”, se excusó el polémico concursante.
Andón, además de maldecir a su entonces compañero -“la madre será una santa, pero él es un hijo de pu... desde que nació”, llegó a decir con tono socarrón-, narró cómo fue su encuentro con el temido tiburón: “Cuando me he dado la vuelta yo no podía nadar más rápido. Madre mía, qué miedo. Era un tiburón de los grandes. No de los que veo pasear por la orilla, no. Grande, grande. ¡Flipando! Digo: ”Este viene a por mí. Aquí voy a morir en Honduras, hombre“.” Afortunadamente, todo quedó en un susto y Ana María Andón sigue con vida, como tal y en el propio concurso, pues todavía aspira a la victoria final.
Yiya se come un “tubérculo sospechoso” y acaba vomitando
¿Recuerdan ese episodio de Los Simpson en el que los niños se pierden en una isla desierta, Ralph se encuentra unas bayas y se pone malo tras comerlas? Pues algo parecido le pasó a Yiya durante su paso por Supervivientes.
En uno de esos días en los que el hambre empezaba a apretar, la concursante decidió adentrarse por su cuenta en la isla en busca de alimento. Lo acabó encontrando fue un “tubérculo sospechosos” de aspecto similar a una cebolla. “A ver si es comible o cagable”, se preguntó Yiya mientras lo cocinaba. La respuesta correcta fue 'cagable'. O mejor dicho, 'vomitable', porque lo expulsó en cuanto pudo.
“No sé a qué se debe el malestar, porque esta mañana ya me levanté con ganas de echarlo todo por la borda”, explicó tras vomitar y tener que tumbarse en el suelo ante la mirada de sus compañeros, que tuvieron que ayudarla tras su fallido descubrimiento.
Un pez pica a Ivana
Aunque la aparición de un tiburón resulte cuando menos llamativa y sobrecoja a los concursantes, a menudo estos se tienen que preocupar más de otras amenazas más pequeñas y menos vistosas. Incluso nada vistosas, como la que atacó a Ivana tras la novena gala del reality.
La italiana, que en ese momento se había convertido en la líder del grupo de los Mortales, arrastraba un berrinche por haber nominado a Albert Barranco, con quien mantenía buena relación. Para aumentar su desazón, al internarse en el mar, un pez la mordió en la pierna.
La joven salió despavorida hacia la orilla, donde sus compañeras pudieron ver la herida ocasionada en el muslo. “Hay pirañas”, decía asustada.
Una tormenta de arena les da la noche
Las tormentas de arena son, año tras año, una de las experiencias más incómodas que viven los supervivientes en Honduras. Y si no que se lo digan a Elena tras la acaecida hace menos de dos semanas. “Para mí ha sido una de las peores noches, además la arena te hacía daño cuando te golpeaba la piel y se te metía por todas las partes”, comentó la madre de Adara, que al igual que sus compañeros, pasó “una noche horrorosa”. “Arena con agua, la peor sensación que se puede tener. Tengo arena metida en la nariz, en los oídos, en los ojos...”
El viento y la arena no tuvieron piedad de los concursantes. Tampoco de sus objetos más valiosos, como el taparrabos de Barranco, que acabó arrastrado a varios metros de distancia. “Cuando me he visto sin él, se me ha pasado por la cabeza que el Pirata Morgan me hiciera pasar desnudo el tiempo que me queda con taparrabos”, temió el concursante. Afortunadamente para él no fue así, pues bastante tenía ya con quitarse la arena de la barba.