VERTELE, en el rodaje

Telecinco nos enseña a Vivir sin permiso con la “gran saga familiar” del narco Coronado

Álex González y José Coronado en Vivir sin permiso

Lorenzo Ayuso

Situado dentro del municipio pontevedrés de Moraña, el Pazo A Toxeiriña fue construido en 1901 por el Coronel Francisco Iglesias Brage, militar de intrépidas hazañas para la aviación española de los primeros compases del siglo XX, que luego se uniría a los nacionales en la Guerra Civil. Tras la contienda, se retiró a la vida civil y pasó largas épocas con esta finca como residencia privada, siendo conocido y respetado por los vecinos de la comarca. Casi 45 años después de su muerte, las cerca de dos hectáreas de terreno vuelven a tener un nuevo señor: Nemo Bandeira, el majestuoso personaje que rige en Vivir sin permiso, la nueva producción televisiva creada por Aitor Gabilondo de Telecinco.

Esta serie es, para mí, la que más se parece a lo que había imaginado. Y en algunos momentos, es mejor”, asegura el guionista del que es su siguiente gran proyecto para Mediaset tras El Príncipe (con permiso de la aún inédita La verdad). Algo más curioso, si cabe, cuando nos deja claro que se trataba de un encargo de la cadena. Tras disolver la pareja que formaba con César Benítez en Plano a Plano, Gabilondo ha recurrido a dos viejos conocidos y compañeros de aventuras, el citado Coronado y Álex González. Eso sí, salvo el mantenimiento del tridente, las similitudes entre ambas series se terminan ahí, nos insisten.

“Esta ficción no va de droga, es una saga familiar”

Y eso pese a que el narcotráfico vuelve a asomar, ahora en la figura de Nemo, respetado magnate y cacique de la comarca ficticia de Oeste. “Es una cosa pública que muchos empresarios empezaron con un negocio ilícito y eso va mutando a un negocio convencional”, detalla Gabilondo mientras nos guía por las estancias que ahora ocupa el equipo de trabajo de Alea Media, su productora, mientras continúa el rodaje del octavo de los trece capítulos que componen la primera temporada.

El germen de Vivir sin permiso surge de Manuel Rivas, periodista gallego que narró los años más intensos del narcotráfico y cuya novela Todo es silencio era la materia prima luego cortada y procesada por Gabilondo. No se trata de una adaptación, eso sí, puesto que como remarca de manera continuada el guionista y productor ejecutivo, “esta ficción no va de droga”: “Esta es una gran saga familiar”, la define, aunque deja claro que no faltará la acción. “Es trepidante, es para Telecinco”.

Una carrera por la sucesión del imperio

El centro neurálgico, nunca mejor dicho en este caso, es la enfermedad que se le adviene al protagonista, aquejado de alzheimer, y la necesidad de pasar el testigo de su imperio dentro de su familia. “Y como es una familia, se pegan”, bromea. La pugna sucesoria se librará entre dos hijos legítimos, encarnados por Alex Monner y Guilia Charm, protegidos por su madre Pilar Castro (que repite como esposa de Coronado tras Es por tu bien); una hija fruto de una relación anterior que desprecia a su padre, Claudia Traisac; y, finalmente, su maquiavélico protegido, González, al que la ausencia de lazos de sangre deja fuera desde el primer momento de la carrera.

Los antecedentes son claros para Bandeira: durante nuestro paseo por las instalaciones, se filtran en la conversación nombres propios como Vito Corleone y Tony Soprano. Gabilondo se esfuerza por esquivar cualquier referencia en su discurso. Del mismo modo, la figura de Bandeira no está construida a partir de ningún personaje real concreto: reconoce ahí el recurso a la imagen estereotípica, “con un padrino poderoso que se dedica a lo que se dedica, que ayuda a su pueblo, que dice que hace lo que hace para ayudar a la comarca”.

Coronado, líder dentro y fuera de la ficción

Para encarnar a ese padrino, un Coronado caracterizado por José Quetglás que rompe con su imagen arquetípica. Una tupida barba blanca enmarca sus facciones, más endurecidas que nunca. Eso sí, sin forzar el acento gallego (algo que se descartó desde un principio, porque como les dijo Rivas, “un gallego nace donde quiere”). “Para mí, es el primer papel de señor que hace”, nos dice Gabilondo sobre su interpretación. “Es muy sobria la actuación, pero muy contundente. Esa energía tan fuerte que tiene, contrarrestada por el alzheimer, transmite muchísimo”, se precia.

La escuadra de periodistas desplazados a las instalaciones observa in situ ese poderío y liderazgo del actor, que traspasa la ficción. Coronado ha asumido su rol de Nemo de forma literal y se encarga de ejercer de capitán del Nautilus que es el rodaje. Así, lo vemos muy involucrado en la misma realización de una escena (que ahorraremos describir para evitar revelaciones inapropiadas), conversando con el director Miguel Ángel Vivas, marcando tiempos, organizando a los figurantes y técnicos y exigiendo compromiso entre todos los implicados.

El intérprete, que ejerce también de patriarca en Gigantes, su reunión con Enrique Urbizu para Movistar+, reconoce que disfruta de esta labor. “Llevo 33 años en la profesión y creo que la experiencia me permite hablar. La confianza que tiene Aitor en mí me da ese privilegio de poder opinar y tirar del carro. Me divierto mucho por poder codirigir y coproducir. Lo disfruto y lo agradezco”.

Sin decorados y con luz norteña: “No es una serie oscura”

El Pazo A Toxeiriña es el gran escenario de una serie que presume de estar rodada de forma exclusiva en localizaciones reales, situadas en su mayor parte en Pontevedra. “No hay nada de estudio”, deja claro Gabilondo, quien cifra en un 50% el número de secuencias que transcurren en el inmueble y sus instalaciones. “Hemos procurado enseñar la costa todo lo que hemos podido, pero huyendo del publirreportaje”, comenta. Además de Vivas, Marc Vigil (El Ministerio del Tiempo), Oskar Santos (responsable de las dos películas de Zipi y Zape) y Alfonso Arandia (El comisario, Allí abajo) completan el equipo de realizadores.

Pese a la temática y a lo que la ubicación pueda presuponer, Gabilondo matiza que no se trata de una serie oscura: “Es de Telecinco”, apunta. Aunque asegura que han procurado enseñar la costa cuanto les ha sido posible por trama, el grueso de Vivir sin permiso transcurre en interior (“no sabemos por qué, pero los narcos tienden a alejarse de la costa”, explica).

De ahí, que se potencie lo que el autor define como “luz norteña” y el verde y el azul en la paleta cromática. “Galicia entero da mucha potencia visual: sales a cualquier sitio y te encuentras con una fortogenia...”, declara el showrunner, que se declara afortunado por haber contado con la climatología de su parte: “No nos llueve: para los bosques es malo, pero para nosotros es bueno”, reconoce.

“No hay plan inicial, la serie tiene mucho recorrido”

Aunque anunciada de inicio como una serie de “a priori” una temporada, Vivir sin permiso nace con la pretensión de abarcar más de un curso en antena, siempre y cuando las audiencias vayan acordes al ritmo de Nemo Bandeira. “No hay un plan inicial”, indica Gabilondo, inmerso en el trabajo de escritura de los dos últimos capítulos de la temporada junto a su equipo formado por seis guionistas. “Es una saga familiar, por lo que la serie tiene mucho recorrido”.

Un recorrido que se solapa con el desarrollo de Patria, adaptación de la novela homónima de Fernando Aramburu en pleno desarrollo para HBO. “Trabajo en todo. Es duro. Yo escribo todos los días, y mínimo necesito cuatro horas al día de escritura. Si no lo hago esto no sale, no avanza”.

Mientras tanto, para que Vivir sin permiso siga avanzando rumbo a su futuro estreno en Telecinco (sin fecha prevista), seguimos teniendo a Coronado, que sigue al timón de la grabación cuando el dispositivo de prensa se aleja. Allí se mantiene, asomado en el balcón, a los pies de las escaleras, marcando el ritmo desde el pazo como su Nemo lo hace en Oeste. Ahí seguirá hasta que el público quiera.

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